martes, 29 de junio de 2010

AFGANISTAN, LA GUERRA PERDIDA MAS LONGEVA

 
por James Petras*

A pesar de casi diez años de guerra, incluidas una invasión y una ocupación, el ejército estadounidense, sus aliados y las fuerzas armadas de los estados clientelistas están perdiendo la guerra en Afganistán. Exceptuando los distritos centrales de algunas ciudades y las fortalezas militares, la resistencia nacional afgana, con todas sus complejas alianzas nacionales, regionales y locales, controla el territorio, el pueblo y la administración

Introducción

Esta guerra sin fin representa el mayor sangrado para la moral de las fuerzas armadas estadounidenses, socavando el apoyo civil dentro del país y limitando la capacidad de la Casa Blanca para emprender nuevas guerras imperiales.

El desembolso militar anual de miles de millones de dólares está agravando el déficit presupuestario desaforado e impulsando duros recortes impopulares en los programas sociales a todos los niveles gubernamentales.

No se vislumbra el fin, mientras el régimen de Obama sigue aumentando en decenas de miles el número de soldados desplegados y en decenas de miles de millones los desembolsos militares, pero la resistencia avanza, tanto militar como políticamente.

Confrontados con el creciente descontento popular y las demandas de control fiscal por parte de un amplio espectro de grupos ciudadanos y bancarios, Obama y el mando general han buscado una «salida parcial» mediante el reclutamiento y entrenamiento de un ejército mercenario y una policía afganos, a gran escala y largo plazo, bajo el mando de oficiales estadounidenses y de la OTAN.

La estrategia estadounidense: cómo se crea una neocolonia afgana

Entre 2001y 2010, el desembolso militar estadounidense suma 428.000 millones de dólares; la ocupación colonial se ha cobrado más de 7.228 muertos y heridos (estadounidenses, N. de T.) hasta el 1 de junio de 2010.

A medida que la situación militar estadounidense se deteriora, la Casa Blanca incrementa el número de soldados, aumentándose a su vez el número de muertos y heridos. Durante los últimos 18 meses del régimen de Obama, ha habido más muertos o heridos que en los ocho años anteriores.

La estrategia del Pentágono y la Casa Blanca se basa en el flujo masivo de dinero y armas y un incremento del número de sustitutos, señores de la guerra subvencionados y expatriados títeres educados en Occidente.

La «ayuda al desarrollo» de la Casa Blanca implica, literalmente, la compra de las lealtades efímeras de los líderes de los clanes. La Casa Blanca aparenta legitimidad celebrando elecciones, lo que acentúa la imagen corrupta del beneficiado régimen títere de Kabul y sus socios regionales.

En el terreno militar, el Pentágono emprende una «ofensiva» detrás de otra, anunciando un éxito detrás de otro, seguida de una retirada y el retorno de los combatientes de la Resistencia.

Las campañas militares estadounidenses interrumpen el comercio, las cosechas y los mercados agrícolas, mientras que los ataques aéreos dirigidos a los talibanes y guerrilleros generalmente terminan matando a civiles que están celebrando bodas y fiestas religiosas o comprando en los mercados.

La razón del alto porcentaje de asesinatos de civiles es evidente para todos menos para los generales estadounidenses: no hay distinción entre «militantes» y los millones de civiles afganos, ya que los primeros forman parte esencial de sus comunidades.

El problema clave y decisivo de la ocupación estadounidense es que Afganistán es un enclave colonial dentro de un pueblo colonizado. Los Estados Unidos, sus títeres locales y los aliados de la OTAN forman un ejército colonial extranjero y se considera a los policías y militares afganos reclutados como simples instrumentos de la perpetuación del gobierno ilegítimo.

Cada acción, violenta o no, se percibe e interpreta como la trasgresión de normas y legados históricos de un pueblo independiente y orgulloso.

En la vida diaria, cada movimiento de la potencia ocupante es destructivo; nada se mueve sin el permiso del mando militar y policial dirigido por los extranjeros. Bajo amenaza, la gente finge cooperación con la potencia ocupante para luego dar asistencia a sus padres, hermanos e hijos en la Resistencia.

Los hombres reclutados cogen el dinero y entregan sus armas a la Resistencia. Los informadores en los pueblos son agentes dobles o son identificados por sus vecinos y llegan a ser objetivo de los insurgentes.

Los colaboradores afganos, los aliados más cercanos de Washington, se ven como traidores corruptos, gobernadores transitorios que siempre tienen las maletas hechas y los pasaportes estadounidenses a mano por si tienen que huir cuando les toca hacer lo mismo a los estadounidenses. Todos los programas, los fondos de «reconstrucción», las misiones de formación y los «programas cívicos» han fracasado en su propósito de ganar la lealtad del pueblo afgano, antes, ahora y en el futuro, porque se les ve como parte de la ocupación militar estadounidense que está fundamentada en último término en la violencia.

Diez razones de por qué ganará la Resistencia afgana

 1. La Resistencia tiene profundas raíces en la población –una comunidad basada en la familia y unos vínculos culturales y lingüísticos que Estados Unidos no posee ni puede «inventar», comprar, comercializar ni replicar mediante sus «colaboradores» afganos ni imponer por medios propagandísticos.

 2. La Resistencia tiene fronteras fluidas y un amplio apoyo internacional, especialmente en Pakistán, pero sobre todo por parte de otros grupos islámicos antiimperialistas que proveen armas y voluntarios y participan activamente en los ataques a las vías de transporte logístico a los soldados USA-OTAN en Pakistán. Estos grupos también ejercen presión sobre los regímenes clientelistas de Estados Unidos en el extranjero, tales como Pakistán, Arabia Saudí, Yemen y Somalia, abriendo así múltiples frentes.

 3. Una amplia infiltración y el apoyo pasivo, activo y voluntario de la Resistencia entre los soldados y policías afganos reclutados y entrenados por los Estados Unidos se convierten en labores cruciales de inteligencia sobre los movimientos de tropas. Las deserciones y el absentismo menoscaban la «competencia militar».

 4. El alcance y la amplitud de la actividad de la Resistencia superan las posibilidades actuales de los ejércitos imperiales y obliga a éstos a depender de los cuerpos de seguridad afganos, remisos a matar a sus propios hermanos, sobre todo cuando las operaciones están dirigidas a comunidades donde viven parientes o congéneres étnicos.

 5. Los aliados de la Resistencia son más leales, dignos de confianza y menos corruptos, ya que comparten profundas creencias. Los aliados estadounidenses sólo son leales debido a las gratificaciones monetarias efímeras que reciben y a la presencia provisional de las fuerzas militares estadounidenses.

 6. La Resistencia es atractiva para el pueblo porque representa el retorno de la ley y el orden a la vida cotidiana presentes antes de la invasión desestabilizadora. La promesa estadounidense de que habría consecuencias positivas al final de una guerra realizada con éxito no tiene ninguna resonancia popular después de un decenio interminable de ocupación destructiva.

 7. Los Estados Unidos no tienen valores comparables con el atractivo tradicionalista-nacionalista-religioso de la Resistencia para la gran mayoría del pueblo, la gente de los pueblos, la de las ciudades y los desplazados.

 8. El apoyo de la Resistencia a los iraquíes, los palestinos y otras fuerzas antiimperialistas, tiene un atractivo positivo entre el pueblo afgano que ha padecido los resultados destructivos de las guerras emprendidas en Iraq y encomendadas en Pakistán, Somalia y Yemen. Las agresiones israelíes respaldadas por los Estados Unidos y realizadas contra Líbano y el barco que portaba ayuda humanitaria a Palestina, y la presencia altamente visible de militantes sionistas en el Gobierno estadounidense causan rechazo a los afganos más informados políticamente.

 9. Los afganos tienen, debido a la fuerza de la costumbre, mayor resistencia contra la ocupación militar estadounidense que el pueblo de Estados Unidos, que tiene necesidades más urgentes, y que el propio ejército, que tiene crecientes compromisos en la zona del Golfo.

 10. La resistencia afgana no suele matar a civiles durantes sus operaciones, ya que los soldados estadounidenses y de la OTAN van perfectamente identificados. En cambio, no sucede lo mismo en el bando contrario. Los afganos que viven en los pueblos de las comunidades ocupadas son objeto de asesinatos por parte de las «fuerzas especiales» y de bombardeos de los aviones teledirigidos. En estas circunstancias, la gente corriente sufre las mismas agresiones militares que los combatientes de la Resistencia.

Una misión fallida: la incapacidad de construir un ejército mercenario afgano eficaz y de confianza

Una auditoría realizada por el Gobierno estadounidense publicada en este mes de junio echó por tierra la afirmación del régimen de Obama de que está consiguiendo construir un ejército mercenario afgano efectivo y una policía afgana capaz de reforzar el actual régimen clientelista de Kabul.

El informe, basado en un análisis detallado e investigaciones sobre el terreno, argumenta que el Pentágono de Obama se apoya en «pautas tristemente inadecuadas al inflar las habilidades de las unidades afganas que Obama describió como cruciales para la operación» (Financial Times, 7 de junio de 2010).

En otras palabras, Obama sigue jugando al engaño que ejerció durante la campaña electoral con sus falsas promesas de «cambio» y el «final de las guerras» y que continuó con el rescate de Wall Street en nombre de la «salvación de la economía». Luego siguió con el envío de 30.000 soldados más a Afganistán y el incremento del gasto militar y policial hasta los 325.500 millones de dólares, aproximadamente un 132% más que el último año del Gobierno de Bush (Servicio de Investigación del Congreso, FY 2010 Presupuesto complementario para las Guerras de junio de 2010).

Las falsas afirmaciones de progreso del Gobierno de Obama se basaron en criterios técnicos y burocráticos más que en el actual rendimiento y comportamiento combativos del ejército mercenario afgano.

Los informes de progreso del mando militar se basaron en cuántos cursillos se habían impartido, la duración y el alcance del entrenamiento y la cantidad y calidad de los equipos y armas proporcionados a los soldados afganos.

A medida que se incrementaba el número de unidades afganas en formación, de cero a 22 entre 2008 y 2009, el Pentágono afirmó que el progreso había sido extraordinario. Para corregir los errores, el Pentágono solicitó a los comandantes que realizaran «valoraciones sobre el terreno» –que también fallaron porque los oficiales tenían gran interés en inflar el rendimiento de los mercenarios afganos bajo su mando con el fin de procurarse las promociones y las medallas al mérito-

El régimen de Obama proyecta incrementar el número de soldados afganos de 97.000 en noviembre de 2009 a 134.000 en octubre de 2010 y 171.000 en octubre de 2011, un aumento del 75% en dos años (Servicio de Investigación del Congreso, página 13). El mismo incremento está previsto para la policía: de 93.800 en noviembre de 2009 a 134.000 en octubre de 2010, un 43% más.

La afirmación de Obama de que [la gestión de] la guerra se está entregando gradualmente al ejército afgano entrenado por Estados Unidos se desmiente totalmente con otros dos hechos básicos. La Casa Blanca ha solicitado 1.900 millones de dólares –el doble del importe de 2009 bajo el Gobierno de Bush- para la construcción militar de nuevas bases e instalaciones, previendo una «presencia a largo plazo» (que el estafador Obama afirma que no significa una «presencia permanente»).

En segundo lugar, utilizando el engaño habitual del régimen de Obama, el Secretario de Defensa Gates y el Almirante Mullen, Presidente del Estado Mayor Conjunto, ahora afirman que la promesa hecha durante la campaña de Obama de empezar a retirar a los soldados en julio de 2010 en realidad significa «cuando iniciemos la transición... no la fecha de retirada», basada a su vez en «las condiciones sobre el terreno... un proceso de varios años» (véase el testimonio de Gates ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado del 2 de diciembre de 2009).

En lenguaje corriente, «iniciar la transición» no es «partir». Significa quedarse, combatir y ocupar Afganistán durante decenios. Significa enviar a más soldados y construir más bases. Significa gastar otros 400.000 millones de dólares durante los próximos 5 años. Y significa doblar el número de soldados estadounidenses muertos y heridos durante los próximos 3 años, de más de 7.000 a 14.000.

Los criterios de éxito al «afganizar» la guerra se desmienten al «americanizar» cada vez más las bases, las tropas de combate y los desembolsos. La razón es que los datos correspondientes al ejército afgano son tan falsos como las promesas de Obama.

El personal estadounidense contratado crece porque los títeres políticos afganos son tan corruptos, ineficaces y odiados por su propio pueblo que Washington tiene que arroparlos con «monitores», «asesores» y «operarios», quienes a su vez son absolutamente incapaces de conectar con las necesidades y prácticas de las comunidades. Este incremento de «ayuda» estadounidense ha causado más corrupción, más promesas incumplidas y mayor animosidad por parte de los posibles beneficiarios.

El problema fundamental es que ésta es una guerra estadounidense, y es la razón por la que las unidades afganas padecen bajas de un 50% debido a una tasa de deserción de al menos un 20%, cifra reconocida por los oficiales militares estadounidenses (Investigación del Congreso, página 14). Es decir, los afganos reclutados cogen el dinero y las armas y vuelven a sus pueblos, barrios y familias y, no pocos, haciendo uso de su entrenamiento militar, se unen a la Resistencia Nacional.

Teniendo en cuenta estos altos niveles de desafección entre los afganos reclutados, incluso entre los oficiales, no sorprende que la Resistencia posea tan buenos conocimientos sobre los movimientos de los soldados estadounidenses. Dado el grado de desafección, no sorprende que algunos de los colaboradores en inteligencia estadounidense sean agentes dobles o vulnerables a ser descubiertos y ejecutados.

Ante un programa de reclutamiento de mil millones de dólares con altas tasas de deserción y el hecho de que los reclutados se vuelven contra sus mentores, la Casa Blanca, el Pentágono y el Congreso se niegan a reconocer la realidad: que la fuente de resistencia popular son las ocupaciones imperiales. En cambio, piden más gente para entrenar, más fondos para los «programas de entrenamiento» y más contratistas de mercenarios «transparentes».

La realidad es que a pesar de una mayor ocupación por parte de los estadounidenses y los crecientes desembolsos militares, la Resistencia crece, rodea las grandes ciudades, escoge como objetivo las reuniones en el centro de Kabul y las bases militares estadounidenses repartidas por todo el país. Es evidente que los Estados Unidos han perdido la guerra políticamente y están a punto de perderla militarmente.

A pesar de la tecnología militar más avanzada, de los aviones teledirigidos, de las fuerzas especiales, del incremento en el número de soldados en formación, de los asesores, de las ONG y de la construcción de más bases militares, está ganando la Resistencia.

La Casa Blanca está ganando la hostilidad de la gran mayoría de los afganos al incrementar los millones de desplazados, asesinados y mutilados.

Los asesinatos de civiles están convirtiendo a los militares reclutados en desertores y soldados «en los que no se puede confiar», algunos de los cuales se pasan al «otro bando» como combatientes comprometidos. Igual que en Indochina, Argelia y otros lugares, un ejército resistente guerrillero, popular, altamente motivado y profundamente implantado dentro de la cultura nacional-religiosa de una población oprimida se muestra más resistente, duradero y victorioso que el ejército imperialista, extranjero y provisto de alta tecnología.

La guerra Afgana de Obama, de «dominio o ruina», más pronto que tarde arruinará a los Estados Unidos y pondrá fin a esta presidencia vergonzosa.

--
soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

"LEVANTADOS" LA OTRA CARA DEL NARCOTRAFICO


Primera parte

Levantados, la otra cara del narcotráfico

por Ana Lilia Pérez

Cientos de civiles, campesinos, obreros, comerciantes, jornaleros agrícolas son levantados por comandos armados, corporaciones policiacas y militares, sin que hayan cuentas pendientes ni petición de rescate; las víctimas simplemente desaparecen sin dejar rastro. Es uno de los lados oscuros de la estrategia de guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico 

A plena luz del día, cientos de personas son sustraídas de sus casas, lugares de trabajo, plazas públicas o en trayecto vehicular. Es la geografía del terror que abarca Coahuila, Tamaulipas, Durango, Sinaloa, Baja California, Chihuahua, Nuevo León, Guerrero y Guanajuato, por orden de incidencia.

Son levantados en zonas rurales y urbanas donde no basta con tapiar la casa. Quienes los levantan, como perros de guerra persiguen a su presa hasta debajo de las piedras. La raptan camino a la escuela, cuando hace deporte, o en su casa mientras ve el televisor. No importa si está sola o acompañada, como en los tórridos años de la Revolución Mexicana cuando a los hombres se los llevaba la leva. Éstas son sus historias.

Erick, rumbo a lo desconocido

De niño quiso ser hombre, y en ese vivirse la vida al hilo, recién había cumplido los 16 cuando supo que en unos meses sería papá. Dos bocas que alimentar y él sólo había terminado la secundaria. Su tío Javier Pérez le consiguió empleo como vendedor a cambaceo en la fábrica de pintura Atlanta Duramex, ubicada en San Pedro Xalostoc, Estado de México. En provincia, las ventas son más seguras, así que cuando anunciaron el viaje a Coahuila, Erick le suplicó al tío que lo llevara; se acercaba el nacimiento del hijo y con él crecía su necesidad de dinero.

Es Erick Fernando Pardavell Pérez, quien el 17 de marzo de 2009, junto con otros 19 vendedores y Daniel Rentería Tovar, su jefe, salieron de Xalostoc rumbo a Coahuila. Viajaban a bordo de tres camionetas con placas del Estado de México y de Chihuahua. Pernoctarían en Saltillo, su primer punto de venta para los galones de Megavin Express que ofrecían de casa en casa. Para la mayoría no era el primer viaje a esa zona del país, para Erick sí. Planeaba con ese ingreso pagar el parto.

De Saltillo salieron a Monclova, donde permanecieron hasta el día 20. A las cinco de la tarde enfilaron rumbo a Sabinas. Ahí se rompió la caravana. Daniel Rentería y seis vendedores –entre ellos Javier– se quedaron en ese punto de la región carbonífera. El resto llegó a Piedras Negras.

En la camioneta azul, la que conducía Lorenzo Campos Rodríguez, viajaba Erick, junto con José Juan Pacheco Juárez, Pedro Cortez Guzmán, Gersain Cardona Martínez y Juan Garduño Martínez. En la roja: Jaime Ramírez Leyva, Vicente Rojo Martínez, Marco Antonio Ocampo Martínez, Roberto Oropeza Villa, Víctor Abraham Nava Calzotzin y Víctor Ríos Tapia.

A las tres y media de la tarde del sábado 21, desde Piedras Negras, Lorenzo telefoneó al patrón para decirle que no localizaba a sus compañeros de la camioneta roja y que ninguno le contestaba el celular. Su jefe le ordenó que preguntara en la estación de policía. Desde ese momento se perdió también todo contacto con Lorenzo.

Los buscaron en hospitales, dependencias gubernamentales, retenes. Denunciaron su desaparición en la Procuraduría de Justicia del Estado (PGJE) y en la Comisión Estatal de Derechos Humanos. La Policía Ministerial levantó un acta circunstanciada, y fue allí cuando comenzaron los hechos que los condujeron a deducir que estaban implicados policías del estado en su desaparición.

Javier Pérez explica que después de muchas reticencias de la Policía Ministerial para levantar el acta, allí mismo se acercó una mujer para sugerirles regresar a su tierra. "Mejor váyanse para su pueblo, mi'jo porque son los mismos. Tengan cuidado y mejor váyanse ahora mismo". Después, los obligaron a salir de Coahuila.

"Los ministeriales nos marcaban a los celulares e insistían en que les informáramos dónde estábamos, en qué camioneta íbamos, dónde nos íbamos a quedar. ¡En vez de buscar a nuestros compañeros, querían seguirnos a nosotros! Nos pusimos muy nerviosos, les dimos otra ubicación y nos regresamos".

Complicidad Zetas-policías

La hipótesis de quienes lograron volver al Estado de México es que a sus compañeros los levantaron Los Zetas en complicidad con policías de Coahuila. "Por eso –dice Javier– no querían que presentáramos la denuncia, ni buscarlos, sino seguirnos a nosotros. Estamos seguros que también nos querían levantar". La Procuraduría General de la República (PGR) encontró visos de delincuencia organizada, por ello inició la indagatoria PGR/SIEDO/UEIS/077/2009, en integración actualmente.

Han pasado 15 meses. Erick no lo sabe pero tiene un hijo precioso, que nació en una orfandad incierta. De sus 11 compañeros, no hay evidencia de vida, tampoco de muerte. De las camionetas, ni rastro de polvo.

En el México de Felipe Calderón, 12 personas desaparecidas (como los trabajadores de Atlanta Duramex) no son un caso extraordinario, sino más bien común en el clima de impunidad total que vive el país, donde los civiles se han convertido en el blanco tanto de los grupos de la delincuencia organizada como de policías y militares al servicio de las organizaciones a las que dicen combatir.

Coahuila, el paradigma

En sus cuatro puntos cardinales, Coahuila es una trampa para propios y extraños. De 2008 a la fecha, más de 200 hombres han sido levantados sin que haya indicios de su paradero. La cifra corresponde sólo a los casos denunciados por los familiares ante instancias estatales y federales.

Los datos se consideran conservadores ante las circunstancias en las que se efectúan las sustracciones o de quienes participan en ellas, pues "muchos familiares no denuncian por temor a represalias", explica la abogada Blanca Isabel Martínez, directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, de Saltillo, de entre los primeros en denunciar públicamente este tipo de agravios.

Los casos ocurridos en Coahuila son un paradigma de este fenómeno no sólo por la frecuencia, sino porque en algunos se ha identificado tanto a comandos armados como a elementos del Ejército Mexicano o de policías locales.

En Torreón, ciudad que concentra al 23 por ciento de la población total y es la segunda en importancia en el estado, hay 64 casos reportados de levantones de civiles que, sumados a los asaltos, secuestros, tiroteos y ejecuciones, han convertido a esta metrópoli en una "zona de excepción".

En la "ruta" de los levantones

Pedro Ramírez Ortiz y su sobrino Armando Salas Ramírez tomaron un día la "ruta" de los levantones.

?¿Y cómo habrían de saberlo?, si Torreón no era lo que es hoy" –dice indignada María del Carmen, hermana de Pedro y madre de Armando.

Aquel 12 de mayo de 2008, salieron de su casa a las 10 de la mañana. Dedicados al mantenimiento de máquinas de videojuegos, andaban en una vieja camioneta apenas con sus herramientas. Ese día les tocaba arreglar las de los locales del centro, pero antes irían a la Tesorería del Palacio de Gobierno a realizar unos pagos. Todavía a las 17:30 llamaron a su patrón.

Con la llegada de la noche, la familia percibió su ausencia. María del Carmen se la pasó en vela marcando insistentemente el celular de su hermano. A las 10:30 de la mañana, timbró su celular, ella contestó y sólo escuchó lamentos. Su desaparición quedó registrada en el acta circunstanciada LIRD-439/2008 que abrió la PGJE.

Durante la indagatoria, en julio siguiente, Gerardo Valdés Segura, jefe del Grupo Antisecuestros, quien tomó el caso de Pedro y Armando, fue levantado por "un grupo armado", según confirmó la Procuraduría. En un cateo a una casa de seguridad de Los Zetas en Torreón, los militares encontraron sólo las identificaciones de Armando.

El 12 de mayo de 2008, en la colonia Ampliación, también levantaron a Edgar Alejandro Salas Burciaga, de 20 años de edad, 1.75 de estatura. Ocho días antes, de su domicilio se llevaron a José Alberto de la Cruz Martínez, de 21 años, 1.75 de estatura. El 19 de mayo, a Javier Jacobo Najar Calderón, de 43 y 1.89 de estatura. El día 26, a Arturo Molina González, Enrique Mendoza Mata y Fernando Torres González, los tres de 37 años: Arturo 1.80 de estatura; Enrique y Fernando, 1.73 metros, respectivamente.

El 26 de agosto, Víctor Manuel Chavarría Sandoval viajaba de Lerdo, Durango, a Torreón, junto con sus sobrinas Adriana y Gabriela Sosa Hernández, de 22 y 17 años de edad. En un retén que identificaron como "de corporaciones militares y policiacas", les hicieron el alto. Mientras revisaban el vehículo, Víctor llamó a su esposa Blanca Estela. Le dijo que estaban "a punto de llegar", que el vehículo estaba en revisión en un retén.

"¡Quítenle el teléfono a ese cabrón!", escuchó ella. Después un golpe fuerte y luego la grabación del celular de "fuera de servicio".

Sanjuana Sosa Sandoval recibió una llamada de su hija Adriana, quien angustiada le dijo: "Los militares nos detuvieron y la PFP (Policía Federal Preventiva), y están bajando a mi tío del carro".

*¿Dónde están? –preguntó Sanjuana.

*En Torreón –le dijo Adriana. Cuando su madre inquirió la causa de la retención, la comunicación fue cortada. Desde ese momento, Blanca y Sanjuana perdieron todo rastro de su paradero. Tampoco se halló el vehículo en el que viajaban.

Adriana es de complexión delgada, tez morena clara, frente amplia y boca grande; la muchacha de ojos color avellana y cabello castaño vestía blusa azul claro de manga corta y jeans de mezclilla azul marino; sus 1.63 de estatura calzados en tenis blancos. Gabriela, cinco años y un centímetro menor; tiene los ojos y el cabello color azabache, de tez morena clara, cara redonda, labios delgados y frente mediana. La familia no recuerda la ropa que vestía. Responsabilizan de su desaparición al Ejército Mexicano, a la PFP y las corporaciones de la Comarca Lagunera.

Inteligencia para levantar

En diciembre de ese año, ocurrieron en Torreón otras 12 "desapariciones", varias de éstas involucraban también a militares. Tal es el caso de Dan Jereemel Fernández Moran, ejecutivo de ING Afores (35 años de edad y 1.70 de estatura). Fue levantado en su Jetta rojo el 19 de diciembre en el camino entre su casa y la central camionera, a donde se dirigía a recoger a su mamá. De él nunca más se supo nada.

En 2009, militares de la Unidad de Inteligencia del Ejército Mexicano fueron implicados en el secuestro del empresario regiomontano Rodolfo Javier Alanis Applebaum, a quien asesinaron e incendiaron cuando negociaban el rescate, según la averiguación previa APPL1-RCH3/AC-001/2009.

La policía detuvo a Carlos Ernesto Palacios Quintero, Osvaldo Navarro Valdez y el teniente Ubaldo Gómez Fuentes, alias Uva, miembro del Escuadrón Antinarcóticos de Inteligencia Militar, mientras el teniente Ramiro Sánchez logró fugarse. Fueron identificados como desertores de Los Zetas. El vehículo en el que viajaban era el Jetta de Dan Jereemel.

Recluido en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Torreón, Ubaldo Gómez le confirmó a la mamá de Dan que ellos se habían llevado al muchacho. "¿Por qué?", increpó la madre. "Por mamón", le dijo el teniente en una respuesta seca que no abundó en el paradero. El 15 de mayo de 2009, un comando armado irrumpió en el Cereso, molió a golpes a Carlos, Osvaldo y Ubaldo; los roció con diésel, les prendió fuego y una vez que yacían inertes en el suelo, liberó a nueve reos del cártel del Golfo.

Ese año, los levantones de civiles en Torreón incluyeron a Hassan Hamdan Ibrahim, Gustavo Díaz Serrano, Gilberto Valerio Martínez, José Dorian Acosta Acosta, Rafael Morán López, Jaime Ulises Torres Chávez, Iván Guadalupe Valenzuela y Víctor Melchor Camacho Nava. Todos de estatura promedio de 1.70. Víctor, junto con su esposa, fue interceptado en la Plaza Comercial Centenario por dos sujetos que descendieron de una camioneta Ford Expedition, en la que se lo llevaron, sin que se tengan indicios de su paradero.

La ola de terror se ha desbordado en los municipios aledaños: Francisco I Madero, Parras de la Fuente, Matamoros, Piedras Negras, Ramos Arizpe y Nava, sin descontar la capital.

Ni tapiadas sus casas, las familias de Coahuila encuentran sosiego. No la tuvieron los Burciaga, asentados en Matamoros, municipio ubicado en la extensa llanura que a su cauce baña el río Nazas, justo en el punto donde se encuentran las sierras de Texas, San Lorenzo y Solís.

Costumbre provinciana, la tarde de domingo las mujeres Burciaga tomaban el fresco de otoño sobre la banqueta de la casa, en la avenida Mejía, colonia Ferrocarril. La parsimonia de la charla entre Amelia y su hija Adriana, quien ese día llegó con sus dos hijos a visitar a los abuelos, se rompió con el rechinido de las llantas del comando que se acercaba. Seis lujosas camionetas a bordo de las cuales viajaban veintitantos hombres armados, quienes a punta de culetazos y patadas bajaron a un muchacho bañado en sangre. Aún sobre el piso, continuó la lluvia de golpes. Impresionada, Amelia se levantó y corrió al interior de la casa.

 ¡Javi, Javi! ¡Allá afuera le están pegando a un muchacho. Oye no'más los golpes! –Javier Burciaga Vázquez, profesor de biología de la escuela secundaria, apartó la mirada del televisor y echó a correr hacia la azotea. Sigiloso avistó al comando, pero un halcón lo cazó primero.

 ¡Mira, allá nos están vigilando! –gritó uno. Los veintitantos hombres allanaron la casita: patadas, destrozos, amenazas.

 ¡Acaben con todo! –decía la voz de mando.

Desde su escondrijo en el baño, horrorizadas, Amelia y Adriana temblaban, intentando sostener las delgadas manos sobre la boca de los niños ahogándoles el grito, apaciguando el espanto. Escucharon cuando José Francisco, esposo de Adriana, desde el umbral de la puerta, gritaba que le dejaran sacar a sus hijos. En respuesta, Los Zetas lo subieron a la camioneta junto con su suegro, quien nunca tuvo cuentas pendientes, era sólo un viejo curioso a la luz de una tarde cómplice. Desde la mirilla de las ventanas, los vecinos los vieron partir; ellas sólo escucharon el chillido de las llantas en el asfalto. En la casa quedaron, dice Amelia, el eco de sus voces y las súplicas de Javier.

 ¿Los identificaron?

 Eran muy altos y fornidos, todos estaban armados –dice Amelia.

 Parecían caballos –contesta Adriana.

 Nos destrozaron todo. No'más porque sí, se llevaron a nuestros hombres –tercia la madre.

 Nunca pidieron rescate y no sabemos nada… nada –remata Adriana.

Diez meses después, el 19 de agosto de 2009, otro hijo de Amelia, Luis Carlos Burciaga Ramos, fue levantado a las seis de la mañana camino a su trabajo.

El 24 de enero de 2009, en Matamoros, fueron levantados Carlos Rangel Jiménez, Gilberto Morales Vázquez y Salvador Torres Hernández, y hubo otros 91 levantones en el resto de la entidad, todos varones, entre ellos Antonio Verastegui González y su hijo Antonio de Jesús Verastegui Escobedo, por un comando armado en el tramo del Naranjo a Parras de la Fuente.

También José Antonio Robledo Fernández, ingeniero de ICA Flour, de 32 años de edad, 1.70 de estatura. Pasó en Monterrey el fin de semana del 25 de enero. Después de comer con sus primos, se fue a Monclova. Se estacionó afuera de una tienda Autozone, a bordo de su Xtrail. A las 18:30 telefoneó a su novia. Mientras conversaban, lo interceptaron varios sujetos que lo bajaron a golpes.

 ¿De dónde eres?

 Trabajo para ICA…

 ¡Dame las llaves, te vas con nosotros!

Uno de los sujetos colgó el celular. Su novia escuchó toda la conversación en medio del pánico y la desesperación. El caso está bajo indagatoria de la SIEDO-UEIS/025/2009.

La mañana del 4 de julio, Daniel Durán Espinoza salió de su casa para dirigirse al mercado La Pulga de San Joaquín, donde vendería las dos cajas de 20 kilogramos de ropa que su papá le habían enviado de Reynosa. A bordo de su viejo Neón Rojo, fue levantado con todo y vehículo. Daniel es robusto, mide 1.76 metros y en noviembre cumplirá 40 años de edad.

Once días después, en Piedras Negras, Óscar Germán Herrera Rocha y Sergio Ramírez, ambos de 30 años y 1.75 de estatura, viajaban a la zona centro, donde cotizarían diversos electrodomésticos. La policía los detuvo con el argumento de que el carro tenía denuncia de robo. Óscar llamó a su esposa y le pidió anotar el número de patrulla que los detuvo, la 0962, que le parecía muy sospechosa. Alguien gritó que apagara el celular. También Sergio llamó a su esposa y le dijo que anotara el número de patrulla 8244. La comunicación fue cortada bruscamente.

Entre marzo y abril, en Torreón, "desaparecieron" Alberto García Mercado, Andrés Raúl Guardado, Arturo Sánchez Córdova, Edgar Benjamín Vázquez, Gerardo Berúmen Dávalos, Hugo Leonardo Ortega, Gustavo Flores González, Héctor de la Cerda Coronado, Jesús Manuel Díaz Rodríguez, Jorge Barrientos Bautista, Jonathan Josué Ontiveros Martínez, José Ángel Ramírez Hernández, Jesús Andrés Rodríguez Rangel, Juan Pablo Alvarado Oliveros, Marco Antonio Escobedo García, Oscar Suhni Bernal Espinoza, Raúl Berúmen Dávalos, Raúl Berúmen Dávalos y Sergio Arturo Picazo López.

El 22 de abril, en el municipio de Nava, levantaron a Agustín Alberto Núñez Magaña, Sergio Cárdenas Córdova y José Flores Rodríguez, originarios de La Barca, Jalisco. Los tres vendían joyas en la región Monclova-Piedras Negras. Llegaron a Nava el 21 de abril y durmieron en el hotel Don Alberto, salieron al centro –sin sus pertenencias? y a la mañana siguiente no se les volvió a ver.

El 15 de junio, Sergio Arredondo, Octavio Villar y Ezequiel Castro, de 33, 41 y 44 años de edad, respectivamente, viajaban de Piedras Negras a la central camionera de Torreón. Los interceptó una patrulla municipal de Francisco I Madero. Desde entonces, se desconoce su paradero. Doce días después, en Saltillo, "desaparecieron" Samuel Alberto Rodríguez Ruiz, Jesús Centeno González y Jesús Rivera Machado.

Vendedores, obreros y campesinos

Uno de los casos más dramáticos es el de la familia Acosta, originaria de Ramos Arizpe. El 29 de agosto, Esteban Acosta Rodríguez y su hijo Brandon, de nueve años de edad, se trasladaban en su camioneta hacia el aeropuerto de Monterrey a dejar a Gerardo y Gilberto Acosta, hermanos de Esteban, de 32 y 34 años de edad, quienes viajaban a Estados Unidos (su lugar de residencia, naturalizados estadunidenses) después de visitar a su madre enferma. A la altura del aeropuerto, fueron interceptados por dos camionetas con hombres armados. Se llevaron a todos.

Este año, los levantones de civiles se han intensificado en toda la Comarca Lagunera que comprenden cinco municipios de Coahuila y 11 de Durango, conectados por las autopistas Durango-Torreón y Torreón-Saltillo. Los municipios que registran mayor incidencia son Torreón, Matamoros, Francisco I Madero, en Coahuila; y Gómez Palacio, Lerdo, Mapimí y Cuencamé, en Durango.

Las víctimas: vendedores de flores, obreros, empleados y campesinos. Entre ellos, Lorenzo Martínez de la O y Juan de Dios Aragón Mireles, campesinos de 35 y 24 años de edad. El 18 de febrero, bajaron de su tractor a un baño público en la caseta Plan de Ayala, en la autopista Torreón-Saltillo. Al salir, un grupo armado les baleó las llantas. Se los llevaron con todo y máquina. Al día siguiente, el tractor apareció en Galeana, Nuevo León, con un cargamento de explosivos. De ellos no hay rastro. Lorenzo es robusto y moreno, su familia dice que usa bigote, barba de candado y patilla al estilo Vicente Fernández; Juan de Dios, delgado y pelirrojo, también usa barba y bigote.

Otro es Wilson Aguilar, de 51 años de edad. Instalado en el hotel Paloma Inn, de Saltillo, el 29 de abril salió a cenar y regresó a las 22:30. Llegaron ocho hombres vestidos de civil y dos con uniformes de la policía del estado. Le dijeron que era una revisión de Migración y la Policía Federal, lo subieron a una camioneta blanca sin insignia oficial. Adentro iban otras personas; atrás, una camioneta negra, un coche rojo y una patrulla de la policía estatal. Le indicaron a la recepcionista que en tres horas regresaría el huésped, y que no rentara su habitación, que sólo revisarían su papeleo. Nunca regresaron.

(Continuarà…)

 

Civiles, el blanco

En México, en los últimos años, el término levantón tomó proporciones impensables. Antaño, asociado, según la jerga policiaca, a venganzas o ajuste de cuentas entre grupos de la delincuencia organizada; en los últimos dos años, ha impactado a hombres, mujeres y adolescentes, que nada tienen que ver con el narcotráfico.

El levantón es hoy "un término coloquial para decir que una persona está siendo sustraída de un momento y un lugar determinado y que está sufriendo de privación ilegal de la libertad", explica Sulma Campos Mata, que en la ciudad de México dirige el Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA).

Ella no aprueba el término "desaparecido". Su explicación suena lógica: "Las personas no desaparecen o no aparecen de la nada". Pero lo que ocurre en México contrapone la lógica: los civiles "sustraídos" o levantados desaparecen sin dejar rastro, como si su existencia fuese quimera.

Las víctimas, civiles de a pie, son invisibles a ojos de las autoridades omisas a su búsqueda, que además, pese a la incidencia de los casos, tampoco alertan que la desaparición por sustracción o levantón de civiles es un problema en ciernes en numerosas zonas del país.

Se trata de la manifestación más exacerbada de la violencia, un "tercer nivel, donde la violencia de la delincuencia organizada se centra directamente contra la población civil, dice Edgardo Buscaglia, exasesor de la Organización de las Naciones Unidas en materia de combate a la corrupción y delincuencia organizada.

"La violencia en México tiene tres niveles. El primero es entre los mismos grupos delincuenciales; el segundo, donde cada uno captura una porción del Estado, incluidas las policías, por eso se ve también a las corporaciones luchando entre sí. El tercero es perpetrado contra la población civil mediante actos de terrorismo encaminados a establecer su control.

"Se llevan a la gente para inspirar terror y demostrarle al resto que el Estado está ausente, que ha fallado y que la única autoridad son ellos. Una vez que controlan a poblaciones enteras mediante el terror, las extorsionan, les cobran impuestos, como lo están haciendo Los Zetas en determinadas partes del país."

Las autoridades no reconocen el problema ni tampoco cuentan con cifras oficiales del número de levantados. En algunas entidades, los familiares denuncian los casos en manifestaciones públicas, reparten volantes con la foto del familiar "sustraído", difunden sus datos en internet en un intento de los cibernautas proporcionen pistas para ubicar su paradero.

Los indicios de estos datos llevaron a Contralínea a indagar los reportes de civiles levantados. Se consultaron los registros internos de la Procuraduría General de la República en su Programa de Apoyo a Familiares de Personas Extraviadas; de la Secretaría de Seguridad Pública federal, con su Registro Nacional de Personas Extraviadas; de las procuradurías locales, el CAPEA, y numerosos testimonios de familiares.

Datos alarmantes

La revisión de los casos arroja el perfil de los levantados: la mayoría hombres entre los 18 y 40 años de edad, de estatura promedio superior a los 1.70 y de complexión robusta. De extracto socioeconómico bajo, aunque también hay ingenieros y especialistas en telecomunicaciones.

En ninguno se pidió rescate. El perfil fortalece la tesis de muchos familiares que suponen que se los llevó gente del narcotráfico para esclavizarlos. Coincide con ellos Edgardo Buscaglia, quien como director del Centro Internacional de Desarrollo Legal y Económico, con oficinas en México, Nueva York y Europa, hizo una radiografía de cómo los cárteles mexicanos diversificaron sus ilícitos: "A los hombres los usan como mano de obra laboral; a las mujeres, para el tráfico o el uso sexual de seres humanos", alerta.


--
soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

sábado, 26 de junio de 2010

Carta de América del Valle

From: redmyczapatista@gmail.com
Subject: REDMyCZ Carta de América del Valle
Date: Thu, 24 Jun 2010 01:09:47 -0500



Al pueblo de México:
A los pueblos de la orilla del agua, Atenco:
A mi madre, a mi padre y mis hermanos:
A todas las organizaciones y personas que luchan por la libertad y la justicia en nuestro país:

Han pasado cuatro años desde aquella bárbara agresión del gobierno federal y el gobierno del Estado de México contra nuestro pueblo digno y rebelde de San Salvador Atenco. Desde aquellas salvajes golpizas contra hombres, mujeres y niños; del allanamiento y destrozo de nuestros hogares; el asesinato de Alexis Benhumea y Javier Cortés; el encarcelamiento de más de 200 compañeros; la humillación y violación de decenas de nuestras compañeras durante su traslado al penal; la expulsión del país de amigas chilenas, alemanas y españolas que atestiguaron y sufrieron la represión. Todo, a manos de los cuerpos policíacos estatal, federal y municipal. Todo, ordenado, dirigido y supervisado personalmente desde un lugar situado a unos metros de los hechos, por el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Todo, impulsado por la presidencia de la República para cobrarnos la afrenta de haberle impedido arrebatarnos nuestras tierras para cerrar el negocio del sexenio: el de abrir un nuevo aeropuerto con un corredor comercial a todo lujo de varios kilómetros de largo.

Durante estos cuatro años hemos debido luchar y resistir en condiciones sumamente adversas, pero aún así hemos logrado liberar a la mayoría de los presos, han vuelto a su casa la mayoría de los perseguidos y lo más importante es que el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) está vivo y luchando incansablemente por la libertad de los presos que faltan, pero también atento a impedir el despojo de nuestras tierras.

Hoy estamos a escasos días del desenlace jurídico de la lucha por la libertad de nuestros presos. Hemos jugado la última carta legal que tenemos para lograrlo (el amparo definitivo), y la decisión está en manos de la última instancia legal a la que podemos recurrir en México: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Quisiera equivocarme, pero todo apunta a que en los próximos días, los ministros atenderán a una decisión de Estado: dejar en la cárcel a algunos presos políticos de Atenco. Sacarán a unos cuantos, reducirán las condenas de otros, pero la realidad es que la injusticia prevalecerá. Una decisión con la que especulan tanto el PAN como el PRI; tanto Calderón, como Peña Nieto, padre y creador de toda esta barbarie. Habiendo una decisión de Estado de por medio (como ocurre también en el caso del SME), es muy difícil que la Corte no la acate. Son contados lo jueces dispuestos a desacatar una orden así girada desde el poder. Por temor o conveniencia, por presiones o por intereses. Basta hacer un breve recuento de su reciente actuar:

La SCJN ha dejado libre e impune a un gobernador que en cadena nacional fue evidenciado protegiendo a una red de grandes empresarios pederastas denunciados por Lydia Cacho, el góber precioso no fue ni siquiera molestado por la Corte.

Más de 20 muertos dejó la represión en contra de la APPO en 2006, las fotos de los sicarios de Ulises Ruiz disparando contra el pueblo de Oaxaca aparecieron en la portada de varios diarios de circulación nacional, cuando la SCJN revisó el caso no puso tras la rejas a ninguno de los sicarios y mucho menos ejecutó acción alguna contra el gobernador oaxaqueño.

Liberó, eso si, a paramilitares responsables de la masacre de Acteal, entre ellos, dos asesinos confesos.

En el caso de la guardería ABC, puso por encima la tradicional impunidad de los funcionarios que se enriquecen a costa de abaratar la calidad de los servicios que ofrecen, al profundo grito de justicia emanado del dolor por la muerte de 49 niños.

Ya una vez la Corte discutió el caso Atenco y decidió una aberración jurídica al referir que sí hubo violaciones a los derechos, pero que nadie era responsable de tales.

En nuestra patria no hay justicia. Me parece evidente que la Corte no puede sostener la aberración indefendible del "secuestro equiparado", lo cual anularía las vergonzosas penas de hasta 112 años de cárcel para nuestros presos. Pero tienen la orden de buscar la maniobra "legal" para que algunos de nuestros compañeros aún no salgan libres, y todo indica que eso es lo que al final decidirán, más allá de la intención honorable de algunos de los jueces de poner fin de una vez por todas a esta profunda injusticia (nuestro reconocimiento a ellos). ¿De qué se trata? De ejercer un castigo ejemplar, descomunal contra los símbolos de la lucha social. Es una forma de advertir a los que se decidan a luchar, a qué se atienen si persisten en su intento. Saben que la situación es inestable. Tienen miedo, tratan de disuadir al pueblo de toda decisión de rebelarse, para atemorizarlo. Y por eso mismo es que creo que hay una decisión de Estado. La clase política requiere mantener la amenaza vigente, y por ahora no hay mejores candidatos para ello que los rebeldes, insumisos e incorruptibles campesinos del FPDT. Pero nosotros no lo aceptamos, queremos justicia, no más engaños de los mercaderes del derecho. No nos vamos a resignar, vamos a seguir luchando, porque en un país como el nuestro, donde se cierran las puertas de la justicia, la alternativa que nos queda es luchar y organizarnos para detener tanta impunidad.

Me encuentro ahora en esta embajada en México de la República Bolivariana de Venezuela, pidiendo asilo político después de cuatro años de incesante persecución política en mi contra, de no poder salir a la calle ni ver a mis seres queridos, de no poder volver a mi casa ni a mi pueblo. Cuatro años que han sido de amedrentamiento pero también de indoblegable resistencia. Tengo varias órdenes de aprehensión en mi contra, todos los amparos que he solicitado han sido rechazados por el poder judicial. Para mi, no hay más opciones, menos ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación está a punto de cometer otra brutal injusticia.

Los cargos por los que a mi me persiguen, son los mismos y en los mismos hechos que los de mi papá. Y frente a esta decisión de Estado de dejarlo preso, me he visto orillada a tomar esta decisión, el asilo político, para continuar la lucha desde fuera, pero con más fuerza y en mejores condiciones. He logrado evitar ser encarcelada cuatro años, y por supuesto que si no han logrado apresarme, menos aún lograrán que me entregue por delitos que no cometí.

Es al pueblo de Venezuela y a su presidente, a quienes pido ayuda, porque he sido testigo de su alto espíritu de solidaridad hacia los pueblos que sufren injusticia. Muestra de ello son todos los programas que otorga el pueblo venezolano con médicos, profesores, petróleo barato, operaciones de la vista a cientos de miles de pobres en nuestra América, combatiendo al imperio yanqui y al capitalismo depredador con gran fortaleza y dignidad.

Me voy, pero no me rindo. Y desde aquí quiero agradecer al pueblo humilde que me ha protegido y resguardado todos estos años; no tengo con qué pagarles más que con mi lucha y mi fuerza.

Quiero que lo sepa mi pueblo, Atenco, a quien tanto amo y admiro por su valentía, con quien tengo muchos proyectos y espero regresar pronto para concretarlos, junto a mis compañeros. Quiero que lo sepa mi padre y mi madre y toda mi familia, también que lo sepan mis hermanos de lucha de todos los rincones de mi patria que es México:

Si sigo de pie es por todos ustedes, y aunque mañana esté lejos, cuéntenme entre las filas de los que resisten y luchan por un país mejor, por un México sin despotismo político, sin la corrupción, explotación y despojo que hemos sufrido por años, y que ya no estamos dispuestos a tolerar.

Y quiero que lo tengan siempre bien presente: ¡Venceremos! Ahora más que nunca, es momento de unirnos, de pelar juntos contra el enemigo común. Mineros de Cananea, de Pasta de Conchos, pueblo de La Parota y Copala, trabajadores del SME, maestros de la CNTE, estudiantes universitarios, padres de la guardería ABC, de los muertos y las muertas de Ciudad Juárez, familiares de los miles de inocentes asesinados por esta llamada "guerra" contra el narcotráfico, pueblo pobre y trabajador, sin prestaciones, ni buenos salarios, sobreexplotados y humillados, a ustedes me dirijo con todo mi respeto, tenemos que estar juntos, tenemos que acabar de una vez con tanto despojo y represión, tanto de Felipe Calderón, como de quien aspira a ser su sucesor, Enrique Peña Nieto.

Que también lo escuche fuerte y claro el Estado. No pudieron con Atenco y no podrán conmigo. Sigo y seguiré de pie, resistiendo, porque la saña de los de arriba jamás podrá marchitar la rebeldía sembrada y regada por años en la tierra de nuestra nación. Ni sus jueces ni sus medios mentirosos, ni su cárcel ni su persecución, ¡nada detendrá nuestro camino a la justicia y la libertad! En la trinchera que nos toque estar, estaremos con la frente y nuestro puño en alto.

Ni la embajada de la República Bolivariana de Venezuela, ni el Presidente Chávez, ni por supuesto los millones de venezolanos y venezolanas, tienen nada que ver con lo que afirmo. Ellos tienen su lucha propia, la cual admiro y siento como propia, pero nada han tenido que ver con mi decisión de entrar a esta embajada y pedir asilo, lo cual ha sido decisión mía, exclusivamente.

No estoy dispuesta a permanecer más tiempo escondida, acosada, maniatada. Ya son más de cuatro años así, y la situación no tiene visos de cambiar. Mi única alternativa para recuperar la libertad por ahora es acgerme al asilo político por parte de un gobierno realmente democrático y del pueblo; de una pueblo solidario con la rebeldía de sus hermanos de otras tierras. Quiero mi libertad para seguir luchando, para seguir estudiando, para seguir viviendo. Por eso he decidido pedirle al pueblo de Venezuela, a su presidente, Comandante Hugo Chávez, que me acogan en su territorio mientras logro recuperar mi derecho a seguir luchando en im propio país.

Que el mundo entero voltee a mirar lo que sucede en México. Que observe atentamente lo que está por ocurrir en estos días: que la mayor instancia de justicia de nuestro país, es incapaz de plantar cara ante una decisión de Estado, aún cuando éste cometa la más burda y lascerante de las injusticias.


América de Valle Ramírez
Perseguida Política del FPDT
http://atencofpdt.blogspot.com/ 

 
__,_._,___

RED MyC ZAPATISTA

redmyczapatista@gmail.com

Nuestro propósito es informar sobre el Zapatismo, La Otra Campaña y otras Luchas de Resistencia, pero si no desea recibir nuestros correos, favor de escribir a redmyczapatista@gmail.com y anotar en asunto "borrar".