Silvia Loustau (Desde Mar del Plata, Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
El 12 de junio pasado Ana hubiese cumplido 80 años. Había nacido en Frankfurt, Alemania, en 1929
En mi propia bitácora de vida Ana pesó mucho. Su historia fue leída tempranamente y releída infinidad de veces. Mi deseos de justicia, semillas que plantó mi abuelo a siendo apenas una nena de 5 años, me hicieron tomar la causa de Ana como propia.
Cuando, cercana la adolescencia comencé mi Diario, eran carta a Ana. Me acompañó hasta que e comencé la Facultad. No sabía que esas extrañas olas que teje y desteje el tiempo me hermanarían en ser perseguida, soy de la generación del ´70, en tener que estar escondida, con los perros de la injusticia lamiéndome los talones.
Hoy quiero, con este poema, rendir mi homenaje a Ana, la eterna adolescente, emblema de una lucha, amiga en el tiempo.
A Ana Frank
te encontré en mi infancia
entre mis propias enfermedades
y catástrofes familiares.
te imaginé paseando / algún domingo /
en una pequeña embarcación /
entre la bruma de Amsterdam /
mientras yo me ahogaba en la niebla
de este sur.
escuché tu voz pequeña /
como envuelta en un pañuelo de seda.
observé
como crecíamos
la piel tan lisa /
de hostia transparente
sobre un pubis que iba anocheciendo.
te perdí y te encontré
entre alambradas
con tu corazón irradiando luz.
te vi
clara / como una estrella entre cristales.
me acompañaste en mis desastres
más incorruptibles/
con dedos de humo
me sostuviste el alma
en los desolados tiempos del chacal.
nos encontraremos algún día /
ostentado nuestro aspecto distraído /
entrando en un bar /
en Ámsterdam o en Buenos Aires /
y nos abrazaremos con todos los amigos /
en un brindis final.
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