El nuevo presidente de Paraguay enfrentará un futuro difícil |
por Alexei Barrionuevo New York Times News Service |
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Asunción, Paraguay, 15 de agosto — Fernando Lugo, "el obispo de los pobres", como se le conoce aquí, tomó protesta el viernes 15 de agosto como presidente de Paraguay. Prometió dar tierras a los desposeídos y terminar con la corrupción que sentó raíces después de seis décadas de gobierno de un solo partido. A pesar de su sonado triunfo en abril, Lugo, ex obispo católico de 57 años, enfrentará un camino lleno de desafíos para cumplir con su agenda. El Partido Colorado, que gobernó a Paraguay por 61 años, aún está muy involucrado en la política del país. Durante 35 de esos años, esa agrupación política fue dominada por un hombre, el general Alfredo Stroessner, presidente del país durante ese tiempo y frecuentemente acusado de cometer atrocidades contra los derechos humanos. En el último lustro, el partido fue representando por el presidente saliente, Nicanor Duarte Frutos, a quien se le atribuye el crecimiento de la ineficiente burocracia gubernamental. La elección de Lugo, alguien totalmente ajeno al sistema político, que pasó 11 años como sacerdote en zonas rurales y colaboró con movimientos campesinos en busca de reformas agrarias, fue un rompimiento radical con el pasado de Paraguay, país de 6 millones de habitantes, que no tiene salida al mar y que está agobiado por la inequidad y la pobreza rural. Lugo fue electo al prometer la reforma de una plataforma socialista mal definida, y ahora tendrá que enfrentar las crecientes expectativas de los paraguayos durante lo que por ley es un solo periodo de cinco años. Vistiendo una camisa blanca de manga larga, sin saco y sin corbata, Lugo prácticamente gritó su respuesta el viernes pasado al jurar el respeto a la constitución y las leyes de Paraguay. "¡Si protesto!" dijo. En su discurso inaugural de 40 minutos, habló sobre la necesidad de escapar al legado de décadas de dictadura que se "infiltró" en la cultura paraguaya. "Hoy se marca el final del Paraguay elitista y secreto, famoso por su corrupción", dijo Lugo a una enorme multitud reunida a las afueras del Congreso. Después añadió: "El cambio no sólo es una cuestión de elección. El cambio en Paraguay es un desafío cultural, tal vez el más importante de su historia". Sin haber probado aún sus habilidades políticas, Lugo ahora enfrenta el reto de diferenciar sus objetivos socialistas de los expuestos por otros líderes que llegaron al poder en Sudamérica en años recientes. Algunos analistas políticos consideran a Lugo parte de la actual ola de izquierdistas que van contra el libre mercado y que incluye a los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y a Evo Morales de Bolivia, quienes han nacionalizado sectores industriales y redistribuido la riqueza entre las masas pobres. "Éste es un candidato que ganó las elecciones sin prácticamente un programa de gobierno", dijo José María Costa, columnista político del diario Última Hora. "No es claro cuál será su posición". Sin embargo, Lugo ha tenido cuidado de evitar ser identificado con aquellos líderes, diciendo que los admira pero que se considera un independiente más moderado. En su discurso del viernes 15 de agosto, señaló su admiración por Salvador Allende, el presidente asesinado de Chile, un izquierdista que Lugo señaló que "quería construir una mejor sociedad". El nuevo presidente de Paraguay toma posesión de su cargo en situación similar a la que encontró Vicente Fox en México en 2000, cuando interrumpió 71 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pero a diferencia de Chávez, quien tuvo más libertad para operar, ya que los partidos políticos se estaban desintegrando después que ganó las elecciones venezolanas en 1998, Fox debió lidiar con un PRI que buscaba fortalecerse. "Lugo va a tener que mostrar que puede formar coaliciones con las estructuras del antiguo partido", dijo Michael Shifter, vicepresidente de Inter-American Dialogue, un grupo de investigación de Washington. "Y eso es algo que Fox no pudo hacer en México. Lugo no tiene otra opción que llegar a acuerdos y tratar de formar alianzas para llevar a cabo su agenda política". En semanas recientes, Lugo ha enfrentando una ola creciente de invasiones agrarias que su administración cree son parte de una campaña encabezada por políticos de oposición enfocada a desestabilizar al nuevo gobierno. Cerca de 200 propiedades rurales están bajo amenaza de invasión, dijeron los analistas políticos. Esta semana, un grupo de 150 campesinos destruyó cerca de dos hectáreas de una granja de 200 hectáreas, donde un agricultor brasileño cultiva girasoles. De acuerdo con reportes de los medios informativos, actualmente los agresores ocupan la granja, llamada San Pedro, ubicada al noroeste de la capital. Lugo ha hablado sobre otorgar títulos de propiedad de terrenos a los desposeídos para ayudarlos a salir de la pobreza. También ha dicho que es necesario aumentar los impuestos de las exportaciones agrícolas, especialmente de la soya. Paraguay es el cuarto mayor exportador de soya del mundo. Shifter dijo que Lugo necesita obtener más apoyo mediante una importante declaración política que unifique al país, en lugar de dejarse arrastrar al lodo de la política paraguaya. Lugo, miembro del Partido Demócrata Cristiano, el cual es pequeño, ganó de manera contundente la presidencia como parte de la Alianza Patriótica para el Cambio, una coalición de diversos partidos de centro y de izquierda que incluye al Partido Liberal Radical Auténtico, de centro-derecha, el mayor partido de oposición de Paraguay. Mientras que la coalición podría ofrecerle una fuerte base de apoyo entre los grupos laborales, algunos analistas han advertido que eso también podría poner a Lugo en la dirección opuesta. Un área en la que probablemente se enfocará, es en las relaciones con su vecino Brasil. Durante su campaña, Lugo prometió tratar de renegociar los términos contractuales desfavorables para Paraguay, en relación con la presa hidroeléctrica Itaipú, ubicada a lo largo de la frontera de ambos países, situación que podría redituarle políticamente entre los paraguayos. Algunos funcionarios brasileños no han mostrado disposición para revisar totalmente esos contratos; sin embargo, la estabilidad a largo plazo de Paraguay es muy importante para Brasil. No obstante, una propuesta directa de reforma agraria podría serle de gran utilidad a Lugo. Paraguay se clasificó en el séptimo lugar de 139 países en términos de inequidad social, en un estudio reciente de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Cerca de 1% de la población de Paraguay posee 77% de las tierras del país, dijo esta semana en Washington Frank O. Mara, profesor de estrategia de seguridad nacional en National War College. Lugo ganó en abril debido a la creciente impaciencia hacia la corrupción y la percepción general (especialmente ante el creciente desempleo urbano), de que los "Colorados" aprovecharon la riqueza de la nación, ignorando a la población promedio. Traducido por Luis Cedillo Editado por Pedro de la Garza Copyright ©2008 The New York Times Company. All rights reserved |
Fecha de publicación: 19/08/2008 |
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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