martes, 15 de noviembre de 2016

TRUMP: la reaccion violenta de un siglo moribundo

Jorge majfud

Más de diez años atrás mis estudiantes de la Universidad de Georgia solían escandalizarse en masa cuando escuchaban la sola mención sobre el matrimonio igualitario o la legalización de la marihuana. Yo solía recordarles que, de igual forma, sus abuelos se escandalizaban con la sola idea de la píldora anticonceptiva o el matrimonio interracial. De ahí pasaban a la discusión política entre demócratas y republicanos.

"Típico partido de fútbol", les decía y, casi invariablemente, agregaba: "cualquiera de esos políticos podrá retrasar la historia, pero nunca ninguno podrán detenerla".

 

Lo que vemos ahora con el triunfo de Trump, sobre todo si consideramos su victoria histórica en el viejo "cinturón industrial" (Pensilvania, Ohio, Michigan), tradicionales bastiones demócratas y con un pasado de sindicatos fuertes, ahora desmovilizados y demonizados, es una virulenta reacción del siglo XX que agoniza y se niega a aceptar que el mundo ha cambiado.

 

¿De qué forma? Obviamente, de muchos. En este caso concreto, el cambio se refiere a un sector agrícola e industrial que no puede competir ni con la mano de obra barata de otros países más pobres (que actualmente producen los productos baratos que esos mismos habitantes del siglo veinte compran con entusiasmo y gracias a un proceso de globalización que ellos mismos impulsaron como forma de reemplazar el viejo colonialismo), ni pueden competir con los sectores de su país donde actualmente se genera gran parte del valor agregado de sus propias producciones, es decir, las universidades.

 

Tanto la agricultura (todavía subsidiada por los gobiernos que predicaban hasta ayer las maravillas del "libre mercado", que nunca fue libre y ahora resulta que es responsable del robo de sus puestos de trabajos) como las industrias, cada vez dependen más de máquinas, robots y todo tipo de automatizaciones. Ahora, los desplazados por esta nueva realidad, campesinos y obreros, ni siquiera tienen la suerte de que las ganancias del progreso se redistribuyan, por ejemplo, en forma de impuestos (porque eso va contra la ideología dominante de los negocios y las ganancias por las cuales se mide todo, incluso la existencia humana, ideología que se radicalizará con Trump). Esos pobres votantes del millonario egolátrico ni pueden aspirar a una mejor preparación, ya que las universidades se han vuelto ya no solo elitistas desde un punto de vista intelectual, lo cual es bueno, sino elitistas desde un punto de vista social, lo cual es terriblemente malo. Y esto no mejorará sino que empeorará con Trump, ya que la propuesta de Bernie Sanders de facilitar el acceso a la educación superior ha sido rechazada por esa misma gente que lo necesita desesperadamente --sobre todo sus hijos.

 

Es decir, que las consecuencias del triunfo de Trump castigarán directamente a aquellos que poseen el perfil profesional de los votantes de Tramp y no tanto aquellos otros que votaron por los Demócratas. No es la primera vez que un pueblo decide cometer suicidio colectivo tomando decisiones rápidas y apasionadas, como es propio de la cultura de las redes sociales, donde nada es definitivo, ni siquiera la eliminación de un individuo molesto.

 

 Aquí tenemos otro aspecto del mismo problema: ¿Por qué las encuestas fracasaron de forma estrepitosa? Luego de ver lo que ocurrió este año con el Brexit en Gran Bretaña, el referéndum en Colombia y el triunfo Trump en Estados Unidos, uno debe preguntarse si las encuestas realmente estaban equivocadas, como dicen los que decían lo que decían las encuestas. Tal vez no, y aquí tenemos otro fenómeno. En el pasado, los encuestadores poseían menos recursos técnicos y acertaban más. De hecho, rara vez se equivocaban. Al menos eran más confiables que el pronóstico del tiempo. ¿Entonces?

 

Una posibilidad es que la psicología social, la cultura, haya cambiado más de lo se pueda imaginar, al menos en dos líneas.

 

Uno: Si consideramos lo expuesto más arriba sobre la frustración de quienes antes poseían el poder social o creían poseerlo (rancheros y campesinos religiosos, obreros anestesiados por pastores de yugulares hinchadas, conservadores que combinaban perfectamente a Dios con la cerveza y el sexo de moteles) el sentimiento dominante debe ser, naturalmente, de una profunda frustración y rabia. El mismo lema de campaña de Trump revela más de lo que dice: "Hacer Estados Unidos grande otra vez" expresa una inequívoca nostalgia por un pasado que objetivamente nunca fue mejor que el presente --al menos no para el conjunto de la sociedad. Esa rabia se expresa en algo visible y de una forma primitiva: la culpa la tienen los otros, es decir, los inmigrantes, los que se ven diferentes, los que piensan, sienten y creen en otras cosas (todas equivocadas, obviamente). Entonces, si esta gente ve que su equipo de fútbol va a perder (aquí la incidencia de las encuestas), lo más probable es que se vuelque a votar por lo opuesto y lo haga en grandes números.

 

Dos: La cultura de las redes sociales ha desarrollado un individuo que se apasiona, insulta, se escandaliza, pero no sabe o no quiere discutir, y mucho menos dialogar. Cada vez que no le gusta la opinión de alguien, simplemente lo elimina. Fácil. Antes había que hacerse cargo de los amigos y soportarlos cuando se emborrachaban o decían algo inapropiado. Así, los nuevos individuos, desde sus propias soledades (fenómeno para nada desconocido por la cultura protestante y calvinista), van creando burbujas ideológicas, autocomplacientes, donde todos opinan y sienten como ellos mismos. Se sienten protegidos, aunque el odio y la rabia son los mismos de hace cien o mil años atrás. Luego, se sorprenden de que existan los malditos otros.

 

Nada de eso se puede hacer con una elección cuya estructura y sistema pertenece al siglo XIX, con votantes del siglo XX en una realidad del siglo XXI. La perplejidad es sólo una expresión de las contradicciones de la historia que suele andar a los tumbos, pero nunca deja de caminar. Para los más débiles, para los más jodidos por la suerte, esos tumbos suelen significar el hambre, la violencia moral o, simplemente, el final.

 

Jorge Majfud es escritor uruguayo



http://www.alainet.org/es/articulo/181642


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Seis puntos para entender la elección de Donald Trump en Estados Unidos


 Stephanie Weatherbee Brito

ALAI AMLATINA, 11/11/2016.- 



1.Crisis económica

Ya son más de tres décadas que la calidad de vida de la clase trabajadora en Estados Unidos va empeorando. Esto solo se agravó con la crisis económica del 2008 en la cual aún más familias se sumergieron en la pobreza extrema. La juventud que hoy vive en los Estados Unidos es la primera generación en más de 50 años para la cual su prospecto económico es peor que el de sus padres. Esta condición fue producto de las políticas neoliberales y de globalización tanto de administraciones del partido Republicano como Demócrata. La des-industrialización que se llevó a cabo en ciudades y estados que dependían económicamente de aquellas industrias que NAFTA permitió salir en busca de mano de obra más barata, dejaron atrás miles de comunidades deprimidas económicamente y éstas son precisamente, en muchos casos, las que salieron con fuerza a apoyar a Donald Trump. Como si la falta de posibilidades económicas no fuera suficiente, las fábricas ahora ausentes dejaron atrás en muchas de estas comunidades altos niveles de sustancias tóxicas que contaminan tanto el agua como la tierra, así creando ciudades fantasma con familias en condiciones de pobreza y serios problemas de salud. 



2.-Ideología enraizada

Durante su historia, en los Estados Unidos, se construyó la poderosa ideología del "excepcionalismo americano". Ella dice que este es el país en el cual la prosperidad no tiene límites y en el cual se le ha desarrollado el nivel más avanzado y privilegiado de democracia y libertad. Entre otras cosas, enfatiza que no hay otra sociedad mejor y más avanzada que ésta y que el pueblo Americano es superior y un ejemplo de desarrollo para el mundo entero. Sin embargo, las condiciones de vida en años recientes no apoyan este discurso. Durante los años 1930's hasta 1970's la clase media del país era grande y crecía cada año, contaba con una calidad de vida cómoda y con seguridad económica, fruto de tanto una economía en crecimiento y un movimiento sindical fuerte, como también políticas públicas del estado de bienestar. Con el desgaste de todo aquello, vino abajo la calidad de vida de los trabajadores pero aun así los políticos y los medios de comunicación continuaron estimulando la ideología del "excepcionalismo".  Sin embargo, el pueblo no come ideas, sino comida y lo que la combinación de esta ideología y las condiciones objetivas que no la sustentan ha creado es un fuerte resentimiento e ira en el seno del pueblo Americano, particularmente de raza Anglo-Sajona. Y como ya se ha repetido en muchas ocasiones en la historia, esta ira que tiene fundamentos reales en las condiciones materiales de la gente, es fácil de manipular y convertir en odio en contra migrantes y otras minorías que parecen en el último periodo haberse beneficiado- aunque tampoco lo fueron.



3.- Pérdida de confianza en las instituciones de la elite

La guerra en Irak, los tratados de libre comercio, la crisis económica del 2008 y la subsecuente decisión del Presidente Obama de rescatar a los bancos de la quiebra, han creado una desconfianza desde el pueblo a las instituciones que lo gobiernan. El voto por Trump, más que por las políticas que el promovía, se basaba en un rechazo iracundo por aquellas instituciones. Esto se evidencia por las muchas declaraciones de manifestantes en los llamados "Trump rallies". Decían apoyarlo por no ser político, por ser alguien que hablaba la verdad sin tapujos, por ser enemigo del poder establecido y de los medios de comunicación. Fue casi como decir, el enemigo de mi enemigo, es mi amigo. Trump supo muy bien (a pesar de nunca ser tomado en serio) proyectar esa falsa imagen de campeón de los pobres, enemigo del status quo. Por el otro lado, Hillary Clinton representaba de manera contundente el statu quo. Desde tiempo ha sido una candidata muy poco popular que parece representar lo peor de la corrupción profunda del sistema político. Es interesante mencionar que a pesar de que se reduce a 'racismo' el apoyo a Trump, muchos condados que hace 8 años votaron por Obama, ahora votaron por Trump. Esto es porque en su momento Obama parecía ser ese candidato que no representaba el poder establecido de las instituciones que el pueblo rechazaba. Por el mismo motivo, Bernie Sanders, político de Izquierda y odiado por la elite política del país, arrasó con tanta popularidad en las elecciones primarias del partido Demócrata.



4.- Partido Demócrata

En las últimas horas, desde que se declara la victoria de Trump se ha especulado sobre la posibilidad de que Bernie Sanders hubiera tenido más capacidad de derrotar a Trump. No se puede saber a ciencia cierta, pero lo que sí es claro es que el partido Demócrata no supo entender el descontento del pueblo especialmente en el interior del país. Se obstinó por apoyar con lealtad a la máquina política Clinton, sin importar el bajísimo nivel de popularidad que carga por mucho tiempo. Aún más que eso, el partido que en algún momento representaba (con sus límites) la defensa de los derechos laborales, el apoyo a políticas públicas de inclusión social y las reformas que buscaban manejar o controlar el capital financiero para evitar abuso, no es el mismo. El partido Demócrata ha venido cambiando lentamente durante los últimos 40 años en los cuales ha optado por apoyar la globalización y el neoliberalismo, defender el poder concentrado del capital financiero y los bancos y administrar la crisis en vez de ofrecer propuestas para salir de ella. Se ha definido entonces por su discurso sobre la diversidad, promoviendo el acceso de minorías a la meritocracia, buscando reformas que permitan la incorporación de ellos/ellas al sistema Capitalista. La diversidad y las políticas que buscan hacer frente a la desigualdad en base a raza, género y etnia son importantes y necesarias. Sin embargo esta postura también busca evitar entrar en discusión sobre la creciente desigualdad de clase que cada vez es más aguda e innegable. Bernie Sanders contó con apoyo popular precisamente porque dialogaba sobre el problema explosivo de la desigualdad social. Aun con Obama como Presidente, la riqueza de los mega ricos ha aumentado y la pobreza solo crece. Clinton, como defensora del statu quo y de las elites que se han beneficiado de este orden, evitó hasta verse obligada a hacerlo, a tocar este tema. Sin embargo, Trump, aunque con un discurso a base de mentiras y fundado en odio, si tocó el tema de la desigualdad.



5.- La ausencia de una Izquierda

La izquierda de los Estados Unidos aun no construye un proyecto que, a la vez que reúna a la clase trabajadora, ofrezca propuestas para salir de la crisis. Junto con el partido Demócrata, muchas figuras y espacios de organización de la Izquierda se han enfocado en el tema de la diversidad y el acceso a oportunidad para mujeres, Afro-descendientes y otros grupos minoritarios. Es sumamente problemático que existe dentro de la misma izquierda un rechazo y odio en contra de la clase trabajadora de raza Anglo-Sajona. Esta división es histórica y tiene mucho que ver con la manera como el pobre de raza Anglo ha sido manipulado con discurso racista, para mantener una sociedad de clases. Durante el movimiento por los Derechos Civiles, especialmente, se fomentó un odio por todo lo que no es Anglo y esto ha servido hasta el día de hoy para dividir a la clase trabajadora. Desafortunadamente, inclusive la Izquierda en muchos casos no ha tenido la capacidad de ver que el enemigo no es el trabajador en condiciones de pobreza, sino la desigualdad real que el sistema ha creado y los intereses políticos que buscan manipularlo. Se ve en esta elección, también, una aguda división entre las ciudades de las costas Este y Oeste y el interior del país. Esta división regional no es solo de raza (siendo que las ciudades tienden a contar con más diversidad por raza y etnia) sino de clase. La gran concentración de pobreza existe en estas comunidades del interior, que no se ven representadas por una Izquierda que, salvo algunas excepciones, no ha buscado dialogar con ellas.



6.- Medios de comunicación

Los medios de comunicación, bajo el control casi total de las elites que han creado la desigualdad que azota el país, tienen poco vínculo con la realidad. A través de los años, con algunas excepciones, se han negado a reportar sobre la condición económica que se vive en Estados Unidos, repitiendo más bien  la ideología del gran capital. Para esto, se ha aferrado en culpar a los pobres de raza Anglo por sus posturas "nacionalistas", "atrasadas" y "racistas" por los problemas que el país ha enfrentado. Esta dinámica se dio también en el Reino Unido también durante el llamado "Brexit". También, los mismos medios contribuyeron a que Trump no se tomara en serio como candidato lo cual le permitió de cierta manera sorprender al país con los resultados de esta semana. 

Sin duda alguna la elección de Donald Trump para Presidente de los Estados Unidos es motivo de rabia y desilusión entre muchos. Aquellos que somos inmigrantes sentimos que se viene un periodo largo de inseguridad; no sabemos qué podemos esperar de un nuevo presidente que nos hizo ver como responsables de muchos de los problemas por los que pasa el país, que promovió el odio en contra de nuestras comunidades que sin embargo también fueron afectadas por las políticas que realmente crearon los problemas que se viven el día de hoy. 

Pero tenemos un papel histórico y un llamado a enfrentar esta crisis no con miedo sino con propuestas y con unidad. Un proceso de auto-critica es necesario y debemos evaluar si responder a odio con más odio nos ayuda en algo. Podemos continuar cayendo en la división histórica de la clase que este país ha usado para gobernar o podemos tomar este momento para cambiar de camino, estimular la unidad y responder al odio que nace de la desesperación, con verdadera solidaridad de clase.



Stephanie Weatherbee Brito es mexicana, radicada en EUA, militante del Movimiento Sindical en California y participa de la Articulación de los Movimientos Sociales hacia el ALBA.

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La Junta de Control Fiscal impuesta a Puerto Rico



 

José G. Caraballo

ALAI AMLATINA, 14/11/2016.-


Puerto Rico se encuentra en su gran depresión, la más severa en más de 100 años (Caraballo y Lara, 2016). El nivel de producción de bienes y servicios en el año 2015 -ajustado por inflación- se encuentra al nivel del año 1999. Se han perdido 268,000 empleos desde el comienzo de la depresión en 2006 a 2015 y ambas la pobreza y la desigualdad han aumentado entre los años 2000 y 2012 (ICDH, 2016).

 

Esta severa crisis económica ha causado una crisis fiscal severa (fiscal se refiere a los ingresos y gastos del gobierno exclusivamente). Cuando el gobierno estadounidense desmanteló el modelo económico puertorriqueño de invitar manufactura al remover la sección 936 del código de rentas internas federal sin proveer sustitutos algunos, la economía puertorriqueña colapsó y, por consiguiente, los recaudos gubernamentales por impuestos. Esto trajo un déficit fiscal que fue subsanado con préstamos emitidos en el mercado de bonos municipales de Estados Unidos, una reducción amplia en los servicios gubernamentales provistos a las poblaciones vulnerables y cerca de 70,000 empleados menos en el gobierno desde el año 2008 (ICDH, 2016). A pesar de esas medidas de austeridad, los pagos a la deuda continuaron creciendo cuando el mercado financiero aumentó las tasas de interés que el gobierno puertorriqueño debía pagarles y cuando se continuó tomando prestado para refinanciar deudas vencidas.

 

En el año 2013 el gobierno puertorriqueño nota que al ritmo que la deuda iba creciendo no iba a poder pagarla, aún si se tomaban las medidas de austeridad más drásticas. Cerca del 60% de la deuda era de corporaciones públicas y municipios, las cuales pudiesen solicitar el Capítulo 9 de la ley de quiebras federal si Puerto Rico fuese un estado de Estados Unidos. Puerto Rico fue excluido de esa disposición en el año 1984 sin razón aparente. De esa forma, estas corporaciones públicas de Puerto Rico tienen identidad jurídica propia pero sin la posibilidad de radicar quiebra. Para llenar ese limbo jurídico, el gobierno local aprueba una ley de quiebras local para que la mayor parte de esa deuda se pudiese reestructurar. Los grupos de bonistas demandaron inmediatamente al gobierno local en las cortes de Estados Unidos y prevalecieron. 

 

En el desespero de buscar un mecanismo legal para reestructurar la deuda, el gobierno de Puerto Rico acudió en el año 2015 al Congreso estadounidense para que le diese acceso a un mecanismo legal donde pudiese reestructurar toda su deuda, incluyendo la del gobierno central. Los grupos de bonistas cabildearon en contra de ese acceso y reclamaron -en cambio- una junta de control fiscal que les asegure el pago máximo posible a través de medidas severas de austeridad, como se hizo en ciudades -no estados- estadounidenses. Los bonistas de Puerto Rico y ciertas voces de la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos también respaldaron la idea de una Junta de Control Fiscal. A finales de 2015, el ala republicana del Congreso negoció una Junta de Control Fiscal con el ala demócrata a cambio de que Puerto Rico pudiese reestructurar su deuda y se proveyesen mecanismos de desarrollo económico como el crédito federal a las familias trabajadoras y alrededor de $3,000 millones para palear la crisis fiscal (ver proyecto 2381 del senador estadounidense Orrin Hatch). La negociación fracasó porque hubo sectores conservadores opuestos a la reestructuración y a la otorgación de fondos al gobierno local.

 

Se retoma el caso de Puerto Rico durante el año 2016 ante los temores de los bonistas de que Puerto Rico incurra en un impago amplio en julio de 2016. Esta vez no sobrevivió ninguna medida para contrarrestar la crisis económica, las cuales se dejaron para un grupo de trabajo que se supone genere un informe con recomendaciones este año. Se aprobó a finales de junio de 2016 una Junta de Control Fiscal (en adelante Junta) con poderes de veto sobre las leyes aprobadas por el gobierno de Puerto Rico, con poder de aprobar permisos de construcción en 30 días, con miembros con inmunidad legal que no fueron escogidos ni recomendados por el pueblo puertorriqueño y que no tienen que obedecer leyes algunas de Puerto Rico, con la capacidad de exigir o imponer un plan fiscal al gobierno local y con el poder de demandar que las leyes que puedan tener un impacto fiscal sean aprobadas por esta Junta, entre otras. A pesar de que esta Junta tiene todas las características de una Junta de Control, la ley PROMESA (Puerto Rico Oversight Management and Economic Stability Act) le llamó Junta de Supervisión para diluir su impacto en los medios. Es importante destacar que la imposición de la Junta fue antidemocrática ya que Puerto Rico no tiene representantes con voto en ambas cámaras congresionales donde se trabajó el proyecto ni votó por el presidente que firmó la medida.

 

Las personas que integran la Junta han estado ligadas a firmas de bonistas, a acreedores o fueron parte de gobiernos recientes. Uno de los miembros participó de emisiones voluminosas de deuda pendiente de vencerse y dirigió las emisiones de COFINA (Corporación del Fondo de Interés Apremiante), las cuales se puede considerar cuestionables por utilizarse para fines ajenos a los propuestos (ejemplo, para gastos operacionales). Una de las personas proviene de una organización sumamente conservadora como lo es el American Enterprise Institute la cual no se caracteriza por valorar los aspectos distributivos de las crisis ni le da mucha importancia a los sectores locales que debe ser prioritarios para la recuperación de Puerto Rico. El costo de las operaciones de la Junta lo pagará el pueblo puertorriqueño y costará más que la legislatura de Puerto Rico. 

 

Dicen algunos observadores casuales que la Junta era la única opción pero el Departamento del Tesoro estadounidense endosó recientemente una emisión que hizo Túnez, para ayudarlos a refinanciar su deuda.  ¿Eso no era posible con Puerto Rico, cuando el mismo Antonio Weiss (asesor del Departamento del Tesoro de Estados Unidos) testificó en el Congreso estableciendo que sin la PROMESA esas otras medidas extraordinarias se volverían necesarias? ¿No era posible impugnar gran parte de la deuda que pudo haber sido declarada ilegítima y pagar parte de los intereses de la deuda legítima a cambio de una paralización de litigios? Entonces, no era cierta la falsa dicotomía de "o PROMESA o la hecatombe" que se mercadeó en los medios y en el Congreso. Quizás PROMESA sea la hecatombe.

 

Referencias:

 

1)     Caraballo, J. y Lara, J. (2016). From Deindustrialization to Indebtedness: The Case of Puerto Rico. Retrieved on:http://homes.chass.utoronto.ca/~bobonis/CaraballoLara_PR_debt_16.pdf


2)     ICADH (2016). Deuda Públlica, Política Fiscal y Pobreza en Puerto Rico. Recuperado en: https://noticiasmicrojuris.files.wordpress.com/2016/04/final-informe-audiencia-pucc81blica-pr-4-de-abril-2016-2.pdf


- José G. Caraballo, PhD, es profesor asistente, Business Administration College; investigador, Interdisciplinary Research Institute; director, Census Information Center, University of Puerto Rico at Cayey.

 

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