lunes, 12 de marzo de 2007

EL BREVE ESPACIO

Este año habrá 15 elecciones en 14 estados del país,

la población afectada por los comicios será de 42 millones 807 mil 863 personas, de las cuales 29 millones 739 mil 507 tendrán derecho a votar .

 

Luis Enrique Ortiz

 

Mal y de malas el Frente Amplio Progresista (FAP), me refiero a lo que tiene que ver con los quince procesos electorales locales que habrá este año en catorce estados del país: En Yucatán no hubo coalición entre los tres partidos que apoyaron a Andrés Manuel López Obrador en julio del año pasado y en Baja California tampoco, ambos renovarán todos sus poderes políticos este año en mayo y agosto, respectivamente; en Durango, donde habrá comicios el primer domingo de julio,   el 1 de marzo se consumó en vano el tiempo para registrar candidatos coaligados entre el PRD, el PT y Convengencia. Si ahí terminara el asunto tal vez no pase nada, pero existen elementos suficientes para creer que en Zacatecas, Chihuahua, Aguascalientes, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Sinaloa, Michoacán, Tamaulipas, Tlaxcala, y Puebla, tampoco habrá coalición y si le seguimos de frente con las primeras elecciones del 2008, se antoja harto difícil que se dé un acuerdo en los estados de Quintana Roo, Baja California Sur e Hidalgo que abren el respectivo año electoral en febrero. No es pequeño el berenjenal en que está metido el coordinador nacional del FAP, el líder de Nueva Izquierda, la corriente más importante del PRD, Jesús Ortega Matínez, quien junto con el ex jefe de gobierno del DF Alejandro Encinas, es el más fuerte aspirante a la presidencia nacional del Sol Azteca, dirección que habrá de renovarse exactamente dentro de 12 meses. La realidad le habrá de imponer a Ortega un cambio de estrategia, en la cual no estaría nada mal incluir una serie de giras a todos los estados, pero especialmente a los que tendrán elección de aquí al segundo mes del próximo año. Ya metidos en grillas, revuelo causó una encuesta circulada en los más altos círculos del poder en Sonora, pues los muestreos acusan un empate técnico entre los dos principales partidos, el PRI y el PAN para las elecciones de julio de 2009 por la gubernatura. Ambos cuentan con alrededor de 42 puntos, una situación muy parecida a la de 2003, cuando Eduardo Bours derrotó por décimas a Ramón Corral, en medio del mayor derroche de recursos que se recuerde en la historia electoral sonorense. A la cola y sin el factor Andrés Manuel, se coloca el PRD con menos del 6% y dentro de ese mini universo de votos probables, la mayor sorpresa es que la legisladora local Petra Santos le lleva ventaja de dos a uno a su aliado de toda la vida, el diputado federal Carlos Navarro López, quien está muy parejo con el ex priista Alfonso Durazo y muy, pero muy hasta atrás Patricia Patiño y Reynaldo Millán. Pero al margen de quién o quienes sean más conocidos, populares o concentren lo que queda del voto duro aurinegro en la entidad, para abanderar a la izquierda en pos de suceder al Gallo Bachoco, habría que preguntarse si vale la pena postular candidato en las actuales condiciones y con ese porcentaje de intencionalidad tan vergonzosamente bajo. En 1997 el crecimiento perredista en Sonora llegó al punto en que su derivada se hizo cero,  es decir que desde que Carlos Navarro López asumió la presidencia estatal del PRD, éste no ha dejado de perder adeptos a nivel local. Los sucesores del actual diputado federal tampoco han evitado la tendencia negativa en la curva electoral del Partido. Todo el esfuerzo que son capaces  de desplegar, se ha consumido en la lucha por las posiciones pluri nominales y del crecimiento partidista nomás no dan cuentas claras. ¿Qué sentido tiene pretender ser candidato de la izquierda sonorense a la gubernatura en las condiciones actuales? Es sin duda la primera pregunta que debe hacerse antes que nada todo pretenso ¿para qué? ¿qué gano? ¿qué gana el Partido? ¿qué gana Sonora? Son interrogantes que le deben suceder a su reflexión, no necesariamente en ese orden. Así las cosas, solamente una ruptura de enormes proporciones dentro del PAN o del PRI y capitalizada por el PRD, colocaría a éste en posibilidades reales de salir de la marginalidad. Entre tanto, la dirección del Partido debería ya estar analizando alternativas realmente viables ¿cómo cuáles? Pues empezar por desactivar toda lucha por los dineros de la campaña al gobierno del estado, que es la verdadera lucha de la mayoría de los actuales aspirantes. Una auténtica transformación del estado, sin contar con la titularidad del Ejecutivo, podría darse desde el Congreso Local, por ello, la dirección partidista bien haría en darle toda la importancia del mundo al tema. Una candidatura simbólica al gobierno estatal, con una suma de recursos modesta para que recorra un par de veces la entidad, sin grandes actos ni acarreos costosos y estériles, sería suficiente; después de todo los resultados serán de cualquier modo simbólicos. Así, el resto del escaso cash  podría aprovecharse en apuntalar las diez candidaturas con más posibilidades de obtener un escaño en el adefesio de Comonfort y Tehuantepec. Con una nutrida y bien coordinada bancada de diputados locales, el PRD   podría responder mejor a las expectativas de los sonorenses agobiados por el bipartidismo del PRI y el PAN. Desde luego, no deberán dejarse de lado aquellas alcaldías en dónde se tengan auténticas posibilidades de ganar por primera vez o que se puedan recuperar como Empalme, Huatabampo, Navojoa, Benito Juárez o Etchojoa.

Mi espacio es breve, que el suyo sea mejor.



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