miércoles, 18 de junio de 2008

juventud mexicana

 
 

 
 

En Nueva York, una mexicana toma literalmente la batuta de la juventud de América

por Matthew Gurewitsch
New York Times News Service 
9 de junio – Cuando era niña en la Ciudad de México, Alondra de la Parra sentía una mezcla de emociones cuando asistía a conciertos sinfónicos con sus padres, ambos amantes apasionados de la música. "Era frustrante estar sentada en el público", dijo hace poco en Nueva York, donde ahora reside. "Quería estar en el escenario, con la música".

Cierto día, su padre, Manelick de la Parra, escritor y editor, le preguntó si sabía lo que hacía el director de la orquesta. "Mi respuesta fue Básicamente nada", dijo de la Parra. "No, me explicó mi padre, el director de orquesta es quien debe saber todo sobre la partitura, el que une a todos y los guía durante la obra. Ese desafío me sedujo".

Ya con 27 años de edad, no espera tener una oportunidad. En 2004, como estudiante de pregrado de piano en Manhattan School of Music, fundó la Philharmonic Orchestra of the Americas. Un compañero de clase, Alex Regazzi, el primer trombón, dijo que todo inició de manera casual. "Alondra se me acercó en un corredor de la escuela y me dijo: estoy organizando una orquesta. ¿Quieres tocar con nosotros?" Yo le dije, Fabuloso. Y ahora somos profesionales en toda la extensión de la palabra, y tocamos a favor de una causa más honrosa".

La visión de De la Parra tenía tres metas: explorar el territorio casi virgen de la música sinfónica del Nuevo Mundo, atraer a un público popular y abrir las puertas a los músicos que comenzaban sus carreras.

En su primer concierto, en la alcaldía de Nueva York, recaudó 50,000 dólares. Hoy, su presupuesto es de 1.3 millones de dólares. Lo que era una operación manejada por una sola mujer, De la Parra, ahora tiene un director ejecutivo y un consejo directivo internacional, formado por expertos, del cual aprende para tomar sus decisiones. La orquesta realiza un concurso para jóvenes compositores y ha creado un ambicioso programa educativo con las escuelas públicas de Nueva York. Aún así, durante ese periodo de intenso crecimiento, De la Parra continuó sus estudios de conducción orquestal en Manhattan School, de la cual acaba de obtener su grado de maestría.

En realidad era demasiado trabajo, aceptó después de su última clase. Pero su madre, Graciela Borja, socióloga y educadora, le había enseñado a nunca abandonar un proyecto cuando apenas está a medias.

El primer patrocinador corporativo de De la Parra: la primera persona a la que recurrió para poder financiar el concierto en la alcaldía, fue Emilio Azcárraga Jean, presidente del Grupo Televisa y ahora miembro del consejo directivo.

"Televisa es una fábrica de sueños", dijo Azcárraga hace poco. "De inmediato nos identificamos con Alondra. Su sueño era muy claro y lo ha logrado muy rápido. Esperamos verla convertirse en una de las mejores, entre los mejores, uno de estos días".

El año pasado, apoyada por Televisa y Deutsche Bank, la orquesta inició su primera gira Sin Fronteras. En la Ciudad de México, su concierto conjunto con la Orquesta Sinfónica Juvenil de México (integrada por músicos menores de 15 años) se televisó a nivel nacional. En Washington, Laura Bush asistió a la presentación de la orquesta en el Kennedy Center y recibió a los músicos en la Casa Blanca, acompañada por el presidente Bush.

Al dirigirse a un público, como con frecuencia lo hace, De la Parra proyecta un aura de respetuosa modestia. Luego de recibir una apoteósica ovación en la alcaldía con un concierto de temas brasileños en abril pasado, fue capaz de convencer a las autoridades para el debut de la orquesta en el Avery Fisher Hall.

El número de sus seguidores de origen latino es grande y nadie se molesta cuando un bebé comienza a llorar en el balcón. No le importan los aplausos entre los movimientos. "No deberíamos ser tan rígidos en la música", dijo. "Las personas con frecuencia se emocionan tanto que no saben cómo comportarse".

Atesta la sala de conciertos con jóvenes profesionales; muchos de ellos apoyan a la orquesta con servicios y donaciones en especie, o bien venden boletos a sus amigos. Si bien sus conocimientos sobre música sinfónica pueden ser escasos, se interesan cada vez más.

En abril, después de interpretar a Villa-Lobos, con temas de Bach envueltos en el exótico esplendor brasileño, un joven científico que trabaja en Columbia University se preguntó en voz alta si la pieza no era aburrida. No, aunque la sección de cuerdas careció de enfoque y elegancia. Al compartir notas más tarde, De la Parra citó una mayor entrega en las secciones de cuerdas que en las de alientos y metales, más confiadas. "Definitivamente quiero más fuerza allí", dijo. "Entre menos varíe el personal, más podremos cultivar el sonido".   

Como latina en su especialidad, de la Parra hace recordar a dos colegas que aparecen con frecuencia en las noticias: el meteórico Gustavo Dudamel, de 27 años, director de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela, llamado a suceder a Esa-Pekka Salonen como director musical de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles; y a Marin Alsop, de 51 años, la figura más destacada entre las mujeres que dirigen orquestas. Como Alsop, quien en 1984 fundó Concordia, orquesta especializada en música estadounidense del siglo XX, De la Parra ha mejorado por sí misma. En contraste, Dudamel ascendió a la cima de la actual pirámide teniendo una base muy amplia: el programa venezolano de capacitación musical patrocinado por el estado, conocido como El Sistema.  

Aún así, Henry Fogel, presidente de la League of American Orchestras, una organización de servicio, ve cierta afinidad entre De la Parra y Dudamel que también es artística. "Lo que diferencia a Alondra", dijo hace poco, "es su total inmersión emocional en la música que mana de ella y que también lo describe a él". El verano pasado, Fogel escuchó por primera vez a De la Parra dirigir su orquesta en el Museo del Barrio de Nueva York, en un programa que incluyó la Séptima Sinfonía de Beethoven, la única gran obra no estadounidense que ambas han tocado.

"Alondra dirigió la orquesta, pero les dio libertad", dijo Fogel. "Dirige frases, no compases y ritmos. Eso es un placer, sobre todo para una joven directora".

De la Parra ha perfeccionado sus habilidades y recibido muestras de apoyo de grandes maestros como Charles Dutoit, Simon Rattle, Kurt Masur y Alsop. Pero quien ha sido su principal mentor durante mucho tiempo es Kenneth Kiesler, fundador y director de Conductors Retreat at Medomak, en Maine.

"Dirigir una orquesta no tiene que ver con marcar señales", dijo Kiesler. "Hay una sensación corporal y física, así como mental y emocional, que provienen de la música a través del director. La verdadera respuesta visceral se presenta cuando un director es un conducto, no la fuente de algo, sino el gozoso servidor del proceso. Alondra tiene una resonancia inmediata que es visible y palpable con la música, la que mezcla con el amor por la  experiencia de dirigir, de conectarse con la música, los músicos y el público".

Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly

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Fecha de publicación: 16/06/2008

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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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