Musas y la violación de la Ley
José Darío Arredondo López
Hermosillo, Sonora, México
En el tremendo y truculento caso conocido como Proyecto Musas, se observan algunas cuestiones que nos dan idea de que a alguien le faltó algo así como 80 centavos para ser un peso, unidad necesaria pero no suficiente como medio de pago legal y, en otras formas de interpretación referidas a los atributos de una persona, para cumplir cabalmente las funciones y responsabilidades inherentes al cargo de presidente municipal de Hermosillo.
Como la intención no es la de despotricar en contra del mal gobierno y los que lo hacen posible, sino puntualizar algunos aspectos que darían luz respecto al asunto que nos convoca, le comento lo siguiente: el Plan Municipal de Desarrollo de Hermosillo, señala en su capítulo sobre desarrollo urbano (p. 37) que "nuestro municipio adolece de espacios públicos arbolados suficientes que nos ayuden a mitigar los problemas propios de nuestro clima. Para remediar esto, se requiere enfocar los trabajos futuros a generar áreas naturales protegidas, en grandes espacios y forestar las reservas y áreas deportivas existentes en la actualidad".
La dramática confesión plasmada en el documento (que debiera ser) rector del gobierno de Gándara, se ve complementada con la siguiente consideración: "Por otra parte, se atienden 230.4 hectáreas de parques y jardines, que significan casi el doble de la que se atendía hace 10 años. Aún así, existe un rezago del 50% en cuanto a los índices internacionales de área verde por habitante", y abunda: "En los últimos tres años se plantaron 110,000 árboles y se requiere al menos el triplicar esta cantidad", pero reconoce que "es necesario reponer más árboles en plazas, parques, bulevares, escuelas, laterales de calles y avenidas, espacios deportivos y viviendas, para lo se puede utilizar especies nativas que representan mayores ventajas que otras en cuanto a consumo de agua".
Lo anterior sugiere los siguientes objetivos específicos: "Aprovechar las grandes áreas deportivas y reservas municipales existentes forestando con especies de árboles nativos preferentemente", y "brindar el servicio de mantenimiento a todas las áreas verdes urbanas y rurales". En congruencia, las metas generales que se establecen son: "forestar 13 nuevos grandes espacios" y "otorgar el servicio de mantenimiento para las 230.4 hectáreas actuales y las 270 nuevas que se crearán".
Como puede verse, en el papel parece que tenemos un gobierno comprometido con la comunidad en el sentido que se procuran las condiciones ambientales que permitan paliar y de ser posible resolver alguna contingencia ambiental que repercuta en una población que tiene que lidiar con un clima desértico semicálido en su región costera con temperaturas de cero grados en invierno y máximas de 48 a 50 grados en julio y agosto, mientras que en la segunda región climatológica municipal tenemos un clima seco, cálido y extremoso con temperaturas medias de 14 a 16 grados en enero y febrero, mientras que en julio y agosto se tienen temperaturas de 31 hasta 51 grados.
El hecho de que se reconozca que tenemos un rezago en áreas verdes por habitante que llega al 50 por ciento, debiera ser fuente de alarma y del firme propósito de la administración de cubrir el faltante, redoblando las acciones de forestación y de preservación de los espacios existentes, pero el señor Gándara nos regala la posibilidad de ser un mal ejemplo internacional por la destrucción de áreas verdes.
La gravedad de problema no se reduce al impacto ambiental de la deforestación pactada entre el jefe del Ejecutivo estatal y el presidente municipal de Hermosillo, más el grupo de apoyadores oficiosos en este asunto, sino al evidente incumplimiento del Plan Municipal de Desarrollo (PMD), documento que una vez aprobado y publicado en el Boletín Oficial del Gobierno del Estado, se convierte en norma obligatoria, según lo señala el artículo 28 de la Ley de Planeación del Estado de Sonora, que a la letra dice: "Una vez aprobado el Plan y sus programas, por el Ayuntamiento, serán obligatorios para la administración pública municipal, en el ámbito de su respectiva competencia."
Si es obligatorio el cumplimiento del PMD, entonces ¿de qué se trata el atentado contra el parque Villa de Seris, si no de una violación no sólo ecológica sino atinente al gobierno y la administración municipal?
La asombrosa violación a la Ley de Planeación puede ser causa fundada de responsabilidad pública por parte del gobierno municipal en tanto omiso al cumplimiento de una obligación legal inherente a su cargo. Si así están las cosas, tendríamos en la presidencia municipal a un transgresor de la ley, que debe ser sancionado conforme a derecho.
Por mientras, queda demostrada la responsabilidad de Gándara en el incumplimiento de su propio PMD, al no proveer lo necesario a la preservación de áreas verdes que son menos de las que debiéramos tener, y contra toda lógica, ser culpable a los ojos de la comunidad hermosillense de destruir un área arbolada de considerable extensión como es el parque de Villa de Seris, valiéndose de la fuerza pública para reprimir y encarcelar a los defensores del parque.
En este sentido, ¿a quién corresponde la sanción? ¿Quién defiende realmente los intereses de la comunidad? ¿Quién observa y promueve el estricto cumplimiento de la ley al proteger un área verde reconocida como necesaria por criterios internacionales que recoge el PMD de Hermosillo?
La comunidad hermosillense debe revisar los compromisos políticos y legales de la administración de Gándara, violados flagrantemente en el caso Musas, y contra la propia ley de Planeación del Estado de Sonora. ¿Usted qué opina?
Correo electrónico: dalmx@yahoo.com
"Todo necio confunde valor y precio", frase, Antonio Machado
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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