Alberto Híjar.
En los prólogos de las ediciones en inglés y en alemán del Manifiesto Comunista, Marx y Engels explican porque optaron por desechar el nombre de socialista para la organización urgida del deslinde con quienes de maneras irreflexivas y pragmáticas pretendían aprovechar la situación revolucionaria de 1848. Tuvieron que deslindarse también del comunismo tosco por sus impulsos instintivos ausentes de crítica de la economía política al desechar a la propiedad privada en general. Al hacer esto y proclamar la propiedad comunitaria en realidad eternizan la propiedad privada aunque la atribuyan a la organización colectiva. Marx y Engels tuvieron clara la dificultad de construir una tendencia comunista proletaria radical frente a las mayorías que en la Asociación Internacional de Trabajadores resultaban más convincentes por su fuerza emotiva y su carácter pragmático. La consigna de Bernstein de exaltar al movimiento social por encima de los principios les pareció una buena síntesis del comunismo tosco. Al reflexionar sobre la fortuna del Manifiesto en el prefacio a la edición alemana de 1890, Engels reconoce la importancia del "comunismo apenas elaborado, sólo instintivo, a veces un poco tosco" como el icario de Cabet en Francia y el de Weitling en Alemania con la explicación sintética a continuación: "el socialismo representaba en 1847 un movimiento burgués; el comunismo, un movimiento obrero. El socialismo era, al menos en el continente, muy respetable; el comunismo era precisamente lo contrario", de modo que para cumplir con la línea marxista de que "la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma", al decidir la reivindicación del comunismo, Engels apunta la necesidad de deslinde entre los comunismos para trabajar con los un poco toscos pero radicales. He ahí el problema.
El primer tratamiento teórico del problema lo hace Marx en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 al tratar Propiedad privada y comunismo, Etapas del desarrollo del punto de vista comunista, Comunismo tosco, igualitario y comunismo y socialismo coincidentes con el humanismo. La contradicción entre propiedad, capital y trabajo es comentada como problema de autoenajenación si sólo se trata objetivamente tal como hace Proudhon, Fourier y los fisiócratas reivindicadores del trabajo agrícola y Saint Simón que exige del "dominio exclusivo de los industriales" el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros. El comunismo resulta por tanto "la expresión positiva de la anulación de la propiedad privada, primero como propiedad privada universal".
Los parágrafos numerados de caracterización del comunismo describen planteamientos negativos como la destrucción de la propiedad material porque "no es posible ser poseída por todos como propiedad privada" con lo que resulta que "el único propósito de la vida y la existencia es la posesión directa, física". Con el ejemplo de la propiedad colectiva y común de las mujeres, destaca la implantación de un "estado de prostitución universal con la comunidad". Trata de la envidia y codicia no anuladas en la propiedad colectiva sino por lo contrario consumadas en ella como "comunidad de trabajo e igualdad de salarios que paga el capital comunal: la comunidad como capitalista universal. Especialmente claro es el apartado dos al afirmar la eliminación del Estado no realizada. "En ambas formas – dice Marx- el comunismo se sabe la reintegración o retorno del hombre a sí mismo, la supresión de la autoenajenación humana, pero puesto que aún no ha aprehendido la esencia positiva de la propiedad privada al igual que la naturaleza humana de la necesidad, permanece esclavo de ella y corrompido por ella. En realidad, ha aprehendido el concepto pero no su esencia".
En el apartado tres describe al comunismo "como auténtica apropiación de la esencia humana por y para el hombre; el comunismo, entonces, como un retorno completo del hombre hacía sí mismo como ser social (es decir, humano): retorno hecho conciencia y realizado dentro de toda la riqueza del desarrollo previo. Este comunismo, en tanto que naturalismo acabado se iguala al humanismo y como humanismo acabado iguala al naturalismo; es la resolución genuina del conflicto entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre".
Sigue en el Manuscrito el deslinde con el ateismo de Owen y su derivación en "filantropía filosófica, abstracta y la del comunismo (que) es desde la partida real y directamente volcada a la acción". Precisa más adelante la necesidad de evitar "el restablecimiento de la sociedad como una abstracción vis a vis del individuo". El individuo es mortal pero la sociedad no. El apartado cuatro empieza caracterizando la "propiedad privada es sólo la expresión sensorial del hecho de que el hombre se haga objetivo para sí mismo y al mismo tiempo se convierte en objeto extraño e inhumano para sí". De aquí resulta que "la propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto es nuestro solamente cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es directamente poseído, comido, bebido, usado, habitado, etcétera, en fin, cuando es usado por nosotros". Todos los sentidos resultan enajenados por el sentido de tener. "El ser humano tenía que ser reducido a esta pobreza absoluta para que pudiera ceder su riqueza íntima al mundo exterior". El carácter histórico del mundo queda así anulado al ignorar la formación histórica de los sentidos resultantes de determinaciones concretas. De aquí la importancia de la psicología y las ciencias naturales y en especial de los planteamientos de Feuerbach a quien Marx y Engels dedican sendos textos donde aclaran la relación entre el conocimiento, la naturaleza, las relaciones históricas y sociales y la dialéctica extraviada en consideraciones parciales meramente objetivas o subjetivas. El Manuscrito termina afirmando: "El comunismo es la forma necesaria y el principio dinámico del futuro inmediato, pero tal comunismo (tosco) no es el objetivo del desarrollo humano: la estructura de la sociedad humana".
La síntesis en once tesis de la crítica a Feuerbach aclara las complicaciones dialécticas al alcance de filósofos hegelianos. En especial es necesario acentuar la contundencia aparente de la tesis once sobre la interpretación que los filósofos han hecho del mundo para oponerle la necesidad de transformarlo. La lectura tosca asume esto como consigna opuesta al trabajo teórico para la crítica histórica y dialéctica. Bernstein triunfa en quienes privilegian la acción en aras de la sociedad, el hombre, la historia. El sentimentalismo y sensorialismo necesarios a este comunismo tosco repudian al Estado y a la propiedad privada pero no los critican, no los caracterizan a cambio de las movilizaciones sin fin que en ocasiones tienen como fundamento un heroísmo ciego y sordo para facilitar la represión como premio y prueba del carácter represivo del Estado que se hace presente a pesar de la negación pragmática. Una poética del sacrificio acompaña esta posición al demarcarla como sentido supremo de la lucha.
Al prologar en Londres en febrero de 1888 los textos sobre Feuerbach, Engels reconoce al filósofo criticado como el más influyente entre los posthegelianos. En su texto a propósito de un libro de Starcke y luego de afirmar que "la moral de Feuerbach está cortada a la medida de la actual sociedad capitalista aunque su autor no lo quisiese ni lo sospechase", Engels destaca el carácter antihistórico propio de las teorías morales válidas para todos los tiempos cuando en rigor "cada clase y hasta cada profesión tiene su moral propia", de modo que el amor como principio de hermanamiento de todos tendría que confrontarse con "las guerras, litigios, procesos escándalos domésticos, divorcios y en la explotación máxima de los unos por los otros". La crítica de Engels a la solución amorosa habría que remitirla al comunismo tosco y sus empeños comunitaristas. "¡Pero el amor! –dice Engels- sí, el amor es, en Feuerbach, el hada maravillosa que ayuda a vencer siempre y en todas partes las dificultades de la vida práctica. Y esto, en una sociedad dividida en clases con intereses diametralmente opuestos. Con esto, desaparece de la filosofía hasta el último residuo de su carácter revolucionario y volvemos a la vieja canción; amaos los unos a los otros, abrazaos sin distinción de sexos ni de posición social. ¡Es el sueño de la reconciliación universal!". De aquí la necesidad de plantear la escandalosa conclusión de su escrito válido mundialmente: "el movimiento obrero de Alemania es el heredero de la filosofía clásica alemana" con todo su sentido crítico culminante en la crítica de la economía política todavía sin mención en los escritos sobre Feuerbach. No es que cada obrero sea un filósofo en potencia sino que su organización tendría que producir el conocimiento común en el sentido en el que José Revueltas plantea la democracia cognoscitiva.
Todo lo anterior exige plantear el problema del poder y la organización. En la tesis nueve sobre Feuerbach Marx establece la relación entre el materialismo intuitivo y las limitaciones de asumir "a los distintos individuos dentro de la sociedad civil". La tesis diez afirma: "El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad civil, el del nuevo materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada". Si todo es sentimiento fraterno y sensoriedad antirracionalista, la intuición del mal conduce al rechazo de la crítica de la economía política y de toda organización reflexiva sobre el desarrollo histórico y las formaciones sociales para orientar el tránsito al socialismo. No hay que perder el tiempo en la teoría.
La caída de la Unión Soviética y las ideologías postmodernistas autodenominadas postmarxistas entre universitarios con pasado socialista, ha sido pretexto para el Nuevo Socialismo que combina al Estado benefactor con una política de masas bajo control estricto del Estado y con instituciones de solidaridad adecuadas al desarrollo de una especie de capitalismo humanizado. La crítica a este humanismo tendría que pasar por las reflexiones de Marx en los Manuscritos para evitar la confusión con el humanismo burgués donde el Hombre anula la lucha de clases y toda diferencia social.
La noción de pueblo exige precisiones históricas y sociales para distinguir sus usos demagógicos de los habituales en los nombres de organizaciones del comunismo tosco. Pueblo, proletariado, socialismo, comunismo, comunitarismo, exigen las precisiones intentadas sobre todo por Antonio Negri y Michael Hardt al describir el Imperio para probar que el imperialismo no fue la fase superior del capitalismo ni el proletariado sigue tal cual ni el pueblo es el mismo de las revoluciones democrático-burguesas y sus constituciones políticas. Complica la exigencia de precisiones, la difusión defensiva del EZLN del concepto de sociedad civil acompañado por la descalificación de todos los partidos políticos y no sólo los financiados al servicio del Estado. Carente de bases organizadas, el EZLN declaró por su vocero luego de la tregua unilateral de enero de 1995 que se habían preparado para la guerra y no para la paz. Pero la única posibilidad de autodefensa ha procurado articular la construcción del poder comunitario en Chiapas con las movilizaciones y los encuentros de la sociedad civil con el resultado de las vidas efímeras de organizaciones como el nuevo Movimiento de Liberación Nacional, el Frente Zapatista de Liberación Nacional, la Otra Campaña de la que no ha resultado el Programa Nacional de Lucha. La estrategia de darle oportunidad a la palabra y escuchar todas las voces para generar respeto fraterno, ha sido infructuoso para construir un proyecto de largo plazo, salvo el concretado en Los Caracoles, las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios Autónomos con poder comunitario ofrecido como ejemplo para la emulación. Este constructo no es suficiente para la liberación nacional al renunciar a una dimensión más allá del nombre del Plan La Realidad- Tijuana opuesto al intervencionismo yanqui y sin crítica al ALBA estatista y eternizador de la propiedad privada como soberanía de Estado benefactor. Pese a toda la propaganda adversa y al asedio constante, el EZLN ha logrado una dimensión internacionalista como ninguna otra organización político-militar por la validez de sus generalidades contra el neoliberalismo, los partidos políticos corruptos, los Estados-nación en crisis de muerte y las necesidades crecientes de los trabajadores irreductibles al proletariado asalariado que no incluyen a la creciente masa de indocumentados, asediados en la economía informal y esclavos modernos en países como China empeñados en competir en la globalización.
Para sorpresa de los reunidos por la Digna Rabia en San Cristóbal de Las Casas durante los primeros días de 2009, Michael Hardt habló del amor con precisiones clasificatorias concluidas con el verdadero amor como llama Roque Dalton al construido en la lucha contra el capitalismo y por el tránsito revolucionario al socialismo. Hardt puso en su lugar a las reducciones del amor a la pareja y a la filantropía para remitirse al Che convocando a la indignación ante los reprimidos y oprimidos en todos los lugares. Esto debiera completarse con las reflexiones del Che contra la ley del valor que tuvo que enfrentar como presidente del Banco Nacional de Cuba y como Ministro de Industrias. La emulación con el ejemplo propio por delante y las precisiones del hombre nuevo más pleno por ser más libre y tener todo lo necesario apuntan más allá de la supresión del dinero y la riqueza materialista en el peor de los sentidos, para en cambio plantear a la planificación centralizada como tránsito al socialismo de manera sostenida y constante en la vida cotidiana. El humanismo del Che se articula así a la crítica de la economía política incluyendo el desprecio al esquematismo de los manuales soviéticos ignorantes del Tercer Mundo y con la inclusión del guerrillero como educador empeñado en apropiarse de todos los recursos de significación acumulados en la historia para evitar las reducciones del realismo socialista. De aquí la crítica a las necesidades subjetivas mal satisfechas por el comunismo tosco en una cultura panfletaria ilusoriamente opuesta a la cultura burguesa cuando en realidad se vale de recursos agitatorios propios del romanticismo decimonónico actualizado en una poética comunitarista, gremialista a veces como en el caso de los profesores renunciantes a la recomendación de Marx de que "el propio educador necesita ser educado". El espíritu religioso criticado en la tesis siete y en escritos que lo relacionan con el Estado monárquico como La cuestión judía tampoco sirve para criticar la lucha reducida a marchas y plantones donde el coreo de consignas es en todo semejante a las letanías de las procesiones católicas con su fetichismo de los símbolos. Esta poética incluye la exaltación de la pequeñez y la humildad como garantías de verdad, justicia y democracia para dar lugar a una supuesta ontología verdadera y orgullosa de la precariedad cultivada.
Este empobrecimiento de la humanidad característico del comunismo tosco exigió a Lenin tan respetuoso de la autonomía de los intelectuales y artistas, proponerle al Proletkult en 1918 una resolución orientada por la necesidad de liberar las fuerzas productivas incluyendo la masa de tradiciones, signos y símbolos producidos con el dominio de la burguesía. Respondía así a la consigna de "barrer con la escoba de octubre" enarbolada por comunistas toscos como Vladimir Maiacovski, activista intenso y de gran talento para el impulso de la nueva subjetividad. Su poesía y su crítica alcanzaron a la burocracia en embrión a quien pretendió criticar en una obra de teatro humorística, El baño, cuya representación fue prohibida para colmar la depresión del Poeta Rojo que terminó suicidándose dejando a cargo del Partido Comunista a su compañera y a su herencia intelectual. El control del partido de Estado topó con la soberanía militante. A la par de un congreso de intelectuales en Cuba en 1961, José Revueltas propuso un seminario con el título Para que no vuelva a suicidarse Maiacovski que por supuesto no fue aprobado pero queda como un principio reflexivo que tendría que arribar a la crítica del comunismo tosco y sus efusiones sentimentales, sensoriales y de amor fraterno y solidario tan necesarias a la construcción del socialismo pero también tan obstaculizadoras del tránsito revolucionario hacia la única solución histórica y social de la crisis capitalista.
Las líneas de demarcación destacadas por Louis Althusser como tarea principal del materialismo histórico y dialéctico resultan por tanto una necesidad constante para enfrentar a los socialismos y precisar las posibilidades de la hegemonía comunista. Es esta una práctica teórica difícil cuando se trata de asumir pero superar la fraternidad como único fundamento de lucha. En el umbral de la calificación como enemigos, los comunistas toscos repudian la crítica teórica, la construcción partidaria así sea con otro nombre, el programa para el largo plazo y sobre todo las condiciones de la transición al socialismo. Pero al sustentar su práctica en el desmadre como sacar de cauce, de madre, al torrente de la resistencia social, prueban la necesidad del cambio radical que los moderados evitan llamar revolución. Es evidente que las movilizaciones furiosas, la digna rabia, son necesarias pero insuficientes y ahí está el problema enfrentado por Marx y Engels desde 1848. Desde entonces parece triunfar el comunismo tosco con su repudio al radicalismo teórico calificado de inútil en el constante homenaje a Bernstein.
En la llamada posmodernidad todo esto da lugar a un artefacto lingüístico. Aún las organizaciones político-militares se esfuerzan en no decir lucha de clases, materialismo, proletariado, en fin, todo aquello que alude a los conceptos necesarios del marxismo-leninismo para no sólo interpretar la historia sino transformarla. El efecto bueno es el de la superación de la retórica a la par del efecto malo de tirar el agua sucia con todo y niño: al renunciar a los conceptos se renuncia a la posición que implican y que no puede sustituirse con otro modo de decir las mismas cosas. La coexistencia pacífica discursiva es propia de la falsa pluralidad ostentada por la burguesía para descalificar la supuesta intransigencia marxista. De aquí que el problema práctico sea un problema teórico como problema discursivo de deslinde con las ideologías socialistas y del comunismo tosco. En ocasiones recientes esto ha sido elevado a ideología de Estado con discursos cargados de emotividad antiimperialista y amorosa no sólo por el discurso verbal sino también por su acompañamiento con banderas rojas, referencias a los héroes, enarbolamiento de tradiciones populares combativas y el duelo por los caídos, todo lo cual exacerba y construye al pueblo en lucha pero por sí mismo no ofrece más solución histórica y social que la hermandad conducida por el Estado benefactor con limitaciones atribuibles al imperialismo aunque a la par se busquen acuerdos con el Imperio. Descontamos aquí la obviedad de la lucha ideológica y científica contra las ideologías de la burguesía esperanzada en la eternización del capitalismo.
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo
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