jueves, 12 de junio de 2008

DIETA PARA UNA CRISIS..EDITORIAL DEL SEMANARIO SIN LIMITES

CRISIS DE ALIMENTOS
DIETA PARA UNA CRISIS

El alza en el precio de los alimentos viene a agravar un problema aún más serio que enfrenta la dieta de las familias mexicanas: la mala calidad nutrimental de sus alimentos

Entre los pobladores de México ha existido una milenaria tradición de poseer una cocina altamente elaborada que se tradujo en una alimentación balanceada y rica en nutrientes. Pero, este prestigio sólo ha quedado para los libros y restaurantes de alta cocina o para los días festivos. La realidad cotidiana es otra.

En las últimas décadas la "dieta mexicana" ha sufrido cambios importantes a raíz de la incorporación de nuevos patrones de consumo tanto en las ciudades como en las zonas rurales. Pero ha sido la última década cuando esta tendencia se profundizó hasta convertirla en un verdadero problema de salud pública.

El consumo de alimentos tradicionales ha disminuido sensiblemente a cambio de alimentos industrializados con grandes cantidades de azúcares, de proteínas, de grasas saturadas, pobres en fibras y, generalmente, monótonos.  Así, ahora los mexicanos consumen hasta 30% menos tortillas y frijol que hace cuatro décadas y sólo un tercio de las frutas y verduras recomendadas por los organismos de nutrición. A cambio se han dado incrementos sustanciales en la ingesta de carne de res, de grasas de origen animal y de azúcares, en cantidades riesgosas para la salud.

Con estas tendencias no sorprende que la obesidad (el 70% de la población adulta tiene sobrepeso y entre los niños menores de cinco años la obesidad creció 40% entre 1999 y 2006), las enfermedades cardiovasculares y la diabetes se hayan convertido recientemente en graves amenazas para las familias, para la salud pública y, por lo tanto, para el rendimiento escolar y la productividad laboral.

¿Qué vamos a comer los mexicanos en los próximos años? Es la pregunta de esta edición.

El alza en los precios de los alimentos agudizará en México una realidad más grave que la propia carestía: Una alimentación con deficiente nutrición.

La "dieta mexicana" ha sido minada por la apabullante oferta de los supermercados y de las comidas preparadas en las cadenas de franquicias. Las carnes industrializadas se han impuesto a las carnes frescas y las papas fritas han reemplazado a las verduras, un cuadro agravado por cambios culturales y por la escasez del tiempo, especialmente en las grandes ciudades.

Es allí en donde el rol del Estado juega un papel fundamental para el ciudadano. Reforzamiento de programas de información y de orientación alimenticia. Regulación y supervisión estricta de los productos alimenticios –naturales y procesados que llegan al mercado. Fortalecimiento de instituciones legales de defensa del consumidor. Programas de orientación en centros educativos. Políticas de defensa, promoción e incentivos a la cultura alimenticia mexicana. Incentivos fiscales a las empresas que promuevan e inviertan en una alimentación sana entre sus trabajadores.

Los subsidios para alimentos a los más pobres no es la solución si no va acompañado de programas para nutrirse mejor. De lo contrario habremos subsidiado la mala alimentación.


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