tomado de apia virtual.
"El señor Don Juan de Robres, con caridad sin igual, hizo este santo hospital… Y también hizo a los pobres".Atribuido a Ruiz de Alarcón
Yo no soy de los que piensan que el señor Secretario de Economía exagera cuando dice que hay mexicanos que se están saltando una comida y niños que llegan a la escuela con sólo una taza de té en el estómago. Lo que me tiene con la boca abierta es que don Gerardo y el Presidente hayan descubierto que una porción mayoritaria de la población de la decimotercera potencia industrial del planeta vive en la miseria y, a falta de proyecto, ideas y propuestas, hayan incorporado este dato a la campaña de propaganda que pretende enmendar, por la vía cosmética, una crisis de la que la clase política, y no "factores externos", es solidaria responsable.Ruiz Mateos es el deleite de los columnistas políticos. Casi cada vez que dice algo en público da sustancia para un alud de análisis. No recuerdo un caso parecido desde que el llorado Oscar Flores Tapia deleitara al respetable. Es tanto así, que he llegado a pensar que en realidad desempeña deliberadamente un rol distractor diseñado en el "war room" de Los Pinos. Previo a su hallazgo de los pobres, Ruiz Mateos aseguró el 19 de febrero que antes de Calderón (presumiblemente durante el sexenio de Fox) la penetración del crimen organizado en "las entrañas" del gobierno era tan seria, que "el próximo presidente de la República iba a ser un narcotraficante". El 11 de marzo fue contundente en garantizar que "nada detendría" el apoyo de 40 mil millones de pesos para defender a la pequeña y mediana empresa y celebró la salvación de 100 mil empleos. El 16 de marzo nos insufló de fervor patrio con el anuncio de las "represalias" asestadas a los gringos por incumplir los términos del TLC ("represalias" de las que nadie ha vuelto a hablar, por cierto) y el 28 de julio fue al Senado con la buena nueva de que la crisis mundial y doméstica había tocado fondo y que las políticas a su cargo habían permitido conservar un millón 100 mil empleos. Uno se pregunta en qué momento de la actual administración, pese a las hazañas antes descritas, el número de pobres pasó de 14 a 20 millones, según admisión del propio Calderón el 3 de octubre. Habrá que estar sintonizados para escuchar la siguiente explicación de don Gerardo.El problema de los tecnócratas es que operan en la asepsia intelectual y política. Perciben el efecto (el crecimiento de los pobres), pero son incapaces de ligarlo a la causa (pobres políticas, corrupción, impunidad, desigualdad, favoritismos). Proponen su solución (IVA generalizado más 2% al que ya existe) y si la realidad no se cuadra (rechazo colectivo), peor para la realidad. Como son administradores coyunturales y no estadistas, no pueden encabezar el gran movimiento popular que las circunstancias del país exigen y que debiera iniciar con el reconocimiento de lo equivocado y lo torcido para sanarlo. Por ejemplo, para gastos de "la transición" el presidente electo Calderón gastó 15 millones de dólares de los que no se rindieron cuentas, según revela el reportero Daniel Lizárraga en un libro de próxima aparición. Para los mismos fines, el presidente electo Obama dispuso de cinco millones de dólares, etiquetados a partidas específicas. Allá los ricos prudentes, acá los pobres manirrotos. El país es rehén de camarillas sindicales corrompidas hasta el tuétano y el gobierno busca alianzas con ellas en lugar de llevarlas ante la ley. El sistema de recaudación es uno de los más ineficientes y menos modernos, pero la autoridad prefiere no tocar a los privilegiados y carga la mano a los indefensos. Padecemos una clase política ineficiente y vampiresca que no rinde cuentas ni las rendirá pronto, y el gobierno prefiere responsabilizar de nuestros males a "las crisis que nos llegan del exterior" Desde la óptica tecnócrata, el mundo se arregla con modelos econométricos. Nada de cursilerías como la sangre, el sudor, el trabajo y las lágrimas ofrecidas por un Churchill para salvar a su país, ni del compromiso personal de un Cárdenas colocado al frente de ejidatarios y obreros para repartir la tierra y nacionalizar el petróleo. ¿Alguien esperaría que el Presidente, indignado por el estado de cosas, anunciara la reducción de los salarios del gabinete a la mitad, la inscripción de todos los funcionarios en el ISSSTE como única prestación, el corte de teléfonos celulares y el traslado de gastos de comida y transportes al bolsillo de la aristocracia administrativa, cargos a funcionarios sospechosos de corrupción y señalamiento de responsabilidad para altos políticos del pasado inmediato, incluyendo a ex presidentes? ¿Podríamos esperar que el Senado anunciara la venta a particulares, para ahorrar recursos, del edificio que se está construyendo en la esquina de Reforma e Insurgentes a un costo multimillonario justo a la mitad de "la crisis que nos llegó del exterior"?Se termina el espacio y esta lista de buenos e ingenuos deseos podría continuar para siempre. Todos sabemos qué es lo que se debe hacer para recuperar el rumbo de México, pero ello requeriría de verdaderos dirigentes, mujeres y hombres que piensen primero en el bien del país y del pueblo antes que en sus propios intereses y sean capaces de transmitir emoción a las mayorías y detonar movimientos populares. Usar el nombre de los pobres en vano para justificar el fracaso y la pérdida de rumbo es una evidencia más del terrible estado de cosas al que hemos llegado.
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