lunes, 18 de agosto de 2014

rio envenenado


Isabel Dorado Auz

Es una obligación para nosotros, como sociedad, mantener una estrecha vigilancia sobre las acciones concretas que tomarán las autoridades, tanto locales como nacionales, para remediar el gran daño causado al Río Sonora, a propósito de la gran contaminación que generó el derrame del represo de la mina de grupo México. Se corre el riesgo de que, en cualquier momento, pretendan declarar superada la emergencia ambiental a pesar del grave riesgo que representan los metales pesados involucrados en la contaminación de este importante afluente de agua para consumo humano y animal.

Si bien la contaminación del Río Sonora ha sido documentada a través de los años, por diversas instituciones académicas, la magnitud de este desastre ecológico podría tener dimensiones enormes en la salud de miles de sonorenses. Si antes de este evento, según Ruelas y González (ITSON) reportaron haber encontrado concentraciones de metales pesados como Cu, Fe, Mn, Pb y Zn en los sedimentos del Río Sonora obteniéndose altas concentraciones de cobre, hierro y manganeso, que sobrepasaban la NOM-127-SSA 1-1994 de agua para uso y consumo humano, en trabajos hechos sobre la presa el molinito y la Abelardo L. Rodríguez.

De forma similar, Wyatt y colaboradores (Environmental Research, 1998), encontraron que el agua para consumo humano en la parte norte de la ciudad de Hermosillo presentaba, aparte de niveles altos de Flúor, valores superiores a 5 ppm de arsénico. En otro estudio, publicado en la misma revista científica en ese mismo año, reportaban, también, niveles altos de plomo en 43% de las muestras analizadas en Hermosillo, Guaymas y Nacozari, en agua destinada para el consumo humano, además de contaminación debida al Mercurio.

Gómez Álvarez y colaboradores (Rev. Int. Contam. Ambient, 2004) atribuyeron a la explotación minera, como principal factor, y a las descargas de aguas negras sin tratamiento provenientes de la ciudad de Cananea, como fuentes de contaminación del río San Pedro. Observaron la presencia de valores elevados de algunos metales pesados totales (Cd, Cu, Fe, Mn, Ni, Pb y Zn), conductividad eléctrica y sulfatos; así como valores bajos de pH en dos etapas, en las estaciones de muestreo más cercanas a la explotación minera (específicamente al Depósito Concentradora Vieja). Dichos valores fueron superiores a los máximos permitidos establecidos en los Criterios Ecológicos de Calidad de Agua. En la Etapa I, la mayor parte de los parámetros evaluados presentaron los valores más altos en los muestreos realizados en mayo, agosto y noviembre de 1997; mientras que en la Etapa II, se manifestaron en agosto de 1999.

Estos tres estudios, son solo una muestra de las investigaciones realizadas, resaltando el hecho de que son instituciones académicas sonorenses las que llevaron a cabo los estudios respectivos, CIAD, ITSON y UNISON.

Hay mucho más que decir, pero solo diré, por razones de espacio,  que remediar el daño ocasionado por la contaminación de metales pesados puede llevar años, según los expertos,  y mucho cuidado debe tenerse con las acciones implementadas. Por ejemplo, en entrevista radiofónica, Jaime Varela, reconocido académico de la Universidad de Sonora, mencionaba que el tratamiento alcalino que llevaron a cabo las autoridades ambientales, podría mantener solubles a los metales pesados, incrementando el riesgo de ser consumidos tanto por animales como por seres humanos. No olvidar que fueron miles de metros cúbicos los vertidos al Río Sonora, por lo que la contaminación puede presentar niveles colosales de difícil remediación en el corto plazo.

Cabe destacar, que estos metales han sido asociados a problemas teratógenicos, esto es, alteraciones morfológicas y funcionales en los fetos. Se sabe, también, que el arsénico puede incrementar el riesgo de cáncer de pulmón y de piel, así como estar asociado con el desarrollo de cáncer de hígado y estómago, además de enfermedades neurológicas y cardiovasculares.  


soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo



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EL DERRAME EN BACANUCHI


Grupo (anti) México: destrucción y muerte

Por Leopoldo Santos Ramírez / Dossier Político

Día de publicación: 2014-08-18

Para quien no los ha visto, los "jales" son depósitos a cielo abierto  que contienen  ácidos, metales y contaminantes diversos diluidos . Si se transita de sur a norte, bajando la sierra, el primer jale de la mina de Cananea  puede verse desde la carretera cuando se está cerca de la ciudad;  da la apariencia de una laguna hermosa, de esas que dan vida al paisaje rural de las distintas geografías del país. Pero su apariencia es engañosa, pues desde siempre ha representado una fuente contaminante y de diversas enfermedades para los cananenses  y para todo ser viviente en las localidades cercanas a la población minera. El gran problema es que toda la región de Cananea y algunos municipios aledaños están llenos de represos y jales porque esta es la forma más barata en la que el Grupo México de Jorge Feliciano Larrea fabrica cobre aunque con esto ha devastado ecológicamente los ejidos y las áreas verdes que antes eran orgullo de los cananenses.

Esos represos y jales contienen los residuos últimos del tratamiento que la extracción de metales y su procesamiento ha requerido durante la explotación minera; entre ellos una gran cantidad de agua que después del proceso de extracción sirve para arrastrar ácidos y metales hacia los represos y de allí  van a ser bombeados hacia las pilas llamadas ESDES, que son planchas con celdas que mediante  un procedimiento de cátodos y ánodos,  con los mencionados residuos  van a producir láminas de cobre cuya pureza es de la más alta calidad y de buen valor en el mercado. Durante el tiempo que el Grupo México de Jorge Feliciano ha tenido las concesiones mineras ha devastado la cuenca hidrológica del Río San Pedro que está en el lugar denominado Ojo de Agua que es precisamente donde nace el Río Sonora, de allí sacan -cuando menos- unos 22 millones de metros cúbicos de agua anualmente.  En años más recientes, debido a la presión de los gringos, se fueron sobre el arroyo de Bacanuchi. De cualquier forma, dada la interconexión del sistema de ríos de Sonora, Hermosillo no se salvó del derrame del represo cercano a dicho río y ahora estamos ante la emergencia de la presa El Molinito, a donde fueron a depositarse los minerales, todos cancerígenos y difíciles de eliminar, a pesar del optimismo de la CONAGUA. Pero lo que pocos saben es que las presas que surten a Hermosillo desde siempre han estado contaminadas en mayor o menor grado con metales y ácidos de los desechos de Cananea. Durante la enorme sequía que por décadas hemos padecido esto no se notó, pero el derrame del represo de Bacanuchi está evidenciando cómo avanza el consorcio Grupo México en su devastación, de cerros, sierras y ecosistemas únicos en el contorno de Sonora.

En efecto, el problema de los represos en una mina tan grande como la de Cananea es que al construir uno, una vez que empieza a escurrir, atrás del primero debe construirse un segundo represo y luego otro. Esto resulta inevitable porque la producción de cobre no se detiene y con ella la necesidad de conservar los ácidos y metales contenidos en depósitos al aire libre. Si uno enfoca Cananea con Google Earth pueden verse la serie de represos que la compañía ha construido, represos emisores de polvo venenoso que tiene a esa población minera con el más alto índice de enfermedades cancerígenas en el país.  Pero no es la única área afectada, en iguales condiciones está la mina La Caridad de Nacozari, que mediante un acueducto  para operar, extrae 44 millones de metros cúbicos de río Yaqui.

En el año de 2007, en mayo, poco antes de que estallara la huelga que hoy todavía está vigente y sostenida por la Sección 65 del Sindicato Minero, uno de los conflictos entre sindicalistas y empresa se dio porque el represo del "cerro del mosco" al bombear el agua hacia la concentradora que está dentro de la mina, tanto el ácido sulfúrico como los metales prácticamente se comieron los conductos de la concentradora, inutilizándola, pérdida que el consorcio quiso cobrarle a los mineros, cuando en realidad el mantenimiento de los represos y las pilas estaba y sigue estando a cargo de llamadas compañías terceras. En la historia de la concesión al grupo de Larrea, los derrames por descuido, poca inversión y desprecio hacia la seguridad de los sonorenses han sido una constante, así sean menores o mayores y siempre se conducen hacia el río Sonora. La catástrofe que ahora enfrentamos es de una gravedad que no pudo ser ocultada a pesar del comportamiento criminal de Grupo México al no avisar con tiempo pensando estúpidamente que la población no se daría cuenta. Ahora, el problema es para la ciudad de Hermosillo porque la presa El Molinito abastece a una buena parte de su población. Conagua, Semarnat, la Profepa, Protección civil y gobierno del estado de Sonora no deben hacerse de la vista gorda ante el problema. Especialmente el gobernador debe abanderar la exigencia no solamente de la reparación de los daños, sino de exigir muestreos y pruebas de laboratorio independentes antes de volver a abrir El Molinito.

  Como se ve hoy domingo 17 de agosto, la prensa especializada en distorsionar la verdad como El Imparcial empieza a recular, intentando ocultar la gravedad de los acontecimientos. ¿Cuál es el porcentaje de la población de Hermosillo que no alcanza a tomar agua embotellada?. ¿Qué les vamos a decir a ellos, a sus hijos cuando las enfermedades y la muerte empiecen a aparecer?. ¿Por qué permitimos que el Grupo México envenene nuestra agua, devaste las sierras y vuelva inservibles nuestra tierra?. ¿Qué nos falta para reaccionar?. ¿Qué hace falta para echarlos fuera de Sonora?.  ¿De qué mierda estamos hechos?.

Hermosillo, Sonora, México, 17 de agosto de 2014
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