viernes, 20 de octubre de 2017

LOS DILEMAS DEL TLCAN.




La discusión en torno al TLCAN le ofrece a México, y en adelante a las demás naciones, la oportunidad de re-construir sus cadenas productivas al interior del país, generar ventajas comparativas dinámicas más que aprovechar las estáticas (geografía, recursos naturales, mano de obra) y recuperar el crecimiento de la producción y del ingreso nacionales a partir de mercados internos y más simétricos. Esto obligaría a transformar las relaciones subordinadas y dependientes que la elite rentista construyó, y volver a construir burguesías dedicadas a la producción, la innovación y el desarrollo de la producción real. Regresar a los términos de la OMC en este marco no sería un desastre sino el inicio de otra época.

 

 

Por cuarta ocasión, después de siete días, terminó el 17 de octubre una ronda más de discusión sobre cambios en el TLCAN. Detrás de los planes, anuncios y balances que se han realizado, las fuerzas económicas de los tres países aún no acuerdan reconocer lo evidente. Se trata de tres actores nacionales que conocen, gozan y padecen los efectos del TLCAN, pero no consiguen conciliar las fuerzas políticas y económicas al interior y exterior de sus países.

 

EEUU tiene dos niveles de enfrentamiento y discusión sobre el TLCAN, uno interno, otro externo. Al interior, además y a pesar de Trump, se encuentran las corporaciones frente al estancamiento económico y la promesa política del redespliegue. Las corporaciones, las agroindustrias sobre-subsidiadas y las automotrices deslocalizadas, representadas en la Cámara de Comercio de Estados Unidos (USCC), se han posicionado rotundamente a favor de conservar el TLCAN, bajo el cual han recibido protección que no tendrían con la OMC. Contra la USCC está la "búsqueda trumpiana" por reactivar la economía doméstica, disminuir desempleo y aumentar la productividad a partir de la nueva industria automotriz eléctrica y robotizada. Esta segunda posición acusa a México como el máximo beneficiario del TLCAN y ha manifestado, apoyada en la ideología proteccionista anidada en crecientes sectores sociales, sindicatos y empresarios, su deseo por cancelar el TLCAN.

 

Por otro lado está Canadá, una de las economías con mayor apertura comercial del mundo, abiertamente librecambista neoliberal, aunque con un comercio exterior con América del Norte inferior a un tercio de su PIB. Opera con una amplia diversificación productiva y comercial, está estructurada transnacionalmente, y posee una composición técnica avanzada. De manera paradójica, el gobierno canadiense se ha declarado en contra de los bajísimos niveles de salario en México, aunque a favor del libre comercio y movilidad de capitales. El 10 de octubre, el primer Ministro de Canadá declaró que su país no ha sido el problema del TLCAN, que México es el problema; y que su comercio con EEUU podría continuar bilateralmente. Esto se lo propuso a Trump cuando aterrizó en Washington ese día1.

 

 

CRECIMIENTO DEL COMERCIO MUNDIAL , Fuente WTO Statistical Outlook, 2016

En México, por otra parte, se posicionan sectores empresariales divididos; una clase trabajadora con salarios diez veces inferiores a los de EEUU o Canadá; un aparato institucional obediente y atento a la decisión de la administración estadounidense; y defensores de los intereses transnacionales como proyecto de nación. La división en la postura del sector empresarial mexicano se debe a la destrucción de la burguesía nacional que el TLCAN completó con la entrega de la industria productiva al interés transnacional y convirtió a los sobrevivientes en una élite rentista dueña de medios de comunicación, servicios y ensamble. Pocos son los empresarios interesados en defender condiciones de producción y comercio autónomas (como las de la OMC), pues la mayoría empresarial está enganchada a cadenas de valor estadounidenses (82% de las exportaciones) articuladas a través del TLCAN. (Ver gráfico)

 

 

De manera transversal, las élites rentistas que quedaron están conformadas por grandes grupos financieros, monopolios tecnológicos, gobernantes desreguladores del mercado. Éstas se enfrentan con el capital productivo, defendiendo su feudo a través de este librecambio neoliberal. Por esta razón es que hay representantes nacionales en torno al TLCAN, que aún promueven el dogma exportaciones=crecimiento con conciencia que dicha relación no existe y que los salarios se han desplomado en los últimos 20 años en el mundo. Insisten en una noción muy elemental del pensamiento librecambista alemán: que el incremento en las exportaciones genera, de manera natural, crecimiento de la producción. Sin embargo, en estas dos décadas se ha demostrado que esto no sucede así, en particular, desde el 2008.2 La relación depende de qué se exporte; exportar mano de obra barata no genera crecimiento sino estancamiento como México ha visto desde 1990.

 

Para países con burguesías compradoras y rentistas, el comercio internacional se convirtió en un sistema de eslabonamiento deslocalizado de la producción. En cada país, es posible especular para obtener ganancias, construir mercados de futuros y obtener una renta del abaratamiento de la mano de obra nacional. Es por esto que, repentinamente, han reaparecido dentro del TLCAN las voces defensoras del neoliberalismo y del libre mercado extremo. En el caso mexicano, la renta del TLCAN se expresó en las ganancias por diferencia de salarios (y consecuente migración de 12 millones de mexicanos en EEUU) construida a partir de la flexibilización del mercado de trabajo y la destrucción sindical.

 

El cálculo político del sátrapa Trump va por ganar votos para las elecciones al Congreso estadounidense en julio del 2018, y por ninguna otra parte, con o sin empresas.

 

 

Oscar Ugarteche

Investigador Titular IIEc-UNAM / SNI. Coordinador del proyecto OBELA

 

Armando Negrete

Proyecto OBELA

 

http://www.obela.org/content/los-dilemas-del-tlcan


No hay comentarios.: