lisa Rando (especial para ARGENPRESS.info)
Si mi abrazo militante, fraterno, pudiera darle calor a tu cuerpo. Sangre a tus venas. Aliento a tu boca entrecerrada, Mariano, te abrazo con todas las fuerzas que me da mi modesta y veterana militancia socialista.
Si estuviera a tu altura, si pudiera alcanzarte, allí cerca del sol y las estrellas, acaricio tu mejilla, tibia, esperanzada. Tu barba joven. Tus ojos buenos. Tus ideales que alentaron y conmovieron tu noble corazón ilusionado. Tu mente nueva. Tu decisión de luchar. Lucha sin tarifa de rufianes. Lucha que sólo los jóvenes que descubrieron la injusticia son capaces de tener sin condiciones, sin peso y sin medida. Noble lucha la de la juventud perseguida en todos lados que controlan los matones.
Te abrazo como me abrazaron... Te contengo, como me contuvieron. Te acaricio como me acariciaron mis compañeros del alma, la noche que un incendió miserable, dejó en mi camino, para siempre, las brazas que aún no se apagaron. Solo derrumbaron un edificio. Quemaron cien mil libros. Encarcelaron quinientos jóvenes. Fue hace muchos años, pero fue. Y me dejaron fuerzas hasta estos, mis largos años naturales. En mi generación militante se levantó una montaña de compromisos, de decisiones, de luchas. de derrotas, de cárceles e injusticias... Que fue lo importante. Y también de cantos que ayudaron a decir lo que queríamos. Por decir, dijimos casi todo.
La juventud siempre descubre caminos nuevos, para los necios, intransitables. Por eso cuando elijen matar la vida y los ejemplos, los primeros asesinados son siempre los más jóvenes. La simiente. El porvenir. Se ensañan con ellos porque son los incorruptibles. Los miserables odian a los jóvenes por el ejemplo. En la comparación pierden siempre. Y en las ideas, no tienen ni una. Por eso y muchas cosas más los ramplones los odian. Los asesinos a sueldo los matan. Los que tienen poder ocultan todo.
Me conmueven tus trece años de inocente militante. De callado, sencillo, firme, militante. Que sabe, porque lo siente, que la Revolución es la novia de todos y la mujer de ninguno. Que hay que conquistarla paso a paso. Golpe a golpe. Fuerza a fuerza…y como ahora, muerto a muerto.
Las hogueras, como las balas parece que solamente sirvieran para matar. Ellos se creen fuertes. Imbéciles con licencia para matar. Practican lo único que aprendieron. No dan para más.
Las hogueras, como las balas muchas veces abren caminos donde solo existen senderos. Despejan, marcan, señalan. No solamente matan. Focalizan la decrepitud del que apunta y tira. Y… matar, matar, no mata un tartufo miserable. Un reclutado entre un montón, en un estercolero. El pensamiento. Los ideales. Los principios no tienen fronteras ni los erosiona el tiempo. Ni los desaparecen los decretos.
Lo que mata es el olvido. Lo que pudre es el silencio.
El pueblo en la calle selló su compromiso con la vida y salió a quebrar con sus cuerpos a la muerte. Salió y saldrá siempre a romperle el brazo al asesino y al crimen.
Mariano, no hay fosa que te contenga. No hay nicho que te encierre. No hay espanto que te aparte. No hay agua bendita que te declare muerto. Ni rufianes que te asesinen. Ni bandera que no te cubra.
Morir, morir, morirán los carroñeros. Seguro que morirán barridos por el viento de la historia grande. Por la historia que le falta escribir con letra firme a este pueblo nuestro.
Haremos todos, un juramento laico. Juramos por tu vida. Juramos por tu lucha. También por tu inocencia. Juramos por los que como tu cayeron en medio de la tormenta. De la mugre cómplice que mata y huye. Que no construye más que socavones donde algún día ha de pudrirse con ellos la infamia de haber pretendido matar el pensamiento, las ilusiones y la emoción de tu ejemplo. Juramos por la verdad reivindicar tu vida. Continuar la lucha. Levantarnos mil veces, aunque hayamos caído cien.
Mariano, te abrazo. Me quedo con tu tibieza, tus emociones, tus esperanzas. Quede en tu nombre, que ya es nuestro, el compromiso de construir un mundo nuevo. Una sociedad sin clases, sin explotados. Sin explotadores. Sin miserias, ni miserables. Sin asesinos reclutados. Sin hambre. Sin olvidos.
Un beso en tu frente noble, compañero. Un compromiso sobre tus manos jóvenes, valientes, tibias como brazas encendidas.
Convocante, serás de largas luchas. No dejaste en vano en la calle tus sueños y tu vida. Querida vida, "compañero del alma, compañero".
Mariano: "Hasta la Victoria siempre"…del Comandante, ¿lo recuerdas?
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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo
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