Mencionaba en aquel entonces que regresaba a nuestro país la tentación de usar la fuerza pública para reprimir a los movimientos sociales. Daba cuenta de lo que ha sucedido últimamente: en el periodo Salinas de Gortari, perdieron la vida más de 500 simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática; Las matanzas de Aguas Blancas en Guerrero y Acteal en Chiapas; el conflicto social generado en Atenco del Estado de México y, como olvidar, el conflicto de Oaxaca con la APPO ; sin dejar de lado el conflicto minero que propició la muerte de mineros en Coahuila, Lázaro Cárdenas en Michoacán y Nacozari de García. En todos los casos, se justificó el uso de la fuerza para reprimir la inconformidad social, sello característico de los regímenes de derecha. Ante ello, no sorprende el surgimiento de fuerzas insurgentes como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Ejército Popular Revolucionario.
En Sonora, el panorama no es distinto. Desde que inició el actual "gobierno" de Eduardo Bours empezó la represión, la primer victima fue el Candidato ganador en las elecciones de Benito Juarez, Ernesto Cornejo Valenzuela, quién no pudo asumir la representación popular y que finalmente, en el siguiente periodo logra triunfar por segunda ocasión y hoy es alcalde de ese municipio, primordialmente agrícola. Posteriormente, Martín Balderrama líder de una de las organizaciones para la regularización de autos chuecos, es encarcelado y el mismo destino tuvieron los líderes sociales Alfonso Chaparro y Juan Murguía. El primero, encabezó la lucha de los choferes en contra del fracasado plan SUBA, que tantos beneficios le aportó a los bolsillos de los funcionarios boursistas. Murguía es dirigente Barzonista y había logrado frenar una gran cantidad de embargos en el municipio de Cajeme. Aparte del encarcelamiento de líderes sociales, en Sonora se ejerce represión en otros ámbitos, por ejemplo lo que sucede al interior de la Universidad de Sonora, donde el cúmulo de vejaciones a docentes y trabajadores obligó a las autoridades universitarias a la creación de una Comisión de Derechos Humanos, hacia el interior, la cual finalmente fue coptada y sirve a los intereses de las autoridades mismas, tal y como ocurre con la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Otro asunto preocupante es la gran cantidad de feminicidios ocurrida en los últimos años y que, a pesar de la denuncia constante de organizaciones de equidad y género, poco o nada se ha hecho por atender este problema que está logrando acaparar la atención de los medios nacionales.
Debido a lo anterior, un grupo importante de organizaciones sociales del estado de Sonora han iniciado el proceso de integración del Frente Estatal contra la Represión, el cual se coordinará con el Frente Nacional encabezado por Rosario Ibarra de Piedra, donde los objetivos centrales son: encontrar a un gran número de desaparecidos relacionados con los conflictos sociales y la liberación de un gran número de presos políticos, cuya lista incrementa cada día más. Además, se pretende que en el caso de Sonora, se atiendan los reclamos de un buen número de ciudadanos afectados, como es el caso del profesor Oscar Acosta Castro, quien además de recibir un "saludo ciudadano" hoy es cesado por el intercambio verbal que tuvo con Bours en el año 2005.
Así las cosas, en un Estado donde se supone que "nada ni nadie por encima de la ley" se observa que los mismos de siempre incumplen las leyes y no les pasa nada, siguen apareciendo en spots y espectaculares a pesar de estar prohibido a nivel federal. En contraparte, quienes defienden sus derechos son acusados con pruebas prefabricadas y, sin ningún escrúpulo, son privados de su libertad. Ante esto, los ciudadanos empiezan a tomar conciencia y de manera natural se van dando las convergencias. Inicia un nuevo periodo de participación ciudadana y ojala este esfuerzo logre contrarrestar esa manía que tienen los gobiernos de derecha de reprimir a quienes no aceptan que la desigualdad social privilegie a unos cuantos y deje en la miseria a más sonorenses cada día que pasa .
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Fernando V. Ochoa
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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