jueves, 14 de mayo de 2009

LOS DESATINOS

Los desatinos de la izquierda

Isabel Dorado Auz

     Esta colaboración quiero aprovecharla para darles a conocer extractos de un documento que me hizo llegar el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Este documento de Daniel Bensaïd, profesor de filosofía en la Université Paris VIII y director de la revista Contre-Temps, trata sobre los desatinos de la izquierda francesa de los últimos años.

"Al oírlos tal parece que todos y siempre habrían denunciado la locura sistémica de los mercados. Pero fue bajo el Ministerio socialista de Hacienda de Pierre Bérégovoy que se concibió, a partir de 1985, la gran desregulación de los mercados financieros y bursátiles en Francia. Fue un Gobierno socialista el que, en 1989, liberalizó los movimientos de capitales, anticipando una decisión europea. Fue el Gobierno del socialista Jospin el que, al privatizar (por 31 mil millones) más que los Gobiernos de Balladur y Juppé juntos, hizo al capitalismo francés uno de los más acogedores para los fondos de inversión especulativos. Fue un Ministro socialista de Hacienda, Dominique Strauss-Kahn quien propuso una fuerte desfiscalización de los stocks-opción, y fue otro Ministro socialista de Hacienda, Laurent Fabius, el que la realizó. Fue un Consejo Europeo de mayoría socialdemócrata el que decidió, en 2002 en Barcelona, liberalizar el mercado de energía y al conjunto de los servicios públicos, retrasando en cinco años la edad de la jubilación, fijando los fondos de pensión. Fue la mayoría del Partido socialista la que aprobó la sacralización de la competencia no falseada grabada en el proyecto del Tratado constitucional europeo de 2005. Y fue el voto de ella la que permitió la aprobación del Tratado de Lisboa, que confirmaba la construcción liberal de Europa".

"Reivindicarse como anti-capitalistas "sin complejos" (puesto que, de la derecha dura a la izquierda renegada, el término está de moda), es designar claramente el adversario. Eso no define aún una alternativa, sin duda. Para ello será necesario fertilizar al anti-capitalismo de un contenido revolucionario: la igualdad, la solidaridad, el cuestionamiento de las relaciones de propiedad, el internacionalismo. Pero es una clara línea de división de las aguas: mientras que todos o casi acuerdan en querer salvar el capitalismo, e incluso salvarlo de los capitalistas sin escrúpulos, nosotros queremos invertirlo".

"Atacar el corazón del sistema sería adoptar un escudo social contra los daños de la crisis. Para ello sería necesario derogar el Tratado de Lisboa, romper el yugo de los criterios de Maastricht y el pacto de estabilidad, terminar con la independencia del Banco Central Europeo, reorientar radicalmente la construcción europea comenzando por la armonización de los derechos sociales y del sistema fiscal, abriendo un verdadero proceso constitutivo. Ese ataque implicaría, también, combatir la crisis energética, climática, alimentaria, así como revisar radicalmente las formas de vida y desarrollo, proteger los bienes públicos inalienables (agua, aire…), elaborar con las colectividades un plan de reconversión energética en vez de confiarlo a la ley de la competencia comercial".

"Para actuar históricamente, es necesario pensar políticamente. Estamos al principio de un terremoto del cual la esfera política saldrá trastornada. El capitalismo está atrapado por una crisis que en su fuga hacia adelante gracias al crédito especulativo por demasiado tiempo habría conseguido diferir. La izquierda que ha gobernado, sumida en los encantos de un liberalismo moderado, resiente súbitamente el látigo de la repercusión de esta conversión a contratiempo. Los dos fenómenos están vinculados. Esta es la razón por la que es urgente tomar partido -en el doble sentido del término: para comprometerse en la lucha contra los daños sociales y ecológicos de un capitalismo en descomposición y para organizarse colectivamente y afrontar este nuevo combate".

"Contra la competencia y la discriminación, sostener la solidaridad y la igualdad. Contra la medida de toda cosa por el tiempo homogéneo y vacío del trabajo abstracto, defender el trabajar menos para trabajar todos y vivir más, así como el reparto de las riquezas, de los poderes y conocimientos


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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo

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