jenaro villamil
México, D.F., 25 de julio (apro).- La máxima de Zhenli Ye Gon, coopelas o cuello en el argot chino-mexicano, es aplicada ahora con precisión de cirujano por los noticieros de Televisa: en los últimos siete días han insistido, con todas las artimañas conocidas –incluyendo sugerencias a su vida privada--, que el exsecretario de Gobernación, Santiago Creel, ya no es bien visto en la empresa de Emilio Azcárraga desde que tuvo a bien reconocer lo que todo mundo dijo en su momento: que la Ley Televisa había sido resultado de una "imposición" de la televisora a los candidatos presidenciales.
Creel ya no es el consentido de Televisa. Lo fue durante casi cinco años cuando, al frente de Bucareli, les desapareció el impuesto del 12.5 por ciento de tiempo fiscal y clausuró toda posibilidad de reformar la Ley Federal de Radio y Televisión. Lo fue cuando él se presentó como el "bueno" para suceder a Vicente Fox, cuando las ambiciones de Marta Sahagún cayeron en el fango del nepotismo. Y todavía fue más cuando antes de dejar la Secretaría de Gobernación les concedió 130 permisos para operar yaks y bingos, y les abrió la puerta a un sistema de apuestas por televisión que ahora se difundirán en pantalla abierta.
Desde que Creel ya no es su favorito, los noticieros de Televisa "descubrieron" que Creel, como responsable de la política migratoria y de naturalización, fue omiso, si no es que cómplice en la ruta que condujo al empresario de Shangai a obtener la nacionalidad mexicana. Como prueba contundente, el canal de las estrellas tiene las imágenes de una ceremonia donde Fox le da la carta de nacionalidad a Ye Gon y a mil personas más. Junto a él aparece Santiago Creel.
La campaña contra Creel –como la que antes se armó contra la familia Saba por su sociedad con Telemando y después contra Javier Corral; y más adelante, quizá hasta contra Carlos Slim-- tiene todos los elementos de una venganza o de un cobro de facturas. El exaliado se volvió su enemigo ahora que el poder de su firma ya no cuenta para obtener privilegios ni permisos.
Sin embargo, el mismo golpe de Televisa puede provocar que la empresa se muerda la cola. Es obvio que no sólo Creel tuvo algo que ver con el caso Ye Gon.
¿Por qué no se aplica la misma inferencia en el caso de Julio Frenk, titular de Salud y, por tanto, responsable máximo de la Cofepris que permitió la importación de seudoefedrina? ¿Por qué Televisa no toca ni con el pétalo de una insinuación a Francisco Gil Díaz, titular de Hacienda y responsable de vigilar el funcionamiento del sistema aduanal?
¿Por qué no aparece ningún reportaje crítico o la imagen del inefable Federico Döring en contra de Eduardo Medina Mora, entonces director del Cisen y responsable, más que Creel, de aportar los elementos de inteligencia y de información privilegiada para saber las presuntas andanzas criminales de Ye Gon antes de obtener la nacionalidad?
Medina Mora, ahora flamante e inspirado procurador de la República, el mismo que "reventó" el escándalo de Ye Gon con un extraño boletín el domingo 1 de julio, que se anticipaba a una nota de la agencia AP que aún no circulaba y demandaba que se aplicara la "justicia" en el caso del chino, es realmente el favorito de Televisa en estos momentos.
Desde hace más de dos años, Proceso documentó la sociedad de Eduardo Medina Mora y de Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa en negocios vinculados a la comercialización de los tiempos de pantalla. Gómez lo promovió como amigo y protector de la empresa. Incluso, Medina Mora asistió al famoso encuentro en Valle de Bravo con los candidatos presidenciales, en febrero de 2006, donde los directivos de Televisa demandaron que se aprobara la Ley Televisa.
Medina Mora sí tendrá mucho qué explicar en torno al escándalo Ye Gon, incluyendo el sustento ministerial sobre la sospechosa ruta de los 205 millones de dólares incautados en la casona del empresario, en marzo de este año, y que ahora se ha transformado en "dinero limpio" en el circuito financiero internacional.
Por supuesto, mientras "coopere" Medina Mora –cercano también al banquero Roberto Hernández y a Francisco Gil Díaz, actual accionista y socio de Televisa en el negocio de la telefonía y la convergencia tecnológica-- el canal de las estrellas lo tratará como a un buen aliado… Hasta que haya necesidad de darle cuello. Como ahora lo hacen con Creel.
La venganza contra Creel también encubre dos mensajes: uno para Felipe Calderón, a quien le han demandado que mantenga los privilegios regulatorios que le permitan a Televisa convertir a la pantalla chica en un bingo permanente; y para que se mantenga el "estado de cosas" prevaleciente a nivel legal, aun cuando la Suprema Corte haya decretado la anticonstitucionalidad de la Ley Televisa.
El mensaje, de nuevo, es muy claro. Televisa no tiene candidatos ni partidos. Ya no es soldado de nadie. Pretende que todos los políticos sean sus soldados. Y a quien se vuelve incomodo para sus intereses no duda en darle cuello mediático.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx.
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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