Domestican partidos y tele al IFE
Ricardo Alemán
Itinerario Político
"Un árbitro vendido", el que pitará en las elecciones federales de 2009 Beltrones ordenó perdón a televisoras; son tiempos de poder y alianzas
Cuando el IFE ignoró la violación constitucional de las televisoras en la difusión de spots electorales, la institución responsable de los comicios confirmó las sospechas de todos; que se trata de un "árbitro vendido".
Es decir, quedó claro —como lo dijimos aquí el 4 y el 5 de febrero—, que en la pelea por los spots electorales entre los más influyentes poderes fácticos —como partidocracia y telecracia—, "el IFE terminó convertido en poder sin autoridad alguna… quedó reducido a un mero empleado de los partidos políticos".
Sin embargo, existen preocupaciones mayores. Frente a la grosera simulación en que terminó la reforma electoral que pactaron todos los partidos en 2007 —impostura de la partidocracia para despojar a los ciudadanos del órgano fundamental para la democracia—, y ante el ofensivo manoseo de la llamada "guerra de los spots", no existe autoridad alguna capaz de hacer valer la ley y el interés de los ciudadanos.
Y es que a pesar de que los poderes fácticos de la telecracia y la partidocracia dejaron por todas partes las huellas dactilares de sus poco éticas y nada legales batallas por el poder, al final de cuentas no existe autoridad o poder alguno capaz de sancionar las conductas ilegales que, a los ojos de observadores serios, no muestran más que el sometimiento del IFE a partidos y televisoras. ¿Quién va a creer en el IFE, si sus decisiones son determinadas por los intereses de partidócratas o telécratas que lo han convertido en bola de ping pong?
En el fondo, y una vez decantada por la prueba del poder la nueva reforma electoral, queda claro que al cobijo de los gritos histéricos de quienes enlodaron las reglas electorales que normaron las elecciones federales de 2006, los estrategas del PRI no sólo derribaron las más avanzadas reglas comiciales construidas por la llamada democracia ciudadanizada de los procesos electorales sino que —paradojas aparte—, consiguieron devolver al PRI el control de los órganos electorales.
En todas las décadas del PRI gobierno, el tricolor se mantuvo en el poder gracias a que sometió en un puño los instrumentos electorales —legales y extralegales—, hasta que en 1996-1997, los ciudadanos lograron arrebatar ese control. Es decir, cuando el PRI perdió el control de los instrumentos electorales, también perdió el poder. ¿Y qué creen? Pues sí, como "el orden de los factores no altera el producto", el PRI entendió que para regresar al poder debía tener bajo control los órganos electorales.
Y el PRI de Manlio Fabio Beltrones, de Beatriz Paredes, de Enrique Peña Nieto y de Emilio Gamboa, entre otros, ya tiene el control total de las dos más importantes instancias electorales: el IFE y el Tribunal Electoral. ¿Existen dudas? ¿Quién propuso la reforma del Estado? ¿Quién sacó de la manga la reforma electoral? ¿Quién la negoció entre PRI, PAN y el gobierno de Calderón? ¿Quién condujo todo el proceso, lo cuidó, lo cultivó, lo dio todo para que no abortara? El político que hizo todo eso se llama Manlio Fabio Beltrones.
El mismo "animal político" —en estricto sentido aristotélico—, que en uno de los más depurados pases mágicos le entregó al PRD la zanahoria de la presidencia del IFE —en la personita de Leonardo Valdés—, pero quien desde hace rato no tiene ni presencia ni imagen ni control ni mando en el IFE. Leonardo Valdés en realidad es una figura decorativa, porque los mandones son los alfiles del PRI y el PAN, y uno que otro independiente que se aferra a la legalidad, sin mucha suerte.
La guerra de los spots fue en realidad un juego de vencidas, un lance de fuerza de las televisoras —Azteca y Televisa—, frente al verdadero poder que es la partidocracia. Las robustas representantes de la telecracia le enviaron un mensaje de fuerza a los partidos, en abierto desden al IFE y a su autoridad. ¿En qué momento el IFE dio muestras claras de que en la pelea entre partidocracia y telecracia es un cero a la izquierda?
Pues desde el primer momento de la pelea. ¿Por qué? Porque no fue capaz siquiera de decirle a las cosas por su nombre. En lugar de hablar de una violación flagrante de la Constitución, el IFE respondió con el candor propio de Leonardo Valdés, quien dijo que había sido una "conducta atípica" Ahí el IFE demostró que es una institución domesticada, o si se quiere, un árbitro vendido.
Luego vendría la confirmación. Es decir, desde la oficina de Manlio Fabio Beltrones, a través del consejero Marco Antonio Baños —su hombre en el IFE—, se envió la orden de reventar todo intento por sancionar a las televisoras. ¿Por qué? Porque son tiempos electorales, y esos tiempos son de alianzas. ¿Y quiénes votaron por esa línea? Esa mayoría de la que tiene control Manlio en el IFE. Por cierto, Valdés votó en contra, sólo para simular fuerza. Ese árbitro vendido pitará las elecciones federales de 2009.
Itinerario Político
"Un árbitro vendido", el que pitará en las elecciones federales de 2009 Beltrones ordenó perdón a televisoras; son tiempos de poder y alianzas
Cuando el IFE ignoró la violación constitucional de las televisoras en la difusión de spots electorales, la institución responsable de los comicios confirmó las sospechas de todos; que se trata de un "árbitro vendido".
Es decir, quedó claro —como lo dijimos aquí el 4 y el 5 de febrero—, que en la pelea por los spots electorales entre los más influyentes poderes fácticos —como partidocracia y telecracia—, "el IFE terminó convertido en poder sin autoridad alguna… quedó reducido a un mero empleado de los partidos políticos".
Sin embargo, existen preocupaciones mayores. Frente a la grosera simulación en que terminó la reforma electoral que pactaron todos los partidos en 2007 —impostura de la partidocracia para despojar a los ciudadanos del órgano fundamental para la democracia—, y ante el ofensivo manoseo de la llamada "guerra de los spots", no existe autoridad alguna capaz de hacer valer la ley y el interés de los ciudadanos.
Y es que a pesar de que los poderes fácticos de la telecracia y la partidocracia dejaron por todas partes las huellas dactilares de sus poco éticas y nada legales batallas por el poder, al final de cuentas no existe autoridad o poder alguno capaz de sancionar las conductas ilegales que, a los ojos de observadores serios, no muestran más que el sometimiento del IFE a partidos y televisoras. ¿Quién va a creer en el IFE, si sus decisiones son determinadas por los intereses de partidócratas o telécratas que lo han convertido en bola de ping pong?
En el fondo, y una vez decantada por la prueba del poder la nueva reforma electoral, queda claro que al cobijo de los gritos histéricos de quienes enlodaron las reglas electorales que normaron las elecciones federales de 2006, los estrategas del PRI no sólo derribaron las más avanzadas reglas comiciales construidas por la llamada democracia ciudadanizada de los procesos electorales sino que —paradojas aparte—, consiguieron devolver al PRI el control de los órganos electorales.
En todas las décadas del PRI gobierno, el tricolor se mantuvo en el poder gracias a que sometió en un puño los instrumentos electorales —legales y extralegales—, hasta que en 1996-1997, los ciudadanos lograron arrebatar ese control. Es decir, cuando el PRI perdió el control de los instrumentos electorales, también perdió el poder. ¿Y qué creen? Pues sí, como "el orden de los factores no altera el producto", el PRI entendió que para regresar al poder debía tener bajo control los órganos electorales.
Y el PRI de Manlio Fabio Beltrones, de Beatriz Paredes, de Enrique Peña Nieto y de Emilio Gamboa, entre otros, ya tiene el control total de las dos más importantes instancias electorales: el IFE y el Tribunal Electoral. ¿Existen dudas? ¿Quién propuso la reforma del Estado? ¿Quién sacó de la manga la reforma electoral? ¿Quién la negoció entre PRI, PAN y el gobierno de Calderón? ¿Quién condujo todo el proceso, lo cuidó, lo cultivó, lo dio todo para que no abortara? El político que hizo todo eso se llama Manlio Fabio Beltrones.
El mismo "animal político" —en estricto sentido aristotélico—, que en uno de los más depurados pases mágicos le entregó al PRD la zanahoria de la presidencia del IFE —en la personita de Leonardo Valdés—, pero quien desde hace rato no tiene ni presencia ni imagen ni control ni mando en el IFE. Leonardo Valdés en realidad es una figura decorativa, porque los mandones son los alfiles del PRI y el PAN, y uno que otro independiente que se aferra a la legalidad, sin mucha suerte.
La guerra de los spots fue en realidad un juego de vencidas, un lance de fuerza de las televisoras —Azteca y Televisa—, frente al verdadero poder que es la partidocracia. Las robustas representantes de la telecracia le enviaron un mensaje de fuerza a los partidos, en abierto desden al IFE y a su autoridad. ¿En qué momento el IFE dio muestras claras de que en la pelea entre partidocracia y telecracia es un cero a la izquierda?
Pues desde el primer momento de la pelea. ¿Por qué? Porque no fue capaz siquiera de decirle a las cosas por su nombre. En lugar de hablar de una violación flagrante de la Constitución, el IFE respondió con el candor propio de Leonardo Valdés, quien dijo que había sido una "conducta atípica" Ahí el IFE demostró que es una institución domesticada, o si se quiere, un árbitro vendido.
Luego vendría la confirmación. Es decir, desde la oficina de Manlio Fabio Beltrones, a través del consejero Marco Antonio Baños —su hombre en el IFE—, se envió la orden de reventar todo intento por sancionar a las televisoras. ¿Por qué? Porque son tiempos electorales, y esos tiempos son de alianzas. ¿Y quiénes votaron por esa línea? Esa mayoría de la que tiene control Manlio en el IFE. Por cierto, Valdés votó en contra, sólo para simular fuerza. Ese árbitro vendido pitará las elecciones federales de 2009.
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo
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