viernes, 25 de junio de 2010

EL ZANCUDO, DEL CHAPO SOTO: no mata pero hace roncha

Un grafiti por El Cuate

Arturo Soto Munguía

Si no lo entiendes, criminalízalo; si no te conviene, mátalo; si se te hace sospechoso, encarcélalo; si protesta, reprímelo; si se equivoca, exhíbelo.

Si se te complica entender la realidad y tienes la manera de patearla, haz que la muy rejega se someta a lo que tu muy sabio entender y el de tus asesores consideren que es correcto y prioritario.

La Ley Anti Grafiti que acaban de aprobar los legisladores sonorenses, es el preludio de lo que nos espera en materia de marcos normativos para una sociedad muy evasiva.

Un salto atrás.

En el Uruguay de los 70 y 80, el gobierno encarcelaba a todo aquel que realizara una 'pinta', especialmente si su contenido tenía que ver con el rechazo a la dictadura militar que según Eduardo Galeano: reprimió mucho y asesinó poco, comparada con otras dictaduras, como la paraguaya o la argentina.

En la época de las dictaduras militares centro y sudamericanas, las paredes fueron -de algún modo siguen siendo-, como lo definió el mismo Galeano que algo ha de saber de eso, 'la imprenta de los pobres'.

La dictadura no perdonaba. Eran épocas de represión y tortura; de violación sistemática de los derechos humanos, de atropellos y vejaciones; de libertades coartadas, especialmente la libertad de expresión, que buscaba el modo y la manera de ejercerse, corriendo todos los riesgos.

Incluso el de ser detenido, encarcelado y torturado, no sólo por ser sorprendido realizando una 'pinta', sino por permitir hacerla o por no borrarla de inmediato.

En el Uruguay aterrorizado por la dictadura, la ley ordenaba al ocupante de una casa que hubiere sido 'rayada', borrar la 'pinta' en un plazo máximo de 24 horas, bajo amenaza de cárcel en caso de no hacerlo.

Eran, por supuesto, otros tiempos. No como las democracias que ahora vivimos, donde las legislaciones de vanguardia establecen sanciones más leves, cárcel de seis meses a dos años, y cumplir de 30 a 60 jornadas de trabajo comunitario a quien sea encontrado culpable de perpetrar un grafiti, que ahora será considerado como delito específico en el Código Penal sonorense.

Todo esto, gracias a la iniciativa del diputado César Augusto Marcor Ramírez (a) El Cuate, al apoyo de sus colegas de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos: Damián Zepeda Vidales, Moisés Ignacio Casal Díaz, Bulmaro Andrés Pacheco Moreno y Jorge Antonio Valdez Villanueva, y al resto de los diputados locales sonorenses, que aprobaron una reforma legal para endurecer las penas corporales contra los grafiteros, esa indomable plaga en cuyo descargo hay que apuntar, como lo hiciera condescendientemente la diputada del PAN, Eloísa Duarte, "no todos tienen problemas con drogas".

Por cierto, la iniciativa venía más dura de parte de El Cuate, pero sus colegas de la comisión la atenuaron, de manera que en vez de delito grave, ahora sólo será delito específico.

II

Ante hechos consumados, resultaría ocioso enumerar argumentos que ya se ofrecieron en algunos foros de consulta realizados por los legisladores a efecto de nutrirse de elementos para no proponer una reforma a lo baboso.

No es sorprendente que existan diputados como El Cuate. En cada legislatura siempre hay uno, dos o tres que se perfilan como serios competidores por el Galardón Holanda, dorada presea que se otorga simbólicamente a aquella figura pública que con tesón y esmero se caracteriza porque 'o la anda cagando aquí, o la anda cagando allá'.

Lo escalofriante es que el resto de los legisladores aprueben sus dislates sin el menor análisis, sin una pizca de conocimiento sobre la materia que se legisla.

Peor aún: lo verdaderamente terrorífico es que los diputados y diputadas sí hayan estudiado el tema, se hayan documentado; hayan puesto a trabajar a sus asesores y hayan concluido que efectivamente, para combatir el grafiti, lo mejor es meter al bote a todos los ahora sí delincuentes hechos y derechos, y ponerlos a barrer calles con una letra escarlata que los delate y los denigre.

Mala idea en un momento en que las instituciones, incluida la que los legisladores sonorenses representan, son las depositarias de todo el descrédito, el desprestigio, la sospecha y en algunos casos el repudio, por su constante vocación para la transa, el descaro, el cinismo, el fomento a una desigualdad social que ha puesto al país en llamas, mientras ellos se regodean en sus sueños de aire acondicionado.

III
La reforma propuesta por El Cuate y aprobada por sus colegas es un poema al mínimo intento por entender lo que está ocurriendo en Hermosillo, ya no digamos en el país o en el resto del mundo. Es la confirmación de que para los diputados, si la realidad no concuerda con su teoría, pues peor para la realidad.

Como si la cosa no estuviera completa, El Cuate anuncia que en una segunda etapa de esta reforma, propondrá la creación de un Consejo Ciudadano "que se encargará de vigilar el cumplimiento de sanciones impuestas, el cual está integrado por ciudadanos honorables, grupos sociales, organismos empresariales y otros que no pertenezcan al gobierno estatal o municipal".

Debido a que la honorabilidad de los diputados está fuera de toda sospecha, se entiende que serán éstos los que decidirán también, quiénes pueden formar filas entre los 'ciudadanos honorables' y lo que a juicio de la prístina, beatífica, transparentísima y purísima imagen pública de los diputados, podemos formarnos entre lo no honorables.


IV
La siguiente fase de la reforma tan aplaudida, apunta a la prolongación hasta el infinito, de esquemas fallidos de organización y participación ciudadana que entre otras cosas, han derivado en condiciones de vida cada vez más difíciles, para cada vez más amplios sectores de la población.

En Hermosillo, para no ir muy lejos, la calidad de vida se ha derrumbado dramáticamente. Las condiciones en que 300 mil pasajeros van y vienen como usuarios del transporte urbano, son deplorables.

En Hermosillo, 300 mil pasajeros abordan diariamente, bajo temperaturas superiores a los 40 grados, camiones diseñados para operar con el servicio de aire acondicionado, que permanece apagado.

También, decenas de miles de familias en Hermosillo, padecen las consecuencias de no contar con agua corriente en sus hogares. Su vida cotidiana se ha alterado para empeorar, y en algunos casos es un desastre.

Y eso que desde hace mucho, existen los Consejos Ciudadanos de Transporte y de Agua que, evidentemente, no han funcionado.

Pero El Cuate los sigue viendo como opciones para un adecuado ejercicio de gobierno, lo cual no es raro porque como dicen algunos de sus colegas: "¿Pos qué esperabas de El Cuate?".

Y responden otros: ¿Pos qué esperabas de sus colegas?".

--
soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

No hay comentarios.: