miércoles, 19 de septiembre de 2007

EL DESPERTAR ...un cuento de miguel angel haro

Aquella mañana era distinta, al nuevo día un aire putrefacto lo invadía. No reflejaba la seguridad de los anteriores ni del tiempo pasado. Para   Cuauhtémoc H. Jogar, nada era igual, no se explicaba cómo había pasado todo, que tan rápido o  por qué se encontraba solo, sin la compañía de siempre. En ese momento sabía que tenía que pensar y revisar lo vivido, pero no tenía temor, pues había aprendido de los grandes y todo lo hizo bien. En la vida cumplió su cometido.

 

Llegó como llegan todos, ofreciendo la casa a los electores;  hombre de izquierda, había demostrado en la lucha social su integridad. Marx, Trotsky y Lenin lo sabían, su nueva función de representante de la sociedad era una garantía para los ciudadanos, nada podía detenerlo para conseguir los objetivos de la lucha proletaria.

 

El sabía que era necesario ponerse a trabajar de inmediato, por eso cuando vio a su secretaria con sus exuberantes pechos y su cara de león, se dio cuenta que nadie lo detendría para que fuera suya. Al fin y al cabo era Diputado. Tal vez por eso le dio como prueba de amor una "charola", para que ninguna autoridad policíaca la molestara. No importaba que no supiera trabajar, que tuviera faltas ortográficas hasta al hablar y que en la cabeza tuviera dos TV Novelas y un TV Notas. Además, se jactaba de que ella no sabía amar, independientemente que antes de él hubieran pasado algunos; "ser compadre de leche" no le preocupaba, pues con aire liberal pensaba –"¿qué tan grande puede ser el Congreso?"-. Lo demás era lo de menos. Lo único que importaba era que con rapidez se subiera a su carro. Esto se le tenía que perdonar porqué no dejaba mujer para comadre.

 

Abrió los ojos. Un pequeño error, dijo, no importaba, al cabo hizo todo lo que pudo para   y por la gente. Recordaba entonces aquella propuesta de cambio que logró consensar, para  que los legisladores sólo trabajaran seis meses, pues fue una tontería que la LVII Legislatura estableciera un solo periodo de un año, dado que no hacían nada sustancioso durante 12 meses y necesitaban de tiempo para dedicarse a otras actividades, como el turismo legislativo, pues gracias a eso conoció todo el país y hasta Macondo, que lo intrigaba desde que había leído Cien Años de   Soledad.

 

Hombre pecata minuta,  sabía que existían cosas peores en la vida. Todavía en la mente de la gente estaba el Pemex Gate, los Amigos de Fox y los video-escándalos del PRD. Aunque hubieran pasado 40 años de eso, nada fue fácil para él, pues tuvo que convencer a su esposa con todo los conocimientos políticos que tenía, de que en muchas ocasiones no llegaría a dormir por el cúmulo de trabajo con los demás legisladores. Y bueno, con su secretaria. Lo importante era que su esposa lo comprendiera. De algo tenía que servir la política, para eso había estudiado a los "clásicos."

 

 

Recordaba que para ese entonces ya se había peleado con todos los que lo ayudaron a llegar, malagradecidos e indignos –decía- que le intentaban quitar su dinero, el que con mucho esfuerzo se ganaba con tres horas de trabajo en el Pleno y 16 con su secretaria, a la cual era necesario llevar a los viajes, pues había mucho que dictar. Convenció a sus amigos de que era un Diputado Pobre y que eso era distinto a ser un pobre diputado, pues él con sus conocimientos y su retórica, pagaba su puesto público, pues era el único digno de ocuparlo. Por eso nadie debía sentirse cuando exigía lo que había prestado.  

 

 

Bueno, una mancha más al tigre, no pasa nada –dijo- con modestia, pues siempre comía gorditas de una fondita que le recordaban a su esposa, la bien amada, a quien no le daba mucho dinero para que nunca fuera una pequeña burguesa. Más siempre hacía un esfuerzo para comer en su casa porque la comida con su mujer era sagrada, bueno, los primeros días, porque después ni los hijos lo conocían.     

 

 

Con orgullo recordó el día que se convirtió en héroe y paró el pleno de sesiones, pues su secretaria cayó por las escaleras. Ese necesariamente era un punto a su favor "no todo era tan malo", expresó, dado que era más importante eso que la creación de leyes para los ciudadanos. Además, el notaba que su legislatura era de un alto nivel político: se hacían "cuernitos" y "chamoy" en el Pleno, y jugaban de gran manera a "las encantadas". Definitivamente era una legislatura de alto nivel, no quedaba lugar a dudas. La retórica, la lógica formal, eso no importaba.

 

Siempre agradeció a sus nuevos amigos sus consejos y  para ellos derrochaba sus ganancias en los mejores vinos, pues el diputado sabia que la distinción era lo más importante. Por eso siempre andaba de traje y fumaba puro y aprendió hablar como si siempre llevara retacada la boca de mierda. Además llevó un amor frustrado con el Oficial Mayor de turno, al que siempre conquistó con sus poemas.

 

 Nada le fallaba, porque en el momento justo corrió a todo aquel que le estorbaba o aquel que osara cuestionar su proceder, fuera conocido o desconocido, pues por eso era él diputado y no era de Huatabampo, para inventar estupideces, su inteligencia no estaba a prueba, era un gran negociador, por eso consiguió tres expendios, una cantina y un centro de espectáculos eróticos, "una mamada" inventada por la LVI legislatura pues nadie los respetaba y esto lo consiguió con un gran esfuerzo, pues tuvo que entregar su dignidad y bajarse los pantalones y votar lo que le pedía el Gobernador a su favor, y nunca nadie lo comprendió. Eran unos envidiosos y negativos, no aceptaban que esto lo había hecho por la gente. Al final no le cumplieron el trabajo prometido, sólo una comisión sindical y la promesa de nunca aparecer como aviador.

 

 

Con sumo sigilo perdió cuatro celulares –rió con gusto- pues para esto sólo bastaba poner la denuncia de robo falsa y le reponían el equipo nuevo, así consiguió darle teléfono a toda la familia y hasta a la criada, sin olvidar a la secretaria que también ya era parte de la familia.

 

 

Sin embargo, en ese despertar ya nada era igual y con una voz serena pero segura, del otro lado de la cama, aquella que no disfrutó como la secretaria, los frutos del parlamento exclamo- ¡ya cállate idiota, acéptalo, hace mucho que dejaste de ser diputado!.



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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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