ALAI
AMLATINA, 16/12/2015.- Macri despeja el enigma en pocos días. El
sentido económico de Cambiemos es cada día más evidente. Apenas
una semana de gobierno y la derecha argentina se ha apresurado a no
dejar ninguna duda acerca del modelo económico que pretende para los
próximos años. Lo primero y principal fue ponerse al lado del campo
argentino, esto es, de las pocas grandes empresas agroexportadoras.
La medida ha sido levantar las retenciones al trigo, el maíz y la
carne, y bajar cinco puntos en la alícuota que paga la soja. Esto
significa que el Presidente Macri le permite a las grandes firmas
agroexportadoras de una plusvalía adicional entre 4.000 y 8.000
millones de dólares. A partir de ahora, se vuelve a la época de la
súplica. Lo que va prevalecerá es el ruego a estos grandes poderes
económicos para que sean “buenos y generosos” y quieran ayudar a
la República ingresando una parte de este nuevo botín. La soberanía
queda absolutamente enterrada por esta nueva/vieja idea del “pedir
por favor” a los que verdaderamente tienen un gran poder económico.
Los dólares vuelven a manos de los dueños de las grandes
propiedades del campo argentino. Ellos serán los verdaderos
hacedores de la política cambiaria. Eso que llaman mercado pero que
no lo es. Más bien se trata de unas pocas personas, con nombres y
apellidos, que vuelven a ostentar el poder monopólico de la divisas
en Argentina. Ellos decidirán cuándo y cómo se gasta, en qué,
para qué, a favor de quién, de qué modelo económico. El objetivo
es un revival para el siglo XXI: un modelo económico dependiente del
sector agroexportador, muy reconcentrado en pocas manos, con un
patrón de inserción desigual en el mundo.
Para
que la ecuación económica-política sea perfecta, lo siguiente ha
sido levantar el cepo cambiario. Esto se traduce en liberalizar el
mercado cambiario. De nuevo, el eufemismo de la libertad hace sus
estragos. Libertad quiere decir que solo aquellos que tengan un
grandísimo poder económico podrán tener capacidad real para
determinar el tipo de cambio. Pero lo que se anuncia discursivamente
es otra cosa bien diferente. Lo que se vende es que ahora todos los
argentinos podrán tener acceso libre a los dólares, hasta dos
millones al mes por persona. No es necesario ni siquiera decir que
este importe solo está al alcance de unos pocos, de muy pocos.
¿Quién puede acceder a esta cantidad mensualmente?
De
esta forma, se elimina el limite establecido de la época
kirchnerista que pretendía gestionar controladamente el acceso al
dólar para la ciudadanía. Es evidente que esta medida fue muy
controversial porque a nadie le gusta que le restrinjan el acceso
libre a todos los dólares que le permita su capacidad adquisitiva.
Sin embargo, esto fue más que necesario fundamentalmente porque así
se pudo llevar a cabo una política de asignación de divisas más
efectiva a favor de otro modelo económico más inclusivo, garantista
de derechos sociales, más soberano en sectores estratégicos, y más
preparado para emprender el camino industrializador de la sustitución
de importaciones. El uso del dólar es la clave para discutir este
tema con seriedad. Toca decidir si dejamos que el dólar pueda ser
retirado por quién quiera, cómo quiera, cuándo quiera; o si por el
contrario se establecen medidas a favor de un uso más desarrollista.
Macri
no deja lugar a dudas. Lo que quiere es que el dólar sea de acceso
libre para todos los que puedan acceder. Que no significa para todos
los argentinos. Esto implica inmediatamente que a partir de este
momento sean unos pocos, aquellos que ostenta una gran
capacidad económica, los que puedan marcar el nuevo tipo de cambio.
Ellos serán los que decidan cuál es el precio del dólar. El Banco
Central queda sustituido por no mas de diez grandes empresarios (del
campo). Así, la devaluación está garantizada. La trampa es
perfecta. Los mismos que salen ganando con la eliminación de la
retención del campo (más dólares en su poder) son los que pueden
ahora marcar el tipo de cambio; y obviamente, son los mismos que
salen ganando con una devaluación. Así que si hoy se cambian 10
pesos argentinos por un dólar, desde mañana en adelante esta
relación será creciente. Se prevé que el piso mínimo de esta
relación cambiaria sea de 14. Así ganan los exportadores que podrán
cambiar cada dólar que exportan por un valor superior. Y en el otro
lado, están los de siempre, la mayoría que verá afectada su poder
adquisitivo. La devaluación encarece las importaciones: por cada
dólar importado, ahora todo valdrá más caro porque se necesitarán
más pesos para comprar lo mismo. Por lo tanto, el modelo económico
es claro: devaluación que jode a la mayoría para favorecer a una
minoría.
Y
para culminar este círculo vicioso, Macri promete que no faltarán
dólares en el país. ¿Cómo? ¿De dónde los van a sacar? Muy
fácil. Pide prestado dólares a la gran banca privada internacional
(ya comprometidos por los bancos JP Morgan, Deutsche Bank, Citibank,
HSBC, Goldman Sachs). Esto quiere decir que toda esta fiesta le
costará a los argentinos más deuda externa, es decir, deuda eterna.
Así
es cómo Cambiemos, la alianza macrista, ha comenzado a cambiar
Argentina: endeudándola, haciéndola dependiente de muy pocos
empresarios agroexportadores, y seguramente, empobreciendo a la
mayoría por culpa de una injusta devaluación.
No
hay ningún cabo suelto en esta verdadera ruta macrista del dólar.
-
Alfredo Serrano Mancilla es Director CELAG, Doctor en Economía,
@alfreserramanci
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de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/174312
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