22 de abril – El año próximo, si todo sale bien, Arabia Saudita comenzará la producción en el mayor yacimiento petrolero que se haya encontrado en el mundo desde fines de la década de 1970. Se espera que el complejo Khurais, que se extiende por debajo de un conjunto de dunas rojizas y planicies rocosas de aproximadamente cinco veces el tamaño del Distrito Federal, añada 1.2 millones de barriles diarios a un mercado petrolero que se encuentra entre la creciente demanda y la escasez de nuevos descubrimientos significativos. Estas fuerzas gemelas han llevado los precios del petróleo a máximos históricos, y establecieron el récord de 117.48 dólares por barril el pasado 21 de abril. Sin embargo, el proyecto también ilustra un aspecto más oscuro: hasta en Arabia Saudita, donde existe más de una cuarta parte de las reservas recuperables de petróleo del mundo, la era de la extracción sencilla y barata ya pasó. Para explotar Khurais, Saudi Arabian Oil (conocida como Aramco) inició el mayor proyecto de movimiento de agua y tierra de su historia. Invertirá hasta 15,000 millones de dólares en una vasta red de oleoductos, instalaciones de tratamiento, pozos horizontales profundos y sistemas de inyección de agua, en lo que llama "uno de los mayores proyectos industriales del mundo que se realizan en la actualidad". Además, este proyecto comienza la explotación de una de sus últimas grandes reservas. Después de Khurais, a Arabia Saudita sólo le quedará por desarrollar un megacampo conocido: el aún más difícil Manifa, en las aguas del Golfo Pérsico. Gran parte de las reservas del reino, más allá de estos últimos, residen en campos avejentados o en yacimientos más pequeños. "Khurais y Manifa son los últimos gigantes de Arabia Saudita", dijo Sadad al-Husseini, exvicepresidente de exploración petrolera de Aramco. "Es seguro que descubriremos decenas de campos más pequeños, pero después de éstos, estaremos pescando peces cada vez más pequeños". El proyecto Khurais es la base de un gran esfuerzo de Arabia Saudita por evitar la baja natural de la producción en los campos antiguos, mientras trata de conservar su estatus como la única válvula de seguridad petrolera del mundo. Para lograrlo, Aramco hace grandes esfuerzos para aumentar su capacidad total de producción hasta 12.5 millones de barriles diarios, del nivel actual, de poco más de 11 millones. Hace años, los funcionarios sauditas dijeron que podrían elevar la producción a 15 millones de barriles diarios y sostenerla durante décadas, en caso necesario. Pero durante cierto tiempo han señalado que se quedarían en 12.5 millones de barriles. Alí Naimi, ministro de petróleo, dijo a la publicación londinense Petroleum Argus que Arabia Saudita considera que el abasto de combustibles alternos y la demanda global muestran que el mundo no necesitará más petróleo saudita sino hasta 2020. Sin embargo, Arabia Saudita está bajo presión para aumentar su producción, en un momento en el que el mundo lucha por satisfacer la creciente demanda, que la Agencia Internacional de Energía pronostica que llegará a 99 millones de barriles diarios en 2015, en comparación con 87 millones este año. Además, con la producción en México, Venezuela, el Mar del Norte y Rusia a la baja o estancada, todo el mundo espera que los sauditas llenen gran parte de ese vacío, aunque la demanda ha crecido en el propio reino. Desde hace tiempo, los analistas petroleros que temen sobre el abasto futuro se concentran en el gigantesco campo petrolero Ghawar, por mucho el mayor y más productivo del mundo. Desde su descubrimiento en 1948, Ghawar ha aportado la mayor parte del petróleo saudita. Gracias a una extensa perforación y a la masiva inyección de agua para aumentar la presión del subsuelo, Ghawar aún rinde más de cinco millones de barriles diarios, más de la mitad de la producción saudita. . . y casi 6% de la producción total del mundo. Pero para muchos escépticos, el campo Khurais se ha convertido en la prueba definitiva sobre la salud o enfermedad de la parcela petrolera del mundo. Es muy grande el escepticismo sobre si Arabia Saudita podrá superar los numerosos retos, tanto geológicos como económicos, para convertir a Khurais en lo que esperan que se convierta los funcionarios sauditas: el cuarto campo petrolero más productivo del mundo, después de Ghawar, Burgan en Kuwait y Cantarell en México. "Éste es el grande", dijo Matthew Simmons, banquero de inversiones en firmas de energía de Houston, y cuyo libro de 2005 "Twilight in the Desert" cuestionó esta proeza petrolera de Aramco. "Si Khurais no satisface las expectativas, entonces Arabia Saudita tendrá problemas para cumplir sus promesas". Los geólogos de Aramco descubrieron este campo en 1957, aproximadamente a 100 kilómetros al oeste de Ghawar. Aramco puso a Khurais en producción limitada durante un breve lapso de 1959, y después pospuso de manera indefinida la explotación. Durante su recuperación, cuando los precios del petróleo se dispararon a principios de la década de 1970, el campo alcanzó un máximo de 150,000 barriles diarios por poco tiempo en 1981, antes de que Aramco lo volviera a cerrar. "Era una producción simbólica, sobre todo suficiente para ayudar a abastecer de electricidad a Riad y mantener fresco el palacio del rey", dijo Jack Zagar, ingeniero de depósitos petroleros, que trabajó para Aramco en Khurais a fines de la década de 1970. Al principio, los funcionarios sauditas esperaban que Khurais se convirtiera en otro Ghawar. Los años de evaluación demostraron otra cosa. Los geólogos de Aramco descubrieron que tenía muy poca presión natural, fundamental para extraer el petróleo del subsuelo. El petróleo que contiene el estrato rocoso está muy profundo en el subsuelo, y es mucho más difícil de extraer que el Ghawar. "Resultó que", dijo Aramco en una declaración reciente, "Khurais era mucho menor y de calidad inferior a Ghawar". Los funcionarios sauditas no accedieron a las solicitudes para hablar sobre el proyecto Khurais. Esta narración se basa en entrevistas con ex funcionarios de Aramco, así como en declaraciones públicas de Aramco. Los funcionarios petroleros sauditas titubearon durante años sobre la forma de enfrentar el enorme desafío y el gasto de desarrollar por completo a Khurais. Los ingenieros de yacimiento iniciaron un estudio detallado del campo en 2001. La conclusión: la única manera de revitalizar Khurais y hacer que fluya petróleo en cantidades suficientes es que el petróleo salga bajo presión inyectando cantidades masivas de agua de mar. Se descartó el inyectar gas natural, ya que las necesidades de gas del reino, para generar electricidad, aumentan. Pero la necesidad de inyectar agua supuso varias complicaciones. El complejo Khurais, que incluye a los campos satélites más pequeños de Abu Jifan y Mazalij al sur, está lejos de la mayoría de los lugares donde se encuentra la infraestructura petrolera del reino. Por ello, sería preciso tender varios cientos de kilómetros de tubería para distribuir agua de mar altamente filtrada del Golfo Pérsico, a casi 200 kilómetros al oriente. Un masivo programa de inyección de agua requeriría que Aramco rodeara al complejo con más de 100 pozos de inyección. Además, Aramco tendría que dominar la compleja geología del campo, en toda su superficie de 7,000 kilómetros cuadrados, no sólo para saber dónde perforar, sino también para asegurarse que la inyección de agua no inunda los pozos petroleros. "Sabíamos que Khurais era un campo difícil y de muchos retos", dijo Nansen Saleri, director de administración de yacimientos de Aramco en ese tiempo, quien dejó la empresa en septiembre y que ahora tiene su propia firma en Houston. "El truco es conocer Khurais hasta su más mínimo detalle". Para eso, los sismólogos de Aramco pasaron 20 meses tomando 2.8 millones de imágenes tridimensionales del estrato subterráneo del campo, por un lado para rastrear cualquier fractura en la roca que pudiera causar problemas más adelante. Este ha sido el más ambicioso programa de mapas subterráneos de Aramco. Con estos datos, la empresa creó modelos para simular cómo respondería el campo a la inyección de agua. En 2005, al aumentar la demanda y los precios del petróleo, Aramco decidió seguir adelante con el proyecto Khurais. Contrató a Halliburton para perforar pozos. Se integró a SNC Lavalin Group de Canadá y a Saipem de Italia, unidad de Eni, para manejar el trabajo de inyección de agua. Foster Wheeler, con sede en Nueva Jersey fue nombrado director del proyecto. Se contrató a muchas más empresas para tender la tubería y construir una pequeña ciudad petrolera en medio del desierto. El costo total estimado, en ese tiempo, era 6,000 millones de dólares. Para Saleri, el proyecto Khurais se ha convertido en un símbolo de los avances tecnológicos que logró Aramco en la década pasada. "Este será el campo petrolero más grande e inteligente que haya visto el mundo", dijo. Halliburton perfora más de 300 pozos para llegar a un kilómetro y medio de profundidad, que después se extenderán horizontalmente en la roca. Se podrá guiar a cada uno de ellos, de manera electrónica, hasta casi 60 centímetros de dónde está el petróleo, con base en una tecnología conocida como geodireccionamiento. Para que salga el petróleo, Halliburton perfora 125 pozos de inyección de agua e instala docenas de bombas eléctricas sumergibles. Saleri dijo que también insistió en que se perforaran docenas de pozos de observación, para que sofisticados sensores puedan supervisar lo que sucede en el subsuelo. Una vez que el campo esté en operación, los ingenieros de yacimiento podrán rastrearlo segundo a segundo desde el enorme centro de control de Aramco, ubicado en Dhahran, aproximadamente a 240 kilómetros al noreste. Sin embargo, toda esta genialidad también subraya las muchas peculiaridades y debilidades de Khurais. Para compensar la falta de presión interna del campo, Aramco planea inyectar 2.4 millones de barriles diarios de agua de mar en sus estructuras subterráneas, es decir, casi dos barriles de agua por cada barril de petróleo que espera extraer. En comparación, Aramco puso por primera vez al poderoso Ghawar bajo inyección limitada de agua en la década de 1960, antes de recurrir a la inyección a gran escala a finales de la de 1970. Traducido por Luis Cedillo Editado por Juan Carlos Jolly
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Fecha de publicación: 29/04/2008 |
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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