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En particular, la mayoría de los analistas consideran que existe una alta probabilidad de que la economía de EU sufra una recesión", por lo que "los riesgos a la baja para el crecimiento de nuestro país se han incrementado".
Pocas horas después de este comunicado, en EU se anunció la intervención de emergencia de la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro para evitar el colapso de Bear Stearns, el quinto banco de inversión más grande de ese país, así como una nueva inyección masiva de liquidez por parte de varios bancos centrales de países desarrollados. Después siguió una nueva baja de 75 puntos base (la sexta desde septiembre) de la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal.
Más que tratar de evitar la recesión económica, estas medidas lo que pretenden es evitar una crisis financiera que lleve a una profunda y larga recesión en EU, puesto que todo indica que en la práctica su economía ya entró a una recesión. El pronunciamiento oficial por parte del National Bureau of Economic Research (NBER) seguramente será dentro de algunos meses, pero los indicadores de actividad económica que toma en cuenta para su evaluación configuran ya una situación recesiva. Por ello, la principal incógnita actual es, ¿qué tan profunda será?, y ¿cuánto tiempo durará?
No obstante, de manera sorprendente hace pocos días los presidentes de dos importantes organismos cúpula del sector privado nacional anunciaron una mejoría en sus expectativas de crecimiento para este año. Los presidentes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) señalaron que la situación de las empresas mexicanas hasta mediados de marzo ha sido mejor de lo que esperaban y que "los presagios de finales del año pasado de que se iba a acabar el mundo no ocurrió" (sic).
En consecuencia, ambos líderes coincidieron en que es factible que la economía mexicana crezca más del 3% en 2008, cuando el consenso de analistas privados es actualmente de 2.77%, y tanto el Banco de México como la Secretaría de Hacienda revisaron a la baja sus pronósticos hace apenas un mes (a 2.75-3.25% y 2.8%, respectivamente).
Frente a este escenario de los líderes empresariales la pregunta obvia es si efectivamente ha habido un excesivo pesimismo en torno a las expectativas económicas de México para este año. La información disponible para los primeros dos meses del año es todavía escasa, aunque ciertamente apunta en el sentido de que todavía no existieron indicios de una desaceleración importante de la actividad económica en nuestro país.
En particular, el indicador más positivo ha sido la recuperación en el ritmo de crecimiento de la producción manufacturera (3.7% anual en enero), lo que se explica principalmente por el fuerte dinamismo de la industria automotriz. Sin embargo, este comportamiento se debe exclusivamente a que en los dos primeros meses del año sus exportaciones aumentaron en 29.4% en comparación a igual período de 2007, en tanto que las ventas en el mercado interno prácticamente no crecieron (+0.1%).
Dado que las exportaciones de vehículos son mayoritariamente a EU, es evidente que el punto central es si podemos esperar que continúe este dinamismo el resto del año. Pero esto es muy poco probable, ya que la venta de autos en ese país disminuyó 2.6%, en promedio en los últimos 3 meses (diciembre a febrero) y la contracción tuvo una clara tendencia a acentuarse (-4.7% en febrero).
Aun cuando es posible que las exportaciones mexicanas de vehículos hayan ganado participación de mercado en EU (por la debilidad del dólar, los esquemas de producción compartida, etcétera), ésta sería una explicación parcial y, sobre todo, temporal. Si las ventas de autos en EU continúan contrayéndose, será inevitable la reducción en el ritmo de nuestras exportaciones.
Una tendencia similar se ha observado en el caso de las ventas de artículos electrónicos y electrodomésticos. Estos sectores representan, después de la industria automotriz, el segundo sector manufacturero de exportación más importante de México. Después de haber crecido sus ventas 3.3% durante enero-noviembre del año pasado, en los siguientes tres meses prácticamente se estancaron (0.4%), a pesar de la temporada navideña. Es probable que en los próximos meses comiencen a registrar tasas negativas, lo cual, sin duda, también afectará las exportaciones y el dinamismo del sector industrial mexicano.
En consecuencia, la evolución reciente de la economía estadounidense apunta a que sólo es cuestión de tiempo (meses) para que las exportaciones mexicanas comiencen a mostrar los impactos del estancamiento o contracción del gasto del consumidor estadounidense. Lo que hemos observado hasta ahora es el conocido rezago entre la contracción de la demanda en dicho país y sus impactos en México.
Por lo anterior, el escenario planteado por los líderes empresariales no parece tener mucho sustento. En el mejor de los casos, si las medidas adoptadas por las autoridades estadounidenses logran mitigar la recesión de su economía, cabría esperar una desaceleración temporal de las exportaciones mexicanas y de la economía en su conjunto. Éste es el supuesto central de los pronósticos más recientes de las autoridades mexicanas, y que lleva a un crecimiento del PIB de 3% como máximo.
Pero más allá de un pronóstico económico que pudiera resultar equivocado (los economistas en general han hecho un arte de cómo justificar pronósticos fallidos), hay un par de aspectos de la visión empresarial que son preocupantes.
El primero es un problema de credibilidad. Los líderes sociales, como son los empresariales, influyen no sólo en su sector y entre los agremiados a sus organizaciones, sino también en la opinión pública en general: forman opinión y forman percepciones. En consecuencia, sus pronunciamientos y opiniones públicas en asuntos como los económicos deberían ser lo más objetivos y sustentados posible, sin generar falsas expectativas.
El segundo aspecto preocupante es que implica una visión corto-placista: "Como hasta ahora no hemos sentido impactos adversos, no van a ocurrir." Por lo tanto, vamos bien y no hay de qué preocuparse puesto que "estamos disociados de la economía de EU". Ésta es en realidad una visión de corto plazo y complaciente.
Como atinadamente se señaló recientemente en estas páginas, "La mejor política económica ante la amenaza de una seria, y posiblemente prolongada recesión en EU, es poner el acento en las medidas de largo plazo y la competitividad más que en buscar una disociación inducida que pudiera resultar contraproducente" (De catarros, estornudos y decoupling, L. de la Calle, El Semanario No. 174).
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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