¿QUÉ VAMOS A COMER?
Los mexicanos sobreviven con una dieta deficiente que amenaza a la competitividad laboral y a los proyectos educativos. Millones de mexicanos no se alimentan, sólo sacian su hambre. Inercias en la oferta del comercio detallista y el menor poder adquisitivo profundizan el problema
Una sopa instantánea cuesta cinco pesos. Su valor sube a 10 si se vende preparada, lista para ingerirse. Gracias a estos productos, muchos mexicanos no tienen el estómago vacío. Su hambre la sacian con comida barata, alta en grasas y azúcares. Alimentos carentes de nutrientes.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) ubica a México en los países con el menor consumo de vegetales y cereales.
El frijol, la salsa y la tortilla dejaron de ser la base de la alimentación de familias y trabajadores. Sopas instantáneas, papas fritas, embutidos, refrescos en lugar de agua. Los alimentos procesados dominan la dieta de muchos mexicanos. Son baratos, están en todas partes y no escapan al incremento de precios, la punta del iceberg de la crisis alimentaria mundial. La mayor tragedia es que las inercias de la nueva cultura alimenticia de los mexicanos difícilmente se romperán y se pagarán los costos, incluso con subsidios, para productos caros que no nutren.
Los hábitos alimenticios en el país, sobre todo de las clases menos favorecidas, se transformaron en los últimos diez años.
Economistas y nutriólogos observan un singular fenómeno en el país. Felipe Torres, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, lo llama: "Obesidad por carencia".
Varios fueron los factores que construyeron los cimientos de la crisis nutricional que vive México. Felipe Torres, especialista en soberanía alimentaria, los encuentra en las políticas agrícolas y económicas adoptadas desde finales de los sesenta.
En el ámbito agrícola, señala, el gobierno impulsó la política de apoyo a la exportación de productos que tenían un alto valor en el mercado internacional, como frutas y hortalizas, y "se abandonó la producción de granos básicos, que eran baratos en el mercado internacional". Los resultados no fueron los esperados. El campo se descapitalizó, el precio de los granos aumentó, México comenzó a importar estos alimentos para garantizar su consumo interno y perdió su soberanía alimentaria, un término acuñado por la FAO.
En el plano económico, el coordinador del libro Seguridad alimentaria: seguridad nacional, asegura que un control salarial sistemático que comenzó en la década de los setenta impactó, junto con las devaluaciones, el poder adquisitivo de los mexicanos.
"El salario mínimo perdió, en los últimos 30 años, más del 70% de su poder adquisitivo", dice Torres. El argumento está sustentado con más números: una familia que gana entre uno y dos salarios mínimos tiene que destinar 80% de sus ingresos para alimentación. Aun así, no les alcanza para adquirir una canasta básica con productos nutritivos que, al mes, tiene un costo aproximado de 6,000. "La gente comenzó a comprar menos alimentos por la pérdida del poder adquisitivo. Eso impactó los niveles nutricionales."
A partir de la década de los noventa, el problema inflacionario se contuvo gracias a la apertura comercial y al ingreso de grandes cadenas como Wal-Mart que privilegiaron la importación de alimentos baratos. De hecho, el 50% de los ingresos del gigante del retail proviene de la venta de alimentos y perecederos. Para otras cadenas nacionales, el ingreso por ventas de alimentos constituye el 70% de sus ingresos.
La oferta de las cadenas de autoservicios está constituida por todo tipo de productos cárnicos, lácteos y procesados de importación. La guerra por los márgenes les ha hecho importar alimentos de cualquier parte del mundo y la apuesta es por el menor precio.
TRABAJADORES FAMÉLICOS
Del 67% de mexicanos, entre 20 y 65 años, que padecen problemas de obesidad, 29 millones son trabajadores, en muchos casos mal alimentados. Poco tiempo para alimentarse, largos trayectos para llegar a los centros laborales y escaso presupuesto son las razones de la desnutrición en este sector de la población.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura que, por cada punto porcentual que se aumente en calorías en una alimentación balanceada, la productividad aumenta en 2.27%. Sin embargo, algunas iniciativas en la Cámara de Senadores para impulsar la construcción de comedores dentro de las empresas enfrentan al escaso margen de millones de pequeñas y medianas compañías, lo que les impide realizar inversiones de este tipo.
La Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos asegura que en el Distrito Federal sólo el 8% de las empresas tienen servicio de comedor y sólo 36% proporcionan vales de despensa a sus trabajadores.
Así, millones de asalariados sólo sacian el hambre en el menor tiempo posible para regresar a trabajar. Las opciones a su alcance no son las mejores.
En México se venden anualmente más de 514 millones de vasos de sopas instantáneas, lo que representa 15% de la producción mundial de este alimento que, en países como España, por ejemplo, está prohibido.
Por 10 pesos también se puede comprar una hamburguesa sin queso, una bolsita de papas fritas o 4 piezas de nuggets.
No sólo las sopas instantáneas y la comida rápida han encontrado su mina de oro en México. Los fabricantes de botanas muestran con orgullo las cifras de la venta de sus productos; este sector ha mantenido un crecimiento anual en ventas del 15%. En promedio, los mexicanos consumen 2.5 kilogramos de frituras al año.
En contraste, alimentos que antes eran indispensables en la dieta nacional presentan una disminución en sus ventas. Por ejemplo, en 1997, cada mexicano consumía en promedio, 120 kilos de tortilla al año. En una década la cifra bajó a 90 kilos.
Con el arroz y el frijol pasó lo mismo. Hace tres años, el consumo per cápita de frijol era de 15 kilos; ahora, es de 11. En los noventa, el consumo per cápita de arroz era de 6.45 kilos; en 2007 fue de 5.7. A pesar de ello, el incremento en el precio del arroz con diferencias de hasta 200% en función del lugar en el que se adquiera, ha causado un gran impacto en la economía de millones de familias.
A las frutas y las verduras tampoco les va muy bien. Luis Ortiz Hernández, junto con otros investigadores, analizó el consumo de estos alimentos entre jóvenes. Utilizando datos de la Encuesta Nacional de Juventud 2005 encontraron que 60% de los adolescentes y jóvenes no consumen la cantidad mínima recomendada de frutas y verduras, lo que también se refleja en los índices de aprovechamiento escolar.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición, los mexicanos consumen diariamente 120 gramos de frutas y verduras cuando el consumo debería de ser de 400 gramos. Además, el consumo promedio de calorías es de 3,200 cuando una dieta saludable necesita un máximo de 2,200.
"Hemos visto que este cambio en la dieta está relacionado con los cambios de los precios. A partir de los noventa, el precio de los cereales comenzó a aumentar; mientras que otros alimentos, como los embutidos, algunos tipos de carne y huevo comenzaron a abaratarse. Además, al país empezaron a ingresar más alimentos procesados", resalta Luis Ortiz.
Cierto. Los cambios en la dieta no son exclusivos de las zonas urbanas, también se reflejan en las áreas rurales. La nutrióloga Leticia Cervantes, investigadora del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, señala que en el campo la gente consumía los productos que sembraba. En las últimas décadas, eso ya cambió porque las familias dependen cada vez más de los productos industrializados. "Por ejemplo, estamos viendo que, en el caso de los niños, se está sustituyendo el consumo de leche por refrescos". Aunque el precio de un litro de leche (11.15 pesos) apenas varía 17% respecto al precio de un litro de Coca-Cola, muchas familias prefieren el consumo del refresco.
ASPIRINAS PARA UN CÁNCER
En México se estima que hay cerca de 44.7 millones de pobres, según la Secretaría de Desarrollo Social. Ellos, de acuerdo con el doctor Felipe Torres, son los que se encuentran en condiciones "de alta vulnerabilidad nutricional", sobre todo ahora que el mundo entero prendió las luces de alarma por la crisis mundial de alimentos.
El especialista de la UNAM estima que el incremento de precios de los alimentos puede durar al menos diez años. De acuerdo con la FAO, México está en riesgo moderado ante la crisis. Pero, Felipe Torres considera que eso es "parcialmente cierto". El país, explica, tiene capacidad de compra de alimentos pero el problema es que estamos expuestos a las fluctuaciones de precios y eso impide que haya crecimiento económico. Así que, aunque haya alimentos, "la gente no tiene capacidad para comprarlos".
Además, resalta, acciones como el incremento de 120 pesos al apoyo que reciben las familias más pobres, afiliadas al programa asistencialista Vivir Mejor, "no resuelven el problema; ese incremento no representa nada si se compara con el alza de precios".
Para este especialista, México no tiene una verdadera política alimentaria. "No hay regulación de los alimentos industrializados, no se verifica la calidad de los alimentos; falta una educación nutricional y no existe una política encaminada a recuperar el sector agropecuario como centro de desarrollo. México tiene la superficie agrícola suficiente para alimentar a más del doble de la población que actualmente soporta; tiene recursos naturales y experiencia técnica. Falta voluntad política e inversión."
Si no existe un viraje en las políticas económicas, advierte, los mexicanos seguirán comiendo para saciar el hambre, no para nutrirse, con las consecuencias que eso representa para el sistema de salud y para el desarrollo físico e intelectual de la población. El país será el reino de la "obesidad por carencia."
PAÍS DE GORDOS…
Entre 1999 y 2006, la obesidad y el sobrepeso aumentó 39.7% en los niños menores de cinco años. El dato es de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006. Uno de cada tres hombres o mujeres adolescentes están arriba del peso normal para su edad. En adultos, el problema es desbordante: 71.9% de las mujeres y 66.7% de los hombres tienen sobrepeso u obesidad.
En el campo de la investigación, hay dos posturas para explicar el por qué del rápido crecimiento de la obesidad en México. Una, la que más se difunde, se inclina por plantear que el estilo de vida de las grandes urbes y los malos hábitos alimenticios son los responsables.
La falta de tiempo es para la nutrióloga Georgina del Ángel un factor determinante que influye en la deficiente alimentación de los mexicanos. Aunque coincide, no el único.
"Es cierto que algunos alimentos saludables ahora son más caros, incluso por temporadas, pero no todos, y si se tiene más conciencia se puede adecuar el gasto."
Pero ahora la mayoría destina mucho de su tiempo para el trabajo y los traslados, sobre todo en las ciudades. Eso hace que se consuman más alimentos industrializados y, por supuesto más baratos, pero sin cumplir con la calidad y valor energético necesarios, porque la industria alimentaria no está haciendo mucho para disminuir el problema y la información que el gobierno nos lanza, tampoco".
Igual que el economista Felipe Torres, el nutriólogo Luis Ortiz Hernández, investigador de la UAM-Iztapalapa, abraza la segunda postura. "Desde hace años, el gobierno mexicano abandonó la soberanía alimentaria y enfocó su atención a que existiera comida en el país, viniera de donde viniera y sin importar su calidad. Eso ha tenido sus costos, entre ellos los nutricionales."
La investigación da sustento a tal afirmación. En el estudio "Evolución de los precios de los alimentos y nutrimentos en México", el especialista encontró que a partir de que el país abrió sus fronteras a los productos cárnicos, en los noventa, éstos comenzaron a ser más económicos, sobre todo los embutidos. Mientras que, acorde con los precios internacionales, los cereales comenzaron a encarecerse.
"Después de la crisis de 1994, los hogares con menos ingreso disminuyeron el gasto en verduras y las calorías disponibles derivadas de cereales, por el contrario, se incrementaron las calorías disponibles de carnes industrializadas", se advierte en la investigación.
Desde la década de los noventa, resalta el doctor Ortiz, los alimentos industrializados o procesados han comenzado a ser más económicos que los que se expenden frescos. Presenta un dato: en 2004, las papas fritas se colocaron como la fuente de energía más barata en el grupo de verduras. Mientras que el jamón y salchichas (alimentos que, muchas veces, utilizan materia prima de baja calidad, además de que son ricos en grasas y sodio) tenían menor costo que los cortes de cerdo frescos, como el lomo y la pierna.
En ese mismo estudio, publicado, el autor advierte: "Es preocupante que los alimentos procesados tengan precios más bajos que los frescos, ya que con frecuencia tienen mayor densidad energética o menor calidad en términos nutricionales. El menor costo de los alimentos con mayor densidad energética, junto con otros factores, puede explicar el incremento de las tasas de sobrepeso observado en las últimas décadas."
En otro estudio, titulado "Evolución de los precios de los alimentos y nutrimentos en México entre 1973 y 2004", Ortiz apunta que "el aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad de las últimas dos décadas ha sido paralelo al incremento en la proporción de población en situación de pobreza".
… Y DE DESNUTRIDOS
En México hay 999,380 niños desnutridos. Esta cifra corresponde al pasado 8 de junio, de acuerdo con el Reloj de la Desnutrición Infantil, herramienta que se puede consultar por Internet y que desarrolló la Sociedad Latinoamericana de la Nutrición. Tres días antes, este reloj señalaba que había poco más de un millón de infantes desnutridos en el país.
Considerar que la desnutrición infantil es consecuencia directa de la falta de acceso a los alimentos, en cantidad y calidad suficientes para cubrir los requerimientos, de los sectores pobres de la sociedad es "una visión simplista", señalan Abelardo Ávila Curiel y Teresa Shamah Levy en el "Diagnóstico de la magnitud de la desnutrición infantil en México" (diciembre, 2005), realizado por el Consejo Nacional de Población.
Desde hace cuatro décadas, señalan los autores, la disponibilidad de alimentos en México hubiera permitido cubrir las necesidades alimentarias de toda su población. Costa Rica y Chile lo lograron hace dos y tres décadas, respectivamente, teniendo situaciones similares a México, en términos de disponibilidad de alimentos.
En el mismo estudio, Ávila y Shamah resaltan que no es raro encontrar en una misma familia la coexistencia de preescolares desnutridos con adultos y escolares obesos; "esta condición se observa cada vez con mayor frecuencia en familias de bajo ingreso".
México alcanzó un nivel de disponibilidad de alimentos a mediados de los sesenta, "paradójicamente, en el momento en que pasó de ser exportador a importador neto de alimentos". Sin embargo, este país sigue enfrentando, 40 años después, "graves problemas de desnutrición infantil" y las tendencias anuncian una persistencia del problema por varias décadas más.
--
Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
http://elpregondeldesierto.blogspot.com/
http://pregonero.spaces.live.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario