miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL ORO DE NICARAGUA EN EL ZANCUDO


ImageEl Zancudo
(No mata, pero hace roncha)

Arturo Soto Munguía

La montaña es algo más que una inmensa estepa verde. Volando sobre Nicaragua, uno sólo tiene la opción de coincidir con Omar Cabezas.
 Cuando uno vuela sobre Managua, todo es verde. Todo es agua. Para un habitante del desierto los lagos son mágicos por inmensos.

Cuando uno recuerda a Omar Cabezas, y mira desde lo alto la selva, no tiene más que coincidir: debajo de ese verde se esconde algo más que una inmensa estepa verde.
Se esconde el oro panamericano, por ejemplo. Se esconde el sentimiento del guerrero, el que lucha siempre.
El que me mandó un msn: "Nadie me gana después de dar el peso".
Acomodadas de esa forma, estas palabras en la pantalla del celular confirmaban lo que alguna vez le dije por teléfono desde Budapest, entre sollozos al otro lado del mundo, después de casi dos meses de no vernos: Eres un guerrero.
Se lo repetí este día, 13 de agosto, y le di los mismos argumentos explicando lo que nos tiene hasta hoy, vivos.
Y es que dos horas antes de esa llamada México-Nicaragua, el hoy campeón panamericano de lucha grecorromana, en su categoría y peso, me decía hecho un mar de llanto, que no iba a competir. Que le faltaban 200 gramos y que ya no podía más.
Él estaba en el Gimnasio de la Universidad de Managua, yo en el Distrito Federal
Él estaba a una hora de subirse a la báscula, pero le faltaba bajar 200 gramos, o no iba a las peleas del día siguiente.
Yo estaba a un día de subir al avión para llegar a Managua, a una hora en la que tal vez, el Alí ya estuviera disputando el Oro Panamericano, con cualquiera de los cuatro luchadores que iban en su peso.
A todos les ganó en Managua, con tan amplio margen, que en cuatro peleas sólo le hicieron tres puntos, mientras que a la ofensiva, el mexicano hizo más de 20, incluyendo el toque de espaldas al representante de Nicaragua.
Por eso le entregaron el trofeo al luchador más destacado en juegos panamericanos, una presea que por primera vez llega a tierras sonorenses.

II

Así fueron cayendo los msn el 14 de agosto, mientras yo volaba a Managua y el Alí peleaba por el oro panamericano.
En cuanto encendí el celular al pisar tierras nicaragüenses, los msn se sucedieron: "Voy a la primera contra Panamá y la segunda contra EU".
Luego el otro: "Ya gané la primera contra Panamá, voy contra EU".
Y luego otro: "Le gané a EU, voy por el oro con Perú".
Para ese entonces, yo ya estaba en Managua, en el gimnasio de la U de M, recordando que un día antes, el Alí me mandó un MSN.
Era el 13 de agosto a las 16:20: "Ya no di el peso. En una hora es el pesaje y me faltan 200 y ya no puedo nada".
Sólo el que sabe lo que cuesta viajar a un campeonato panamericano, puede experimentar el sentimiento contenido en esas palabras.
Por eso le llamé. Me contestó con la voz entrecortada. Le recordé aquella carta desde Budapest, cuando era yo el que lloraba. Le repetí las palabras de esa carta y me dijo que estaba bien. Que se moriría en la raya.
Unos cuantos minutos después timbra el teléfono. Un mensaje que dice, escuetamente: "Ya no aguanto".
Entre ese momento y el timbrazo del celular anunciando un nuevo mensaje, pasaron un par de horas que fueron siglos. Todo fue un caminar dando vueltas en la sala del departamento donde un amigo me dio posada ese 13 de agosto. Nos fuimos a un billar para matar el nervio.
El Alí no me hablaba. Pero sí hablaba con su mamá, que en esos momentos estaba reunida con el Manolo, el Frankie, el Tomás  la Made, esperando noticias.
En la casa están los que lo quieren: la madre de Alí que no se cansa de gritar que ella lo parió. Están los entrenadores de Alí en Hermosillo, y esperan el msn que desde Managua, les diga que hay un nuevo campeón.
O que se quedó en el camino, porque en el largo, largo camino del oro hay victorias y hay derrotas y de ambas se aprende.
A ellos sí les llegaron todos los mensajes, a mi no, porque iba volando a Managua.
Por eso, aterrizando en Managua, prendí el celular y los mensajes llegan en serie:
"Ya me faltan 800 gramos".
"Ya no aguanto y me faltan 500 gramos"
"Ya di el peso".
"Dando el peso, nadie me gana".

IV

 "Ya di el peso".
El MSN llegó cuando estaba en un billar de no tan mala muerte en La Condesa, donde todos se quedaron viendo cuando grité algunas cosas como "¡Viva México, cabrones!".
Porque he visto a los muchachos luchadores forrarse de hule, trotar, correr, escupir, raparse para tumbarse unos gramos. No comer ni tomar agua. Si acaso, mojarse los labios con un algodón húmedo, para no subir un solo gramo.
Y eso debe ser una verdadera chinga a la que ciertamente, no cualquiera le entra.
Por eso pensaba en el Alí, todo flaco en el aeropuerto de la ciudad de México, abordando el avión junto a la delegación que representó al país en el Panamericano de Luchas.
Llevaba dos kilos arriba, y el pesaje era al día siguiente.
"Sí los bajo", me decía, con esa convicción que le he visto antes de entrar a pelear para ganar. Con la mirada que llevaba por ejemplo, cuando ganó la medalla de oro en la olimpiada nacional en Hermosillo.
Ahí le ganó a quien hasta ese momento era el campeón panamericano, un joven llamado Arturo Pérez, representante de Chiapas y el mismo que en un campeonato regional en Veracruz, hace un par de años, se enfrentó al Alí, venciéndolo en un fugaz encuentro donde lo mandó al bronce con 7 puntos a cero.

V

Yo como el papá,  creo que sacó a su mamá, porque el Alí es aferrado y memorioso. En la Olimpiada Nacional 2009, disputó con Arturo Pérez la medalla de oro, y en fiera pelea se la arrebató junto con el boleto al Panamericano.
El camino a ese campeonato es cualquier cosa menos fácil: Bronce en la Olimpiada Nacional 2007; Plata en la Olimpiada Nacional 2008; Oro en la Olimpiada Nacional 2009.
En medio de esas competencias, torneos regionales, seriales, entrenamiento diario y la capacidad para organizar su tiempo y sacar las materias del segundo año de bachillerato; recuperar las reprobadas en cursos de verano, hacer exámenes extraordinarios.
Una realidad conocida para cualquier preparatoriano que se dedique exclusivamente a estudiar.
En ese camino, el Alí superó sus pruebas académicas, pero además, hizo lo que tenía qué hacer para conquistar el oro olímpico nacional y después el oro panamericano, que ningún varón había logrado conquistar para Sonora.
Solamente a Diana Miranda, la excepcional luchadora que también ha crecido a la sombra de Manuel Rubio, había traído a México, en 2006, una presea dorada de Panamericanos.

IV

El Alí superó muchas cosas antes de ir a Managua.
Superó su salida de la prepa en la Universidad del Valle de México, donde le escamotearon dos días de asistencia a clases, en el periodo de preparación rumbo a la Olimpiada Nacional 2009, con sede en Hermosillo.
Por eso no faltó a clases, el Alí.
Solamente el día de la competencia pudo desprenderse de las responsabilidades escolares, que tienen a la UVM en los primerísimos lugares del padrón de excelencia académica. (jejeje).
Ni un solo apoyo de esa escuela.
Antes bien, todo lo que fuera bloquear la carrera deportiva de Alí es válido, porque el muchacho no es becario y luego entonces no lo pueden obligar a acomodar sillas en los 'eventos' que la UVM en Hermosillo organiza para atraer clientela.
Pero cuando Alí ganó el oro en la Olimpiada Nacional, los directivos de la UVM se apresuraron a difundir en su página de Internet la fotografía de Alí, con su medalla.
Son los mismos que le negaron el permiso de faltar un solo día, y que al otro día, cuando supieron que ganó, lo buscaron para tomarle una foto y subirla a su página de Internet, con el siguiente encabezado:
"Orgulloso Lince se lleva el oro".
Y un pie de foto que reza:
"Alí Soto Macías; alumno de cuarto semestre de Preparatoria (en realidad cursaba el segundo semestre, pero en la UVM no importa la precisión del conocimiento, sino el conocimiento de los precisos). Alí pasó por 2 eliminatorias para conseguir su prestigioso título para UVM y para su estado.
Pero en la UVM le escamotearon la beca y se la condicionaron a practicar un deporte diferente al que le gusta. Le negaron el permiso para la concentración previa al entrenamiento rumbo a la Olimpiada Nacional.
Y el Alí no faltó a clases, salvo el día que ganó, para Sonora, la medalla de oro, y para México, la posibilidad de representar al país en una competencia internacional. En la UVM lo amenazaron con darlo de baja si no pagaba a tiempo.
Y en la UVM, un burócrata al que para efectos prácticos conoceremos como "Ramón", fue el encargado de decirme groseramente que ya no regresara con él, después de ir a solicitar los papeles de No Adeudo, de Alí.
Ese es el triste recuerdo que me llevo de la UVM. Pero son pelillos a la mar, frente al portentoso, gigantesco espectáculo del Alí venciendo en Managua al contrincante del Perú, por 7 puntos a cero.
Cuando el Alí levantó los brazos y se rió. Cuando musitó, a sabiendas de que yo desde las gradas no lo oía, las palabras: "Campeón Panamericano", en ese momento se resumieron todas las estampas en que lo recuerdo y que son tantas como las de un padre recordando a un hijo.


V

A Daniel Hidalgo lo conocí hace mucho, pero nunca lo vi tan entusiasmado como el día que me dijo que si Codeson no tenía recursos, buscaría la manera de que Alí se fuera al Panamericano.

Por tratarse de Alí, y por tratarse de un amigo, si de aquí (Codeson) no sale el recurso, yo te voy a ayudar para que Alí vaya a esa competencia".

Y Alí fue a Nicaragua. Y se trajo el oro para Sonora, y para México.

No sólo eso, se trajo el trofeo al luchador más destacado, algo que nadie había traído a Sonora, o a México.

Algo deberían de rescatar, ahora que se va a inaugurar el gimnasio para los luchadores, y ahora que se va un gobierno y entra otro, esperemos, que le meta más ganas al trabajo que al oropel.


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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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