viernes, 22 de junio de 2007

LAS REDADAS ANTI-INMIGRANTES EN EUA SUSCITAN NUEVAS PRACTICAS EN LAS ESCUELAS

 

por Miriam Jordan
Dow Jones Newswires 
   

Grand Island, Nebraska, 20 de junio – El 12 de diciembre, justo después de las 7:30 de la mañana, el superintendente Steve Joel recibió una llamada telefónica del jefe de la policía, diciendo que "algo grande" estaba a punto de ocurrir en la planta empacadora de carne de Swift.

Joel se percató de lo que eso significaba: docenas de trabajadores estaban a punto de ser detenidos en una redada anti-inmigrante. ¿Qué les sucedería a sus hijos, estudiantes de su distrito escolar? ¿Se podrían graduar algunos estudiantes de último año?

"Fue como un tornado", dijo el director del Grand Island School District.

El tornado que arrasó a esta ciudad del Medio Oeste fue parte de una operación de largo alcance que tuvo como objetivo las plantas Swift de seis estados y en las que se detuvo a 1,200 trabajadores.

Ahora que el Congreso estadounidense debate cómo resolver la problemática que representan millones de inmigrantes ilegales, el Departamento de Seguridad Nacional ha intensificado sus redadas en los centros laborales. Como resultado, ha aumentado el número de inmigrantes ilegales arrestados por la unidad de Immigration and Customs Enforcement (ICE). En el año fiscal que terminó el 30 de septiembre de 2002, fueron arrestadas 485 personas; y en el año fiscal de 2006 lo fueron 3,667.

Las redadas en las empresas crean un problema nuevo e inesperado en las escuelas públicas. Más acostumbradas a las alarmas con armas de fuego, los intrusos sospechosos y las advertencias de tornados, los administradores escolares ahora tienen que organizar una respuesta a un nuevo tipo de crisis.

"Nuestra respuesta iba a ser un momento definitorio para Grand Island", dijo Joel, un neoyorquino que ha hecho su carrera de 22 años en las escuelas de Nebraska.

Numerosos distritos escolares cercanos a las plantas Swift objeto de las redadas hicieron planes sobre la marcha. En Marshalltown, Iowa, los maestros pusieron a los alumnos en los autobuses con destino a sus casas y esperaron que hubiera alguien para recibirlos. En Worthington, Minnesota, donde 239 trabajadores de Swift fueron arrestados, las escuelas se vieron inundadas con llamadas telefónicas de parientes frenéticos. Muchos administradores se encontraron llamando por teléfono a Swift para saber el destino de los padres de algunos estudiantes.

Después de estas redadas altamente publicitadas, algunas escuelas hacen nuevos planes de contingencia. Joel ha viajado para compartir su experiencia con otros administradores escolares. "Esta es una crisis más para la cual hay que estar preparado en lo mental y en lo organizacional", dijo.

El superintendente Robin Stevens de Schuyler, ciudad ubicada a 150 kilómetros al noreste de Grand Island, donde hay una gran planta empacadora de Cargill, dijo que su personal ha creado una estrategia, que incluye una cadena de mando para asegurar la comunicación eficaz entre el personal, así como un mensaje unificado para las familias de los estudiantes y la comunidad en su totalidad.

Establecida por inmigrantes alemanes que trabajaron la tierra o en el ferrocarril, la población de Grand Island, de 42,000 habitantes, ahora incluye un gran número de inmigrantes latinoamericanos que laboran en la industria empacadora. Muchos de estos inmigrantes son indocumentados.

El año pasado, Swift fue el patrón más importante de la ciudad, y los trabajadores pertenecientes a grupos minoritarios representaban 70% de sus 2,600 trabajadores. Hoy, 42% de los 8,200 estudiantes de las escuelas de Grand Island provienen de grupos minoritarios, sobre todo latinos.

En los años previos a la redada, Joel y su personal trabajaron mucho para ganarse el apoyo y la confianza de la población latina, que a veces veían a las escuelas con el mismo desdén que sentían por otras instituciones de Estados Unidos. Joel contrató a personal bilingüe para las escuelas y co-fundó una coalición multicultural que incluye hospitales, iglesias y empresas.

La mañana del 12 de diciembre, a menos de 20 minutos de saber de la redada, Joel envió un correo electrónico "urgente", para informar a los administradores de las escuelas del Distrito 18 sobre una gran operación anti-inmigrante en la planta Swift, que tendría "un impacto significativo en muchos estudiantes". Los niños podrían regresar a casa para encontrar que faltaba uno o ambos padres, o que nadie pasaría a recogerlos a la escuela, dijo.

Para entonces, la redada ya estaba en marcha. Fuera de la planta de Swift, docenas de trabajadores, muchos llorando y esposados, fueron subidos a autobuses blancos sin marca alguna, que se dirigieron después a los centros de procesamiento de otros estados.

Las escuelas trataron de notificar a los alumnos sin generar pánico. Cada uno de los directores hizo una lista de maestros, trabajadores sociales y consejeros que podían trabajar durante la noche. Algunas escuelas fueron convertidas en albergues. Las escuelas elementales recibieron directivas específicas para asegurarse que los estudiantes fueran entregados sólo a parientes o a una persona a quien el niño pudiera identificar de manera plena.

Los administradores de Starr Elementary trataron de identificar a los hijos de los trabajadores de Swift, pero pronto se dieron cuenta que la mayoría de los nombres de los trabajadores, quizá tomados de tarjetas de Seguridad Social ficticias, no coincidían con los nombres proporcionados en las escuelas. Walnut Middle School realizó una reunión en la que los maestros trataron de calmar a 140 estudiantes, cuyos parientes trabajaban en Swift.

Mientras tanto, a Joel le preocupaba que la "confianza que se había ganado con tanto trabajo estuviera a punto de irse al traste". Si bien por lo general los agentes de inmigración se van solos de las escuelas, no existe regla que les impida detener a los padres cuando van a dejar a sus hijos. Joel dijo que las autoridades le aseguraron que no tocarían sus escuelas.

Al conocerse de manera escasa los detalles de la planta y con el temor haciendo presa de los vecindarios latinos, Joel convocó a una conferencia de prensa a las 10 de la mañana. "Las escuelas serán un refugio y eso lo garantizaremos", dijo. Sus señalamientos ayudaron a generar donaciones caritativas de grupos locales de servicio y de ciudadanos privados, deseosos de ayudar.

Algunos tenían desconfianza. "¿Cómo puede decirnos que los niños estarán seguros cuando sus padres ya no están aquí?", gritó una enojada líder comunitaria latina. Impávido, Joel reiteró su mensaje por la radio y la televisión de habla hispana, en volantes enviados a casa con los niños y en un mensaje telefónico simultáneo transmitido a las casas donde se habla español.

En tanto los agentes de ICE perseguían a fugitivos por toda la ciudad, algunas familias se refugiaron en iglesias, mientras que otras pusieron barricadas en las puertas y ventanas de su casa. Al anochecer, el distrito empresarial latino era un pueblo fantasma. Los agentes de ICE aprehendieron a 278 inmigrantes y ya los habían enviado a un centro de proceso de Iowa.

A las 8 de la noche, el equipo de Joel ya había dado cuenta de todos los estudiantes afectados por la redada. Se identificó a 165 niños, aproximadamente, que tenían a un pariente detenido en la redada de Swift, incluyendo a 25 cuyos dos progenitores habían desaparecido. El distrito confirmó que todos estos niños estaban bajo la supervisión de un adulto.

La crisis inmediata había concluido. Los trabajadores detenidos estarían retenidos entre unos cuantos días hasta algunos meses, luego de lo cual serían entregados a sus familias, en espera de la fecha de la corte para asistir a una audiencia de deportación.

Pero eso no significaba que las preocupaciones de Joel habían terminado. Temió que ahora las familias estuvieran demasiado atemorizadas como para llevar a sus hijos a la escuela. Eso no sólo afectaría la asistencia escolar, sino también pondría en riesgo la graduación de algunos estudiantes de último año de preparatoria. En efecto, el 13 de diciembre, la asistencia fue regular. Faltaron sólo algunos estudiantes más de lo normal en la secundaria. Pero cerca de 370 alumnos estuvieron ausentes en los grados inferiores, es decir, 60% más de lo normal.

Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly

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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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