María Cristina Garay Andrade (Desde Monte Grande, Buenos Aires. Argentina. Especial para Argenpress Cultural)
Envuelta en nubes de presencias voy de repaso
Frente a un espejo quimérico que en el tiempo atraso
Detectando dúctiles huellas cinceladas imborrables
De mis ojos afloran diáfanas lágrimas inevitables
El alma recapitula en cadena disímiles cicatrices
Surcos casi imperceptibles difíciles que no familiarices
Perpetuando señales hirientes que recuerdes de traiciones
En escenarios fugaces retoñarán turbadas sensaciones
Golpes bajos de adversidades inesperadas
Travesías jugando con una dificultad agazapada
Te intima poner a prueba tus temperamentales fibras
Resistiendo dando tumbos y como puedes te equilibras
Hay cicatrices cuando varias primaveras has acumulado
Que en la luna se dibujan inmortales para quedar a tu lado
Las cambiantes figuras que con imaginación diseñas
Por los suaves roces que en tu boca joven dejaron señas
Y así es la marcha por la tierra de simple y de compleja
El espacio lo terminas ocupando con un pasado que refleja
Rastros disímiles que la percepción madura bosqueja
Con marcadas cicatrices en cuerpo y alma como moraleja
El amor atributo esencial del sentimiento humano
La gloria de haber nacido mujer con él la engalano
Imprimiendo un sello encinto en mi transitoria vida
Ese emblema en mi ser dogmáticamente decidida
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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo
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