EL ZANCUDO: OTTO CHAPULIN

El Zancudo

(No mata, pero hace roncha)

 

Otto chapulín pa'l chonte…

 

Arturo Soto Munguía

 

Como al perro de la Tía Cleta, al buen amigo Otto Claussen le rompieron, al primer ladrido, toditita la jeta.

Y es que como se sabe, la victoria, 'haiga sido como haiga sido', tiene muchos padres; pero la derrota, como Gerardo Ceja, es huérfana confesa.

Entre otros, Claussen y Ceja fueron parte del operativo más cochino, desleal, tramposo y traicionero de que se tenga memoria, para levantarle la mano a un Alfonso Elías apocado, temeroso, acaballado, sometido y anulado por el poderoso gobernador Eduardo Bours Castelo.

Todo parecía nada. Desde el uso abusivo y cínico de los recursos públicos, pasando por la compra del voto a ciertos regidores para llevar a Raymundo García de León a un interinato corrupto, ratero y nefasto en la alcaldía de Hermosillo.

Desde el chantaje y la amenaza, hasta la renovada gama de 'mapacherías de punta' para favorecer a un candidato 'tan sin embargo' como Alfonso Elías, parecían poca cosa.

Ceja, Claussen y otros más, festejaron el 8 de marzo ese triunfo, 'haiga sido como haiga sido'. Lo festinaron. Hicieron escarnio de los que en buena lid, sumaron más de 100 mil votos para impulsar la candidatura de Ernesto Gándara.

Crecidos por la arrogancia, pidieron a los vencidos besar el puño que los había golpeado, como condición para llevarlos consigo al siguiente nivel.

Se portaron, permítaseme la expresión, como unos auténticos culeros, y dejaron resentimientos por todos lados. Especialmente, porque el desprecio vino desde el hombre que llegó a la gubernatura con la corona de campeón contra el 'gandallismo'. 

Pasaron muchas cosas, entre ellas el incendio en la guardería ABC, hasta que llegó el 5 de julio y con esa fecha, llegó el voto de castigo que los derrotó, arrebatándoles la gubernatura, la capital del estado y los municipios más importantes. El modelo regional boursista no funcionó.

Lo escribimos días antes de la elección, cuando la debacle se veía venir: 'el boursismo transexenal, como la guardería ABC, tampoco tenía salidas de emergencia'.

La entelequia llamada PRI Sonora se quebró. El barco hizo agua. Los guajiros sueños presidenciales de Eduardo Bours se fueron por el caño y el grupo compacto, los que escupían por un colmillo y miraban por encima del hombro a todos, hoy andan, por decir lo menos, aterrorizados.

En un alarde de cinismo, los que se robaron impune y groseramente la elección interna, hoy se quejan y maldicen por la inequidad en la elección constitucional que vino a situarlos en su triste realidad.

Desesperados, dan palos de ciego y reparten acusaciones a diestra y siniestra, blandiendo la espada de la diatriba, buscando a los traidores, a los culpables de la derrota.

Enloquecidos, rabiosos y oligofrénicos, no se detienen a pensar que si quieren hallar a los culpables, sólo tienen que asomarse al espejo cada mañana.

Ceja llora por los rincones y suplica a sus amigos panistas que le den trabajo, no en la política, aclara, sino  como litigante.

Y Otto Claussen…, ¡Ay, el Otto! Rompe el silencio desde el puerto de Guaymas, con una llamada telefónica a una radio de Hermosillo, para acusar, sin una sola prueba y sí con una tímida referencia a 'rumores y cosas que se dicen' (vaya contundencia) a 'gente cercana a Ernesto Gándara y Ricardo Bours, de 'haber operado para favorecer al PAN'.

Los llama traidores.

Ante la ausencia de los grandes desplegados de prensa que llenaron planas enteras antes de la contienda, con nombres rentados, comprados, prestados o inventados que refrendaban su profesión de fe boursista, y arengaban al gobernador a que no se rajara y que se echara pa'delante, no les quedó más remedio que echar mano de el Otto.

Con un gobernador que de tan solo, tiene que organizarse mítines de apoyo a sí mismo con doñitas en extrema pobreza; con un pueblo enardecido por la muerte impune de 48 bebés embodegados por la corrupción y el tráfico de influencias; con un partido desarticulado, vencido y desmoralizado, los chapuceros de ayer lloran ahora quejándose de inequidades y traiciones.

En vez de una impugnación a los comicios, lo que el gobernador y su grupo deberían de hacer, sugieren algunos, es una demanda por copyright.

Lo menos que le respondió Ernesto Gándara, al Otto, fue 'lambiscón'. Habrá que estar pendientes de la respuesta de Ricardo Bours que, como lo puede atestiguar hasta El Pollo Medina, no se deja curar parado.

 

Una historia y una moraleja.

 

El campeonato previo al mundial de futbol de playa, lo disputaron las selecciones de España y de Rusia el domingo pasado. Partido intenso que terminó empatado a seis goles, en tiempo regular.

En el tiempo extra, ninguno se pudo hacer daño, así que se fueron a la ronda de penales.

España tiró el primero y lo metió, obligando a los rusos a no fallar cada vez que se paraban frente a la portería.

Pero el portero español tapó el sexto y los españoles saltaron y se abrazaron saboreando el campeonato.

Entonces el árbitro anuló el gol, argumentando que el guardameta español se había adelantado. Hubo que repetir el tiro, y esa vez el ruso lo metió salvajemente por el ángulo derecho.

La ronda siguió hasta que el guardameta español tapa otro. El árbitro lo anula de nuevo; se repite y el ruso no perdona.

La ronda sigue hasta que otro ruso falla por tercera ocasión para su equipo… y efectivamente, el árbitro decide repetirlo. El ruso toma distancia, dispara y gol.

La ronda sigue con los rusos vivos de puro milagro, hasta que de plano, uno de ellos estrella la pelota en el larguero y España se corona.

Por cierto, el director técnico de Rusia decidió, para la ronda de penales, cambiar al portero, al que los comentaristas deportivos aluden como "La Araña" y al que habían elegido como jugador del partido, ya que de no ser por sus atajadas, los rusos habrían perdido lamentablemente en el tiempo regular.

El director sustituyó a La Araña con un tipo al que le precedía una fama de especialista en atajar penales. No tapó uno solo de los trece que tiraron los españoles. ¡Trece penales! Lo acribillaron.

Por si eso fuera poco, cuando le tocó el turno de hacer su disparo, lo falló.

La historia tiene muchas moralejas y cada quién puede intentar alguna, pero me quedo con esta, que bien puede servir como slogan para cualquier organismo electoral en apuros o cualquier partido con afanes impugnatorios: "Cuando te toca, aunque te quites; cuando no te toca, aunque te pongas".

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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo