Los resultados de las elecciones primarias de la semana pasada prácticamente enterraron las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton
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Es materialmente imposible que, en las cinco contiendas que restan, logre superar la ventaja numérica en delegados y súper delegados de Barack Obama. Por primera vez en la larga y desgastante batalla por la candidatura demócrata, surge el consenso de que, a reserva de un hecho imprevisto de proporciones inimaginables, el senador de Illinois hará historia al convertirse en el primer afroamericano con posibilidades reales de ocupar la Casa Blanca.
¿Podrá derrotar a John McCain? Seguirán corriendo ríos de tinta y saliva en tratar de adivinar. Las encuestas sobre las preferencias del electorado son prematuras. Entre hoy y noviembre se interponen seis intensos e impredecibles meses. Una cosa es cierta: ocho catastróficos años de George W. Bush brindan a los demócratas la oportunidad dorada de conquistar la Presidencia.
Si, como sugiere el extraordinario surgimiento de Obama, el país está listo para un cambio, la pregunta es: ¿Qué puede esperar México de un gobierno obamista? Ésta es nuestra contribución prospectiva:
Inmigración: Obama apoyaría medidas para la ciudadanización de millones de inmigrantes, semejantes a las impulsadas por el senador Ted Kennedy, uno de sus grandes padrinos políticos. Comercio: Obama quizá modere el tono de su propuesta para obligar a México y Canadá a renegociar ciertos aspectos del TLCAN, pero no la abandonará; es una de las cuentas pendientes que tiene con los sindicatos. Transporte: Reforzaría la prohibición del ingreso de los camiones mexicanos, conforme a lo pactado por el precandidato con los Teamsters. Narcotráfico: Obama podría reducir el énfasis militarista en la ayuda ofrecida a México, para combatir a los cárteles y condicionarla a un mejor desempeño en el cumplimiento de los derechos humanos.
El regreso de los demócratas sería saludable para el mundo, aunque haya quienes crean que no tanto para México. Tradicionalmente, los grupos de interés, empezando con los sindicatos, bases del Partido Demócrata, han tenido mayor incidencia en la agenda de política exterior hacia el vecino que el gobierno mexicano en turno. Nada sugiere que con Obama será diferente.
RENOVADO INTERÉS
¿A qué obedece que, después de largos años de negligencia, la Institución Brookings, uno de los templos de reflexión y análisis más venerados de la capital, vuelve a mirar hacia el sur? Las elecciones presidenciales ofrecen la oportunidad no sólo de revaluar las relaciones con América Latina, sino de hacer recomendaciones al Presidente entrante sobre temas clave de la agenda: inmigración, comercio, narcotráfico, seguridad, energía y pobreza, fue la explicación que dio al anunciar esta semana el lanzamiento de la Comisión Sociedad para las Américas, iniciativa que busca renovar el compromiso de EU con América Latina.
Integrada por dieciséis reconocidos representantes de los sectores público, empresarial y académico, la Comisión será presidida nada menos que por Ernesto Zedillo y Thomas Pickering, ex subsecretario de Asuntos Políticos del Departamento de Estado. El ex presidente mexicano, altamente cotizado en el mundo corporativo y académico globalizado, participó en las deliberaciones a puerta cerrada. Pero, renuente, como es, a hacer declaraciones, se marchó antes de la cena inaugural donde estuvo presente la prensa. Otros integrantes de la Comisión son: Ricardo Lagos (ex presidente de Chile); Jeffrey Davidow (ex embajador en México); John Deutch (ex director de la CIA); Peter Hakim (Diálogo Interamericano); Roberto Dañino (ex primer ministro de Perú) y Nancy Birsdall (Centro para el Desarrollo Global), entre otros.
MUJERES HISPANAS REZAGADAS
El Pew Hispanic Center acaba de difundir un nuevo estudio que muestra un preocupante rezago de la mujer hispana. De acuerdo con estadísticas oficiales, hay 30 millones de hispanos adultos en EU, de los cuales 14.4 millones (48%) son mujeres. Éste es el retrato demográfico, social y económico que revela el Pew sobre las mujeres hispanas: su edad promedio es de 41 años, contra 47 de las no hispanas; su tasa de fertilidad es un tercio más alto que el de las mujeres no hispanas; 52% son inmigrantes y su tasa de fertilidad es 30% superior al de las hispanas nacidas en EU; 42% de las que dieron a luz en 2005 y 2006 no estaban casadas, en comparación con 34% de las no hispanas; 36% tiene un nivel educativo inferior a la preparatoria, en comparación con 10% de las no hispanas; su ingreso es inferior al de las no hispanas y 20% vive en la pobreza, en relación con 10% de las no hispanas. En 2006, los partos de las mujeres hispanas rompieron récord al superar el millón. Consecuentemente, por primera vez, los nacimientos de niños hispanos reemplazaron a la inmigración como factor de crecimiento demográfico de esa minoría. ¿Demandará la ultraderecha que el Banco Mundial aplique sus infames recetas de "planeación familiar" (esterilización) entre las hispanas de EU?
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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