fuente: Radio CMHW - Villa Clara - Cuba
La autoridad no proviene de los cargos y por eso Fidel sigue ahí, pensando, meditando, escribiendo, adivinando el futuro, alertando a tiempo, para evitar errores que pongan en peligro los valores conquistados con sangre.
Advierto que no soy imparcial. Como muchos millones, soy hijo de Fidel Castro; de los que saltaron de la cuna humilde a la universidad y a la dignidad, gracias a su obra.
Como apasionado de la historia universal, rebusco en las biografías de las personalidades de este mundo desde Alejandro Magno a nuestros días y no encuentro a nadie que haya alcanzado su estatura.
Yo siempre supe que Fidel era grande, muy grande. Y aunque jamás el siquiera ha pensado en la gloria, hasta el más ruin enemigo sabe que su memoria será imperecedera. Diseñó, materializó y defendió, a solo unas decenas de kilómetros del imperio más poderoso que ha conocido el planeta, la revolución más trascendental de este hemisferio.
"Jamás brilló más alto un estadista" que cuando enfrentó con 36 años la crisis del Caribe, como afirmara el Che. Fidel siguió creciendo. El llamado Tercer Mundo lo convirtió en vocero de su causa que defendió con pasión como presidente de los No alineados.
Pero fue después del estremecedor derrumbe del socialismo europeo cuando su figura alcanzó la cúspide que a mi modo de ver no ha logrado escalar ningún otro personaje de la historia. Se probó que su obra era puramente cubana, verde como las palmas; criolla, genuina, única, no una copia importada. Repartió solidaridad, desde la pobreza, por los más lejanos confines de este mundo, donde nuestros médicos han arrancado muchos niños de las garras de la muerte. Resistió erguido los embates más fuertes, y educó a su pueblo en el principio de que las rodillas solo pueden hincarse en la tierra para rendir tributo a los mártires gloriosos.
Su arma más letal abunda en el infinito arsenal de sus ideas y ante la situación más compleja, todos esperamos su mensaje esclarecedor.
Fidel sintetiza la dignidad del mundo. Aquel 24 de febrero del 2008, cuando cesó en sus funciones como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, nos impactó a todos, pero no logró deshacer nuestra serenidad interior, hija de la confianza que tenemos los cubanos en que nada podrá cambiar nuestro destino, porque tenemos conciencia, defendemos ideas.
La autoridad no proviene de los cargos y por eso Fidel sigue ahí, pensando, meditando, escribiendo, adivinando el futuro, alertando a tiempo, para evitar errores que pongan en peligro los valores conquistados con sangre.
"Vigilante y ceñudo", como diría Martí del Libertador Simón Bolívar, está Fidel, pero con la satisfacción de ver la obra construida sobre pivotes vigorosos y de constatar que existen millones de brazos dispuestos a defenderla hasta la muerte.
El que tiene que vivir es Fidel, predijo Abel desde el Moncada y ya hoy sabemos que vivirá por siglos y milenios.
Fuente Jesús Álvarez López, de CMHW.
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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo
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