lunes, 28 de abril de 2008

LA DERROTA DEL PARTIDO COLORADO EN PARAGUAY

por Alexei Barrionuevo
New York Times News Service 
 
Asunción, Paraguay, 23 de abril – El festejo en las calles, frente al Palacio de Justicia, se extendió hasta avanzada la mañana. Los cohetes hechos con botellas de plástico volaban por los aires. Las parejas bailaban y se besaban. Los tambores sonaban sin parar. Los jóvenes envueltos con banderas paraguayas se abrazaban a las columnas del edificio.

El Partido Colorado había muerto. . . al menos por ahora.

Después de vivir más de 60 años bajo un gobierno unipartidista, los paraguayos por fin tuvieron fuerza, el domingo pasado, para enterrar el fantasma del dictador Alfredo Stroessner. La sorprendente victoria de Fernando Lugo, un ex obispo católico, cerró el libro de los regímenes autoritarios de las décadas de 1970 y 1980 en Latinoamérica. Y ahora, por fin, los electores respiran las que esperan sean las primeras bocanadas de una democracia verdadera.

La Asociación Nacional Republicana, conocida como Partido Colorado, era más que una organización política. Era el mayor patrón del país, y el aparato burocrático que ayudó a mantener durante 35 años al general Stroessner en el poder.

Los otros grandes dictadores de esa era en Argentina, Brasil y Chile, dependían de sus aparatos militares para mantenerse en el poder. Pero Stroessner "tenía al aparato del Partido Colorado a su servicio", dijo Michael Shifter, vicepresidente de Inter-American Dialogue en Washington. "No había nada comprable en Latinoamérica, donde hubiera un solo partido relacionado con un líder".

Stroessner fue derrocado por fin en 1989, pero el Partido Colorado, fundado en 1887, perduró en el poder. Hasta el domingo pasado.

Sobrevivió tanto tiempo al asociarse con el ejército. "El ejército siempre fue el hacedor de reyes en Paraguay", dijo Guido Rodríguez Alcalá, un historiador paraguayo.

El partido creó un sistema de burocracia y patronazgo tan arraigado en la sociedad que bien podía ser el gobierno. Cerca de 200,000 trabajadores públicos eran miembros del partido. Durante los años de Stroessner, los miembros del Partido Colorado eran médicos, diplomáticos, administradores universitarios, jueces y abogados. Antes de la victoria del domingo, 85% del presupuesto nacional se gastaba en salarios.

La historia se convirtió en una lucha entre colorados y liberales. Un historiador colorado, Luis Benítez, describió a Stroessner como un héroe de la guerra del Chaco con Bolivia en la década de 1930, pero Rodríguez Alcalá dijo que su papel fue mucho menos vital.

Teniendo a las instituciones similarmente controladas por un partido electo, Stroessner "era capaz de mostrarle al mundo exterior que tenía a un gobierno que más bien parecía una democracia" que una dictadura brutal, dijo Alfredo Boccia Paz, columnista del diario Última Hora. "Pero al final era exactamente como los otros dictadores".

En sus 35 años en el poder, el general logró uno de los peores récords sobre derechos humanos del hemisferio, con miles de arrestos políticos y numerosos casos documentados de tortura y desapariciones.

Derrocar al dictador sin deshacerse del partido engendró un vínculo psicológico con el gobierno autoritario. La derrota del partido provocó una liberación catártica que hizo a bailar a toda la ciudad.

"Esta es la verdadera transición democrática de Paraguay", dijo Shifter. En Latinoamérica, Paraguay "estaba un poco atrasado" en cuanto a romper los vínculos con el autoritarismo, dijo.

Sin embargo, las elecciones las ganan las personas. Así como Vicente Fox en México en 2000, al romper la hegemonía de 71 años del Partido Revolucionario Institucional, Paraguay también necesitaba de alguien ajeno al sistema político, como Lugo. Su contacto con los pobres durante su actividad como sacerdote motivó esperanzas en muchas personas de este país, profundamente católico.

Lugo atacó a la vieja guardia y a su corrupción, y enarboló la causa de la pobreza extrema de Paraguay, en la que se encuentra 33% de la población, de 6.7 millones de habitantes. También tocó una delicada fibra nacionalista al decir que negociaría mejores términos con Brasil en relación a la electricidad que genera la presa hidroeléctrica de Itaipu, ubicada en la frontera entre ambos países.

A final de cuentas, fue necesario un llamado dirigido a los miembros de todos los partidos. De los 2.86 millones de electores registrados, cerca de 1.6 millones eran miembros del Partido Colorado. Lugo ganó con 705,000 votos. Es evidente que muchos colorados votaron en contra de su propio partido.

Aún está por verse la magnitud del cambio. Lugo, de 56 años, derrotó a Blanca Ovelar de Duarte, del Partido Colorado, por un margen de 10 punto porcentuales, 41% contra 31%. Los presidentes paraguayos gobiernan por un solo periodo de cinco años. Sin embargo, algunos electores dijeron considerar a Lugo como un puente para otra ronda de elecciones abiertas y libres.

Hace una década en Venezuela, Hugo Chávez derrotó a los dos partidos que se alternaron en el poder durante más de medio siglo, pero necesitaba una nueva Constitución para permanecer en el poder y acabar de liquidarlos.

Con un periodo presidencial tan breve y el Partido Colorado vivito y coleando, Lugo no tendrá oportunidad de hacer cambios radicales, dijeron los analistas. "Tiene que hacer progresos graduales, dar pasos conservadores", dijo Boccia Paz, el columnista. 

Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly

Copyright © 2008 The New York Times Company, Inc. All Rights Reserved

 

Fecha de publicación: 25/04/2008


--
Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
http://pregonero.spaces.live.com/

No hay comentarios.: