viernes, 21 de agosto de 2009

MARXISTAS DE LUJO

Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)

El oxímoron rey para el siglo que nos ocupa...

En estos tiempos lujuriosos -de lujo-, lujosos, hedonistas; tiempos de desmesuras, de excesos, de veneración del placer; tiempos que, huyendo obsesivamente del dolor físico, caen fácilmente en el dolor psíquico; tiempos que, esquivando la fealdad aparente, acaban padeciendo fealdad moral. En estos tiempos, digo, la combinación verdadero lujo del "ser", es el pensamiento marxista sobre la mentalidad burguesa: un ideal del miembro ideal de la Comunidad.

Marxista, en lo que hay de esfuerzo intelectivo y anímico, para vencer la miserable condición de envidiosos, de prepotentes, de depredadores que tendemos a ser. Burguesa la mentalidad, en lo que tiene de refinada, mejor, de natural. Naturalidad afinada, evolución, consciencia de la existencia y necesidades de "el otro", que imprimen carácter y grandeza al individuo y facilitan la relación y comunicación sociales.

El marxismo es, ya, filosofía y ética totales. Resiste al escepticismo a que conducen Gödel y su teorema sobre la aritmetización de la sintaxis: si un sistema es consistente es incompleto, si es completo es inconsistente. La mentalidad burguesa es acomodo, pero también regusto por el término medio aristotélico, por la moderación, por el equilibrio, apego a todo cuanto supera la tosquedad, la zafiedad, porque evitarla equivale a vencer la primariedad y traer pensamiento "nuevo".

La mentalidad burguesa no es mala. Se integra perfectamente en el pensamiento marxista. Marx concibió la sociedad comunista para estadios avanzados de la sociedad. En las sociedades atrasadas como las nuestras occidentales y enfermas, el pensamiento "comunista" es la destilación de la sinergia de los más evolucionados. Por eso no podemos esperar gran cosa de los sectores que lo profesan... todavía, pues hay "todavía" más de sed de venganza o de justicia divina en nosotros que de ánimo lúcido de construir sociedades justas.

Nos quedamos ahora en la socialización del gusto, es decir del "mal gusto", en lo que precisamente mata la imaginación. No ya para escribir suscitando algún interés sino simplemente para comunicarnos precisamos de imaginación, de disposiciones como la asociación y la disociación de ideas, todo cultivable. Ser original no es ser extravagante, excéntrico. Ser original equivale a esforzarse para no repetir lo archioído, lo archiescrito, lo archidicho y lo archisabido. El malhadado pensamiento único es lo que propugna: chabacanería, reiteración de lo in-pensado y anulación del pensamiento; disolución de todo esfuerzo para pasar a otros niveles de la conciencia, incluído el que nos lleva a la justicia social.

Cuando en la cabeza del burgués se haya instalado el marxismo, no habrá sociedad que se resista al marxismo integral. Entre otras cosas porque la sociedad del futuro -en lo que le quede de futuro-, para sobrevivir no tendrá más remedio que hacer las cuentas, los deberes y la contabilidad marxistas dramáticamente. Porque la inmensa mayoría de los ciudadanos de las democracias capitalistas vendrán de gustos burgueses y de inclinaciones capitalistas.


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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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