viernes, 12 de marzo de 2010

SUCESION SALVALE, LA TELENOVELA: EL ZANCUDO

El Zancudo

(No mata, pero hace roncha)

 

Sucesión Salvaje, la telenovela

 

Arturo Soto Munguía

 

La lección que están dando por estos días, los hombres y las mujeres que están al frente de las políticas públicas en este país, no tiene desperdicio. Un cañaveral de pasiones donde las alianzas se hacen hasta con Juan del Diablo.

Lo mismo da que un gobernador sea acusado de asesinar a su esposa, que la curul de un diputado y dirigente nacional del partido en el gobierno, sea ocupada (y televisada) por una piñata de Pinocho.

¿Qué más da, si la política nacional se disputa en los medios?

Y en los medios, la política nacional es un herradero. Hay más insultos y rechiflas en la Cámara, que los esperados en el Chivas-Pumas.

Hay, como nunca y a todo color, evidencias claras de que la gobernabilidad está pendiendo de un hilo, considerando que la praxis política es la traición, la puñalada trapera, la balconeada, el escarnio que los desnuda en la inmediatez de sus ambiciones.

Para qué pensar en el largo plazo de un país, si lo que urge es el corto plazo de las finanzas personales que justifican cualquier exceso sucesorio. 

¡Fuera Máscaras!, dijeron, y empezaron a pactar el destino de la patria, entre muy poquitos y muy bien identificados personajes de lo que ya comienza a conocerse como el cuchupo más escandaloso de la historia reciente.

Porque ha habido otros cuchupos, pero este revela que nunca antes tan poquitos, habían pactado seguir chingando a tantos.

Por ejemplo, podría citarse a manera de parangón, aquellos años cuando La Paca, Muñoz Rocha, Raúl Salinas, Aburto y los Mayoral; Chapa Bezanilla y Lozano Gracia; Colosio y Beltrones y Carlos Salinas y Fidel Velasquez y…

¿A quién no le da entre miedo y risa, pensar que estamos gobernados por los mismos o, en su defecto, por peores?

Quizá una de las diferencias entre aquél antes y este después, es que en ese entonces, eran un chingo y además se estaban matando entre ellos.

Pero ahora no. Mientras estos bárbaros se arrojan monedas, se acusan, se desgreñan probando quién es el mejor calificado para administrar el Estado Mexicano, el país va a la deriva con el narcotráfico como co-gobierno y los civiles cayendo por las calles.

Antes, por lo menos les avisaban.

Ahora no. Ahora son tan poquitos los que firman, que ni el Consejo Político Nacional del PRI estaba enterado de los arreglos de su presidenta, para estampar la poderosa en pactos que cambien impuestos por votos, según el avezado demócrata Manlio Fabio Beltrones.

Claro, pensar que Manlio no estaba enterado de los arreglos que se firmaron en lo oscurito entre el PRI y el PAN, es como pensar que Fel(hip)e Calderón no estaba enterado de lo que hacía su Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en esas 'juntadas' donde asegura, sólo estuvo como testigo de honor.

Manlio, que algo sabe de cuchupos, le reviró luego que en ese tipo de reuniones, no hay testigos de honor, sino cómplices.

Lo que está a debate ni siquiera es el tema de las alianzas, sino el de la democracia interna de los partidos políticos, una asignatura en la que todos salen reprobados.

El cuchupo para evitar las alianzas PAN-PRD en el Estado de México, a cambio del voto priista a favor del paquete fiscal presentado por el presidente de la República, pinta de cuerpo entero a una clase política cuya preocupación fundamental es mantener el control de los presupuestos estatales, como fuente generosa de los recursos sin los cuales, no se podría financiar una campaña presidencial como se prevé la de 2012.

No hay mejor imagen para ilustrar el desolador paisaje de la política mexicana, que esta telenovela  que bien se podría intitular: Sucesión Salvaje.

Sonora, por supuesto, no escapa a esta trama.

El desencanto ciudadano por lo que está ocurriendo en Sonora tiene su justificación en el desencanto ciudadano que campea por todo el país.

Los gobernantes están demostrando un amplio dominio de la demagogia y una gran capacidad para el engaño.

Una fórmula, habría que apuntar, que ya probó su ineficacia en el pasado muy reciente.



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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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