jueves, 11 de marzo de 2010

el zancudo: la gran cruzada



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El Zancudo

(No mata, pero hace roncha)

 

Arturo Soto Munguía

 

La Gran Cruzada (de cables) Por La Seguridad

 

 

Comparecencia churriguresca la de ayer, a cargo del secretario de Seguridad Pública en Sonora, Ernesto Munro Palacio. Un tipazo, Ernesto Munro.

 

Uhhhhhhhhh… me caía bien desde que andaba prófugo de la justicia, perseguido por el mal gobierno, aquel que entre otras cosas, era capaz de criminalizar la protesta pública y encarcelar u obligar al exilio a los disidentes.

 

Pero ahora las cosas ya no son así.

 

En la Sala de Comisiones del Congreso, Ernesto Munro es arropado por su Estado Mayor, donde destaca la emblemática figura de Sergio Encinas Meléndrez, aquél Director de Seguridad Pública en Hermosillo, al que se le peló misteriosamente El Cuarto Pasajero.

 

En una esquina de la mesa, larga,  Alejandro Covarrubias en labores de asesoría. Él es parte de un reconocido cuerpo de académicos y especialistas. Comparte créditos con gente de la talla de Ana María Salazar, que entre otras cosas dirige Grupo Salazar, consultoría internacional dedicada a proporcionar asistencia técnica para grupos o empresas que requieran moderadores (ya sea en inglés o en español) para eventos de gran escala, además de impartir talleres y capacitación en técnicas alternas para la solución de conflictos y seminarios-conferencias sobre temas relacionados con la seguridad.

 

Un trabuco de asesores, a no dudarlo.

 

Alrededor de la mesa, diputadas 'bien fashion' y diputados muy pulcros. (Pulcros, dice). 

 

Unos, de cabellos relamidos, impecables trajes caros y afeitados con esmero: Carlos Rodríguez Freaner, Damián Zepeda Vidales, Roberto Ruibal Astiazarán (¡Roberto Ruibal!), o David Secundino (así se llama) Galván Cázarez, que preside la reunión.

 

Otros, como Bulmaro Pacheco, despeinados campiranamente y hasta con humor para hacer chistes crueles en torno a un expolicía detenido por andar matando venados con sus armas de cargo, y que ahora cobra como Coordinador de Seguridad en el sistema estatal penitenciario.

 

Alguno por ahí más ocupado en coquetear con la guapa diputada panista Leslie Pantoja, estupendo prospecto de la felicitación y el agradecimiento, y a quien Otto Claussen tiene arrobada con el aire doctoral de su ejercicio de 'oposición responsable' con el que diserta sobre la necesidad de sumar esfuerzos entre los tres niveles de gobierno. (¡El Otto Claussen!).

 

Otros, con cara de crudo, como José Guadalupe Curiel, entrelaza sus manos acodado en la mesa, impaciente,  como suplicando que ya se acabe esa reunión que se prolonga durante dos horas.

 

En medio del glamour y el relajo, varios colados: transportistas que portan pancartas en las que se leen exigencias de justicia por el asesinato de tres de sus líderes, bajo las balas de un par de sicarios que se volvieron humo.

 

Hagan de cuenta El Cuarto Pasajero, del que dicen, después de desaparecer misteriosamente de Hermosillo, sobrevoló la ciudad a bordo de una avioneta que fue perseguida por la Unidad de Intercepción Aérea de la PGR, misma que reportó problemas de visibilidad y desistió de la persecución.

 

Claro, diría el Óscar Castro en aquél momento, ¡¿Cómo chingados no van a tener problemas de visibilidad, si les cubrieron las ventanillas del avión con un chorro de billetes?!

 

Pero bueno, esa es otra historia.

 

En la Sala de Comisiones del Congreso está compareciendo el Secretario de Seguridad, ante los Diputados. Es martes 9 de marzo a las 11 de la mañana, y para esas horas, ya se sabe que en la sierra limítrofe de Sonora con Chihuahua, fueron encontrados los cadáveres de 5 personas, desaparecidas desde el pasado domingo, entre ellas un policía municipal de Sahuaripa.

 

Fueron 'levantados' por una docena de hombres armados, procedentes de Chihuahua, según testigos.

 

Dos de los ejecutados apenas contaban con 24 y 26 años de edad, y por algo en la Comparecencia, Ernesto Munro asienta su preocupación por la cantidad de jóvenes muertos en la guerra contra el narcotráfico, aunque saca su estadística y argumenta, como para hacer menos duro el dato, que 'estamos rodeados de un mapa rojo', como alude a los estados de Chihuahua, Sinaloa y Baja California, donde los homicidios violentos son más que en Sonora.

 

Ese mismo día, en Navojoa un hombre es acribillado con armas largas, en el patio de su casa y en presencia de su familia; otro, muere por heridas de bala, en el sanatorio donde fue 'dejado' por alguien que se dio a la fuga.

 

La octava víctima fatal de la narcoviolencia de ese día en que Ernesto Munro compareció ante los diputados, apareció en Nogales, baleado.

 

Pero en la Sala de Comisiones del Congreso, todo es power point y cuentas que no salen: "no tenemos cámaras en las carreteras… ahí tenemos que andarle pidiendo permiso a los de Capufe para que nos dejen ver las grabaciones", se lamenta Ernesto Munro a propósito de los vehículos y personas que desaparecen misteriosamente.

 

A Ernesto Munro habría que decirle que las cámaras no garantizan mucho. Porque en el caso de El Cuarto Pasajero, casi toda la fuga fue videograbada por las cámaras de la Comandancia Centro, y de todos modos se les peló Baltazar.

 

Ernesto Munro debería saber que hay gente que desaparece, que escapa al ojo del videotape. Los transportistas, por ejemplo, que ayer entraron casi a punto del 'portazo'  a la moderna Sala de Comisiones del Congreso y levantaron cartulinas exigiendo justicia por sus muertos, desparecieron de la pantalla.

 

Al menos, desaparecieron de la pantalla de Telemax, pues la televisora gubernamental, en ese alarde de inclusión que nos tiene patidifusos, simplemente los excluyó. Jamás existieron. No estuvieron ahí ni exigían justicia ni externaban sus dudas sobre el asesinato de tres de sus líderes, en violentas condiciones aún no aclaradas.

 

Mal y de malas, si Ernesto Munro recuerda aquellos años 80', y avala la práctica de 'desaparecer' a la disidencia, utilizando para ello el aparato de Estado.

 

En el Telemax del Nuevo Sonora todos caben, excepción hecha de aquellos que el plural, abierto, diverso y ultratolerante criterio de la Dirección General de ese canal, considere que son inexistentes.

 

En la Sala de Comisiones del Congreso, Ernesto Munro arenga por un mayor presupuesto. No se puede tener una policía digna, cuando el ingreso promedio de los agentes es de 4 mil 500 pesos al mes. (¡Cuatro mil quinientos pesos al mes!), y  no les fían en algunas tiendas y mueblerías; tienen un seguro de vida raquítico y no tienen crédito para vivienda.

 

Bulmaro se levanta y fustiga al secretario, echándole en cara el clima de violencia, inseguridad, la paralización económica y la escasa evidencia de colaboración con el gobierno federal. Y aprovecha para preguntar si es cierto que hoy está trabajando en el Sistema Estatal Penitenciario, aquel que siendo director de la Policía Municipal en un municipio panista, fuera aprehendido y procesado por andar de cazador furtivo, usando sus armas de cargo.

 

A mi me tocó denunciarlo, como delegado de la Semarnat que era; lo que pasó después con el Ministerio Público… ya no supe lo que pasó, respondió el que está a cargo de la Seguridad Pública en Sonora, pero admitió que el interfecto, ciertamente, ocupa un cargo público como Coordinador de Seguridad en los Ceresos. Pecata minuta.

 

Ernesto Munro es un dechado de buenas intenciones en power point. Sus convicciones en el sentido de que la simiente de la delincuencia es la familia y luego la escuela; los padres y luego los maestros, lo revelan como un hombre demasiado bueno para estar rodeado de tantos malos.

 

Su creencia de que el origen de la violencia está en las familias estadísticamente 'desintegradas', y que lo correcto es gastarse 1.3 millones de pesos en campañas de difusión con las que se ha llegado a chorrocientas mil 044 personas, apoyados entre otras cosas por 268 mil volantes repartidos, no parece ser la que mejor concuerde con la realidad regional.

 

Pero ni uno solo de los diputados allí presentes, se atrevió a preguntarle al Secretario de Seguridad, sobre la inconveniencia de convertir las convicciones personales en políticas públicas.

 

Y en términos de políticas públicas, lo que se deja ver tras la comparecencia de Ernesto Munro, es una réplica de lo que se viene haciendo con desastrosos resultados en el nivel federal: más armas, más balas, explosivos, blindajes, vehículos rápidos y un constante discurso sobre la moral y los principios de la 'familia integrada', como base de una sociedad segura.

 

Hoy, tocará el turno a Abel Murrieta, el Procurador de Justicia. Vamos a ver qué trae en la bola.


soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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