de los blogs de milenio se toma el siguiente articulo, que es un buen retrato de la realidad
No hay rico, rico, rico, rico que sea honesto, porque trabajando nadie se hace rico, porque si trabajando se hiciera uno rico, los burros serían los más ricos. Trabajando nadie se hace rico". Esta es la más reciente perla del arzobispo de Guadalajara, cardenal Juan Sandoval Íñiguez y que ha causado conmoción.
Algo está pasando en esta ciudad que se está perdiendo la prudencia y la inteligencia a pasos agigantados. Que el gobernador le miente la madre a la oposición es una locura, pero que el cardenal se pelee con los ricos que le están financiando el santuario es una osadía. De entrada hay que tener cuidado con el destino de los 30 millones ya entregados y los 60 por entregar porque si los ricos, ricos, ricos se enojan no habrá santuario y nuestro dinero invertido en la obra no dará el rendimiento en términos de turismo religioso que nos prometieron.
La perla da para mucho. Lo primero es para preguntar cuál es la diferencia entre un rico, rico, rico, rico y un rico, rico o un rico a secas. Una explicación podría ser que primero sale en Forbes, el segundo en Quién y el tercero en las secciones de sociales de los periódicos de acámbaro. Los que definitivamente no son honestos, según el cardenal, son los primeros, los de la lista de Forbes. El problema es que los ricos quisieran ser ricos, ricos y estos ricos, ricos, ricos, ricos, (es decir son candidatos voluntarios a la deshonestidad) y si alguien sabe de eso es el cardenal, pues es muy cercano a ellos. Mientras que la pastoral social en la diócesis de Guadalajara va a la baja con respecto a otras diócesis del país, la agenda del arzobispo está cada vez más llena de eventos sociales de esos que salen en Quién. Lo más interesante que dice es que si el trabajo enriqueciera los burros serían riquísimos, un silogismo realmente de altura, porque si consideramos que lo único que socialmente logra hacer desaparecer lo burro es el dinero (con billetes hasta los tontos parecen inteligentes) el silogismo se quiebra y se convierte en misterio.
No cabe duda que este ha sido un año absolutamente espectacular en el que hemos aprendido teología en la tele, pues gracias a ello nos enteraron que las tontas no van al cielo (yo que siempre pensé que tenían paso franco, pues la historia ha demostrado que a la estupidez se le consideraba algo parecido a virtud teologal) y de economía en misa, pues fue ahí donde aprendimos, en boca de Juan Sandoval, que los burros no salen en Quién, mucho menos en Forbes. Amén.
diego.petersen@milenio.com
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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