EL DIVAN
PODER LEGISLATIVO: A RÍO REVUELTO…
MIGUEL ANGEL AVILES
A río revuelto, ganancia de legisladores. Ese puede ser el resumen de una lectura rápida sobre lo que pasa en un Congreso, incluyendo el del Estado de Sonora.
Y es que de concebirse el Poder Legislativo, por algunos teóricos, como un ente colegiado constituido a partir de un principio representativo hacedor principalmente de leyes que sirvan para allanar el camino o el desarrollo de una sociedad, hoy ha pasado a ser mas que el reducto de ambiciones políticas personales o partidistas que con el afán de lograr la escalada, han terminado por abaratar, cual marchantes, su trabajo parlamentario.
En antaño, el Poder Legislativo a la Mexicana era sinónimo de obediencia, de sumisión al monarca que constituido formalmente como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos encarnaba al supremo poder, ese que no habría que contradecir sino por el contrario, obligaba a reverenciarlo a pie juntillas por mas que se hablara de división y equilibrio de poderes.
En el 2000 devino la hecatombe y cayó el PRI de ese encariñado peldaño. Años antes, sobre todo a partir de 1988, la suerte política ya no le acompañaba del todo. Un boquete de regular tamaño fue abierto con la ya conocida desbandada que encabezó el hijo del General Lázaro Cárdenas.
Eso fue una puerta a la pluralidad política, pero también un acceso que hasta hoy no se reserva el derecho de admisión. A veinte años de distancia observamos que si bien es cierto ese parte aguas fue aire puro para oxigenar la participación ciudadana, tambien a la larga a permitido que sin la presencia de un filtro, cualquiera, así sea sin la mas mínima reputación, aspire a ocupar un puesto de elección popular.
En esto mucho tienen que ver los partidos políticos, sobre todo aquellos que vinieron a disputarle al PRI la carrera hacia la cima del Poder. Me refiero específicamente al PAN y al PRD, quienes teniendo la oportunidad de distinguirse del Revolucionario Institucional han terminado por calcar, por reproducir los propios métodos que este utilizaba para ascender y mantenerse en el coliseo de los poderosos, en contraposición de la ciudadania que los ve pasar, airosos, y se siente utilizada por esta estirpe privilegiada que simbolizan ahora los partidos.
Con honrosas excepciones, hoy en día los partidos políticos están constituidos por una militancia liderada por astutos, pero ramplones personajes que han encontrado en esto de la política una confortable forma de vivir.
Se es político actualmente porque no se corre ningún riesgo. Porque al fin y al cabo las ganancias son superiores a la pérdidas y por lo tanto, como el mejor de los negocios, no hay motivo ni razón justificada para abandonarlo.
Este perfil es el que predomina justamente en los candidatos y luego en los representantes populares-por elección directa o plurinominal-que componen el poder legislativo de un Estado.
Debido a esto, no es la calidad de leyes el criterio que prevalece a la hora de dictaminar una iniciativa, es en todo caso, el resultado del cabildeo reducido a los intereses y disputas partidistas lo que se pone por encima de cualquier interés popular.
Actualmente, a fuerza de estar postulando a diario su candidatura para otro puesto sin haber concluido el que empezaron, se busca el lucimiento hueco, la atracción mediática, con tal de que su figura resplandezca sobre la de los demás, sin importarles que frente a sí se apilen iniciativas unas con mayor relevancia que otras, que serán ofertadas, negociadas y aprobadas dependiendo de las dádivas reciprocas que hayan acordado proveerse antes de llegar al pleno.
Los temas no se agendan en virtud de la importancia social que tengan. Para nada. Se enlistan en el orden del día de acuerdo a la correlación de fuerzas que caracterice en ese momento a la legislatura en turno. Puede tener una minoría partidista una brillante idea pero será desplazada por una iniciativa frívola de una mayoría demoledora. Puede tener esa mayoría una propuesta congruente y coherente pero aquella minoría hará rabietas y acusará antidemocracia a fin de ensuciar su aprobación.
Esto, por más que lo sepan, no les importa en tanto les reditúe en sus siembras y cosechas electorales. La ciudadanía es la bandera pero a la vez en parte de su olvido.
Es hora ya de que, así como se les exige al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial que rindan cuentas, y se les cuestiona y se le pasa por la crítica, también de la misma forma y con la misma dureza se le diga de una vez por todas al Poder Legislativo- de los congresos locales, y el del Congreso de la Unión- que ya se amerita una rendición de cuentas propia antes que hacer como que le virgen le habla, buscando en el horizonte culpas ajenas.--
Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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