jueves, 3 de abril de 2008

BUTÁN . BRAVO¡¡¡ sera posible?

 
por Stan Sesser
Dow Jones Newswires 

Thimphu, Bután, 24 de marzo – Ahora que Bután se prepara para evaluar los niveles de felicidad del reino, es posible que haya un grupo demográfico que no sonría: los fumadores.

Año con año, países de todo el mundo imponen cada vez más restricciones a los fumadores, como nuevos impuestos y advertencias médicas, así como limitaciones sobre dónde pueden fumar y cómo se deben anunciar los cigarrillos. Pero Bután ha dado un paso extremo: prohibir la venta de todo producto derivado del tabaco.

A pesar de que aún es legal fumar, la única manera legal de adquirir cigarrillos es traer un paquete –el límite máximo permitido – por tierra desde el extranjero, la vecina India, o en uno de los dos aviones de Druk Air, la línea aérea nacional. Quienes traen cigarrillos al país deben pagar aranceles e impuestos que equivalen a 200% de su precio.

La proscripción, que ya tiene tres años de antigüedad, es una de las muchas políticas resultado del concepto de Felicidad Nacional Bruta de Bután, cuya meta es mantener felices a sus habitantes al proteger el medio ambiente y conservar las tradiciones culturales. Sin embargo, el gobierno también tuvo razones más tangibles para imponer tal prohibición: Bután proporciona cuidados médicos universales, y la carga que supone tratar las enfermedades relacionadas con el tabaquismo es algo que no se pueden dar el lujo de sufragar. "Sin el tabaquismo, el costo de los servicios médicos sería mucho menor", dijo Dorji Wangchuk, director general de servicios médicos del ministerio de salud de Bután.

Esta decisión podría convertir a Bután en un laboratorio para probar si legislar la proscripción de la venta de cigarrillos ayudará a las personas a dejar el hábito.

No obstante, como laboratorio para imponer una medida tan drástica, este lugar dista mucho de ser ideal. Aun si el gobierno tuviera dinero para realizar una encuesta sobre qué tanto ha disminuido el tabaquismo, sería difícil llevar a cabo dicha tarea. El reino de Bután está conectado por una sola y serpenteante carretera que va de este a oeste, tan estrecha que cuando pasan dos vehículos es necesario que uno se desvíe al acotamiento. Muchas poblaciones están por lo menos a un día de caminata de la carretera más cercana.

Además, los cigarrillos aún se pueden adquirir en el mercado negro y es posible ver a muchos jóvenes que fuman en las calles de Thimphu, la capital. Pero el castigo por vender cigarrillos: una multa equivalente a cerca de 260 dólares y la suspensión de la licencia de la tienda, es tan severa, que una tienda sólo venderá a los clientes normales que reconozca el tendero, de acuerdo con algunos fumadores locales.

"Lo ven a uno a la cara y, si no lo reconocen, no le venden", dijo un estudiante universitario en Thimphu, quien dice que fuma sin el conocimiento de sus padres.

El precio de los cigarrillos ha aumentado, de cinco centavos de dólar cada uno antes de la prohibición, hasta 13 centavos en el mercado negro, es decir, 2.60 dólares para alguien que fuma un paquete diario. Esta cantidad no es pequeña en un país cuyo ingreso per capita es de 879 dólares anuales. El solo aumento del precio representa un obstáculo formidable para evitar que los jóvenes adopten el hábito.

Pasang Tobgay, un ingeniero eléctrico de 28 años y que vive en la población sureña de Damphu, es uno de muchos exfumadores. Mantenía a su esposa y dos hijos con un ingreso de 235 dólares mensuales, pero de esa cantidad gastaba 40 dólares en cigarrillos. En sus frecuentes viajes a Thimphu, no podía mantener su hábito, debido a que ninguna tienda lo conocía tan bien como para arriesgarse a venderle. La gota que derramó el vaso fue cuando el abad que preside la jerarquía budista en Bután fue a hablar a Damphu. "Dijo que fumar era un pecado", dice Pasang Tobgay. "Soy un ferviente budista y dejé de fumar por mi religión".

Aún no hay estadísticas confiables, pero de acuerdo con algunas reseñas, la prohibición ha tenido un impacto sustancial en el tabaquismo. En una reciente visita a la ciudad sureña de Phuentsholing, donde los cigarrillos se están libremente disponibles en el lado hindú de la frontera, había muchos menos fumadores del lado de Bután.

"No hemos realizado estudios detallados, pero sí hay un impacto obvio", dijo el Dr. Dorji Wangchuk, del ministerio de salud. "Antes de la prohibición, las tasas de bronquitis y enfisemas pulmonares aumentaban, y ahora disminuyen".

El gobierno ahora considera instituir recompensas para los informadores, a fin de poder actuar contra las tiendas que venden cigarrillos de manera ilegal. Pero también hay un gran vacío legal a considerar: el castigo por vender cigarrillos es la suspensión de la licencia de la tienda, por lo que no hay riesgo para quienes los guardan de contrabando en su casa y los venden de puerta en puerta. Las restricciones presupuestales del país no permiten iniciar un programa contra el tabaquismo y dar a los fumadores parches y goma de mascar con nicotina como ayuda para que dejen de fumar.

Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly

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Fecha de publicación: 02/04/2008
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