domingo, 13 de diciembre de 2009

lisanka

"Lisanka": Del amor y otras guerras frías

12 Diciembre 2009

M. G. Lavandero
La Jiribilla

lisankaUnos seis años tuvo que esperar Daniel Díaz Torres para comenzar a filmar Lisanka. El autor de filmes tan populares y paradigmáticos de la cinematografía cubana como Hacerse el sueco, Kleines Tropicana y Alicia en un pueblo de maravillas, apuesta nuevamente por la comedia en una obra inspirada en el cuento En el kilómetro 32, del escritor cubano Francisco González. Sobre el guión escrito por Francisco, Eduardo del Llano y el propio Daniel, Lisanka cuenta la historia de una joven campesina que se debate entre el amor posesivo de tres hombres, en medio de un contexto social (Cuba, 1962) marcado por las contradicciones de clases, la presencia de la Unión Soviética en la Isla y las contingencias de un proyecto social aún en construcción.

La película ha tenido su première en el 31 Festival, y ha sido aplaudida por un público en su mayoría joven. En una misma noche, fue exhibida dos veces en la sala Chaplin y no sobró una butaca. Quedan disipados así los temores de Enrique Molina, uno de los actores que escogió Daniel para la película: "cuando vi todos esos jóvenes en el cine para ver la película, sentí el inmenso temor de que no fueran a comprenderla; pero a medida que iba rodando, me di cuenta de que sí la comprendían perfectamente, las ironías y los chistes, la construcción de esos personajes tan genuinos para la época y tan distantes de la nuestra.

Mirielis Cejas, protagonista del filme cubano "Lisanka", película en competencia en el XXXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, Cuba, el 11 de diciembre de 2009. AIN FOTO/Abel Ernesto RUBIO

Mirielis Cejas, protagonista del filme cubano "Lisanka", película en competencia en el XXXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, Cuba, el 11 de diciembre de 2009. AIN FOTO/Abel Ernesto RUBIO

"Cuando se tratan temas que no son del presente o de un pasado inmediato -explica el director-, si se trabajan con cierta actualidad y no con una vocación de archivo, de nostalgia, puede obtenerse una comunicación con cualquier público. Tanto en mi película anterior [Camino al edén], como en Lisanka, me interesa el contexto como marco referencial para contar una historia que es también del presente."

Daniel Díaz Torres insiste en que Lisanka se trata de una historia de amor en medio de una crisis, es una pequeña historia en medio de la gran historia. Para lograr este propósito, calculo que su adalid haya sido el personaje femenino. "Los personajes no son de cartón, son humanos y a la vez genuinos. Lisanka es un personaje que respira independencia, demanda ser valorada como persona y no como objeto de posesión -dice Daniel-. Por eso, no es una película histórica, porque me tomo ciertas libertades".

El director revela cada interioridad de Lisanka, y yo, mientras escucho, me inclino por compartir con él una idea que me acompañó durante toda la película: sentada en el cine, veo a la actriz, su físico criollo; veo al personaje tal como lo explica Daniel, una mujer independiente que se incorpora a una nueva realidad social, veo el machismo que aún se siente a su alrededor… y de pronto, una escena muestra un primer plano de Lisanka con un sombrero de campesina. "¿Podemos ver en Lisanka una reencarnación de la tercera Lucía, de Solás? ¿Es un homenaje?", pregunto.

A Daniel le agrada esa interpretación: "No es que cuando trabajamos en el guión hayamos dicho: 'ésta va a ser Lucía'; pero lo cierto es que cuando se puso el sombrero también dijimos… '¡caray, es como Lucía al final!'. Y la actitud de ella es también un pequeño homenaje a un clásico del cine cubano. Creo que el personaje de Lucía sigue teniendo vigencia, de modo que su actitud de ser receptiva al buen cariño que no sea una atadura, sí es una intertextualidad, un homenaje. La diferencia es que Lucía se crece a medida que avanza la historia y Lisanka ya lo es desde que la vemos: maneja un tractor aunque le digan machorra, es amiga de la prostituta y no importa, porque son lazos humanos que van más allá de los prejuicios o las visiones políticas del momento. También Lisanka puede ser una encarnación de Cuba… no lo hemos dicho, pero podría interpretarse así."

Le cuento entonces lo que escuché a la salida del cine, en una conversación entre jóvenes: "Lisanka es Cuba", decían.

"Esa visión me satisface -asegura Daniel-. Ya sé que el personaje vivió. Algunas películas tratan de ser simbólicas y no logran que sus personajes vivan. Me alegro de que algunos jóvenes lo hayan visto de esa manera porque también está eso detrás de lo que se cuenta".

Para el actor Enrique Molina, quien encarna un militar comprometido a ultranzas con el proceso que se estaba gestando y por cuya defensa ha quedado inválido, la reacción del público joven constituía una preocupación: "Yo viví esa época, yo sé que fue así; pero tenía que lograr que el personaje fuera así de genuino para que el público pudiera entenderlo".

En este sentido, el trabajo con los actores es una de las claves del éxito en la comunicación de Lisanka con el público. "Yo le decía a Sergio [Carlos Enrique Almirante]: 'tú te crees ese personaje, esto es una comedia pero ustedes son genuinos. Aquí todos estamos metidos en esos personajes y todos son importantes, porque hay cierta moralidad'", cuenta el director.

"Más de una vez escuché: para ser revolucionario hay que parecerlo, y me dije: toda revolución está hecha por seres humanos. Es el sentido de Lisanka, y los actores debían entenderlo. Esas contradicciones humanas siguen en el presente y por eso la película se puede ver desde nuestros días. La gente en los 60 era apasionada, auténtica. Ahora ha cambiado un poco, ahora hay muchos que reaccionan por rutina y eso no debe ser, la Revolución no es rutina. Eso también es una reflexión desde el presente que propone la película."

Daniel Díaz Torres, director del filme cubano "Lisanka", película en competencia en el XXXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, durante conferencia de prensa realizada en el Hotel Nacional, en La Habana, Cuba, el 11 de diciembre de 2009. AIN FOTO/Abel Ernesto RUBIO

Daniel Díaz Torres, director del filme cubano "Lisanka", película en competencia en el XXXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, durante conferencia de prensa realizada en el Hotel Nacional, en La Habana, Cuba, el 11 de diciembre de 2009. AIN FOTO/Abel Ernesto RUBIO

Siguiendo el hilo de los personajes, propongo dialogar acerca de uno de los personajes más polémicos del filme: el interpretado por Blanca Rosa Blanco. Teté es una prostituta que trata de insertarse a la nueva sociedad; pero no llega a ser aceptada del todo. Su trágico final ha sido muy discutido entre el público.

Así lo ve la actriz: "El final de Teté me preocupó incluso a mí, durante mucho tiempo. Mi primera película la hice con Daniel, Kleines Tropicana, y cuando me propuso este personaje le dije: 'esta es la última prostituta que voy a hacer contigo'. Traté de ver qué había en ella de nuevo: es una prostituta de los 60, trata de ponerse de acuerdo con lo nuevo. Así que me puse a investigar. '¿Cómo hago para hacerla diferente?': la diferencia es que ella trata de incorporarse a un sistema al cual no pertenece. Esa dosis de tristeza, ese resentimiento, aun queriendo cambiar… ahí encuentro la justificación para su historia: hay algunas cosas que se mueren, porque no caben… y a Teté le tocó".

"Teté es una pequeña provocación -confiesa Daniel-. Ella dice que no cobra pero todos dicen que es una prostituta, todos hablan mal. Supuestamente le han dado un chance, porque ella se hace hasta miliciana; pero la gente tiene sus reservas con ella. Ella sabe que la gente no la acepta, que no logra adaptarse. Su muerte la hace eterna. Teté merece la eternidad, es salvada."

Para los actores, fundamentalmente para la joven protagonista, ha sido una experiencia gratificante. "Con Lisanka aprendí a manejar un tractor, aprendí ruso y aprendí a ver la vida de otra manera -dice Mirielys, quien debuta en el cine con esta película-. Lisanka tiene mucho de mí, pero me enseñó que la libertad y la seguridad son cosas imprescindibles en una mujer".

Polémica, sugerente y simpática ha resultado esta propuesta de Daniel Díaz Torres. El público, fiel seguidor de las producciones del patio, la agradeció con sus aplausos en la sala Chaplin y seguramente lo hará cuando pase a los circuitos de estreno.

Ficha Técnica

Guión: Daniel Díaz Torres y Eduardo del Llano
Dirección: Daniel Díaz Torres
Producción General: Frank Cabrera
Dirección de Fotografía: Ángel Alderete
Productores Ejecutivos: Camilo Vives
Director de Arte: Onelio Larralde

INTÉRPRETES

Carlos Enrique Almirante (en el papel de Sergio:)
Rafael Ernesto Hernández (en el papel de Aurelio:)
Mirielys Cejas (en el papel de Lisanka:)
Blanca Rosa Blanco (en el papel de Teté:)
Enrique Molina (en el papel de Máximo:)
Jorge Ali (en el papel de Morejón:)
Raúl Pomares (en el papel de Nicanor:)
Kirill Zolygin (en el papel de Volodia:)
Vladislav Vetrov (en el papel de Capitán Ruso:)
Osvaldo Doimeadios (en el papel de Rufo:)
José Ambrosio Pérez (en el papel de Padre Luciano:)
Paula Ali (en el papel de Arminda:)
Otto Ortiz (en el papel de Lupercio:)
Giselle Fundora (en el papel de Bertica:)
Eduardo del Llano (en el papel de Nikita:)
Antulio Marín (en el papel de Eliovel:)
Limara Meneses (en el papel de Virgen:)
Jorge Molina (en el papel de Sasha:)
Rogelio Blain (en el papel de Capitán Restrepo - Baluja:)

--
soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me aparece una buena y acertada crítica de la película Lisanka, del director Daniel Díaz Torres. Sólo quisiera decirles que, en el primer párrafo, hay un error en el nombre de uno de los guionistas y, también, en el título del cuento: su nombre correcto es Francisco García González y el título del cuento en que se inspira la película es “En el kilómetro 36″, porque los sucesos que narra ocurrieron, precisamente, en un pequeño pueblo llamado Caimito del Guayabal, que se encuentra a 36 km de la Carretera Central rumbo al Oeste, “si se mide la distancia desde el lugar donde debería ir el diamante del Capitolio, punto inicial de los caminos de la República…”. Todo comenzó cuando una caravana soviética que transportaba un cohete nuclear tuvo un accidente justo a la salida de este pueblito y, así, “a lo largo y ancho del kilómetro 36 se extiende una traducción de la idea del pánico para estas latitudes” en ese crítico año.
Lisanka es una película excelente, ofrece una visión leve de momentos que han quedado marcados por una pesantez histórica dominante, y me lleva a coincidir con la opinión de un poeta cubano cuando afirma que “la historia, además de documentarla, hay que narrarla, hay que contarla, hay que imaginarla en vivo si se la quiere entender en su dimensión concreta, en su dimensión humana”. Y esto está muy bien logrado en la película. Nos enfrentamos a la Historia (con mayúsculas) recreada desde la perspectiva de esas otras pequeñas e intrascendentes historias (con minúscula); pero, que nos hacen reflexionar con intensidad, desenfado, ingenuidad, humor…