El breve espacio
Con todo respeto
Luis Enrique Ortiz
En julio de 2006 Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones presidenciales y el PAN-gobierno, con el visto bueno del PRI, le arrebató el triunfo por la vía de un fraude multi modal facilitado por yerros graves de las estructuras que AMLO creo al margen del PRD para promover y cuidar sus votos. Después de Cuautémoc Cárdenas, López Obrador es –por su peso político-electoral- la figura más importante que ha dado la izquierda en la historia de México, pero al igual que el michoacano, el tabasqueño también ha cometido y sigue cometiendo errores. Cerrar el paseo de la Reforma no ha sido el mayor, en lo que a daños al Partido se refiere. El más grande es tal vez, su insistencia de inclinar la balanza en las contiendas internas por candidaturas o puestos de dirección del aparato perredista. En el 2005 dio abierta línea a favor de Marcelo Ebrard para lograr la postulación a la jefatura de gobierno del DF, Alejandro Encinas, titular entonces del gobierno capitalino operó para que todo el aparato gubernamental actuara en consecuencia. A pesar de todo, los perdedores le levantamos de inmediato la mano al ex priista. Antes, en 2004, para no debilitar su ascenso como precandidato presidencial, prácticamente nadie cuestionó la casi imposición de Leonel Cota Montaño como presidente nacional del PRD. La estabilidad de la izquierda estaba de por medio. La prudencia imperó. Más recientemente, se subió nuevamente al ring de la lucha interna por el poder pronunciándose y haciendo campaña por Alejandro Encinas, en la búsqueda de suceder al ex gobernador de Baja California Sur. En su afán de convertirse en un poder fáctico por encima de los órganos de dirección partidista, Andrés Manuel ha provocado o al menos no ha detenido una polarización interna que ya empieza a rayar en acciones de violencia como las que se vivieron el pasado domingo 24 de febrero. Amparados en el anonimato de la masa, algunos provocadores que se dicen seguidores del Presidente legítimo, abuchearon y lanzaron amenazas contra los coordinadores parlamentarios del Sol Azteca en el Congreso de la Unión, el diputado Javier González Garza y el senador Carlos Navarrete Ruiz. Además de abonarle al encono, esa fue la nota para los medios de comunicación y no la magnitud del evento al que convocó AMLO para programar acciones en defensa de la industria petrolera nacional. Lo peor de todo, es que los intolerantes nada tienen que reprochar a los legisladores, ni a ningún otro perredista, en lo que a defender la propiedad pública sobre Pemex se refiere, más bien las agresiones tienen que ver con que ambos no apoyan a Alejandro Encinas, único que cuenta con la venia de Andrés Manuel en pos de la presidencia nacional del PRD en las elecciones del próximo 16 de marzo.
Para este grupo de bejaranistas: No estar en todo y para todo con López Obrador es estar contra él. No existe el derecho a la disidencia. La democracia no es la forma de tomar decisiones dentro del Partido. Opinar distinto es traición. La tolerancia no es un valor sino un estorbo. Las diferencias se arreglan por medio de la violencia. El caudillismo es mejor que la toma de decisiones en órganos colegiados. El insulto está por encima de los argumentos. El culto a la personalidad se prefiere sobre el respeto a quienes no piensan como ellos. Hay que madrear al contrario aunque se chingue el Partido.
Patear el pesebre, escupir para arriba, matar la gallina de los huevos de oro, suicidarse políticamente hablando, es lo que muchos "pejistas legítimos" están haciendo, corresponde a Andrés Manuel López Obrador y sus operadores detener ese frenesí enfermizo, la orgía de odio y encono que amenaza con destruir al PRD como el partido de izquierda más grande que –con todos su defectos- hemos construido en este país.
Con todo respeto, señor presidente legítimo, a menos que se quiera lo contrario, ese no es el camino para apuntalar candidatura alguna de la izquierda para enfrentar y derrotar a la derecha en 2012. Mucho menos para evitar la restauración priista en las intermedias de 2009 que habrán de renovar la cámara de diputados federal. La defensa de los intereses nacionales requiere unidad y suma en medio del más puro respeto a la diversidad. Los chilenos no hubieran derrotado a Pinochet sin estas premisas; Nelson Mandela no hubiera triunfado echando a pelear a sus seguidores entre sí y usted, no se sentará en la silla presidencial si no construye un acuerdo interno que garantice democracia, derecho a opinar diferente y tolerancia.
Mi espacio es breve, que el suyo sea mejor.
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Fernando V. Ochoa
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