viernes, 26 de junio de 2009

INGOBERNABILIDAD EN CIERNES

El Zancudo

(No mata, pero hace roncha)

 

Arturo Soto Munguía 

 

I

Por si algo faltaba para descomponer el clima político en Sonora, a una semana de las elecciones, un comando armado intentó ejecutar a Ernesto Cornejo, candidato del PAN a la diputación federal por el séptimo distrito, consiguiendo asesinar a dos personas y herir a tres.

Cornejo Valenzuela es considerado por algunos como el primer preso político del gobierno de Eduardo Bours, al ser encarcelado en septiembre de 2003, días antes de tomar protesta como alcalde de Benito Juárez.

Los delitos que se le imputaban eran: asonada, motín, evasión de presos, robo con violencia de vehículos oficiales y daños por incendio, desobediencia y resistencia a particulares.

Se fundaban en su participación, durante el año 2002, en una serie de protestas ciudadanas contra el gobierno de la alcaldesa priista Cristina Carvajal Park, quien terminó separada del cargo.

En 2003, Cornejo se convirtió en alcalde de Benito Juárez, postulado por el Partido Fuerza Ciudadana, pero no alcanzó a tomar posesión del cargo, ya que fue aprehendido, encarcelado y liberado 86 días después, en los que menudearon las movilizaciones populares exigiendo su libertad.

En 2006 volvió a postularse, ahora por el PAN, ganando de calle la elección.

Como alcalde, Cornejo mantuvo siempre un enfrentamiento feroz con el gobernador Eduardo Bours, y ninguno de los dos se cuidaba mucho de ocultar sus diferencias políticas.

Anoche intentaron asesinarlo a balazos, en un atentado que dejó dos muertos y tres heridos.

Si algo faltaba para que la escalada beligerante que registra la sucesión gubernamental en Sonora se disparara, ya sucedió.

El enfrentamiento personal que el gobernador Eduardo Bours mantiene con el Secretario de Gobernación, el presidente de la República y otros funcionarios federales, a partir del deslinde de responsabilidades por la tragedia del 5 de julio, ha enrarecido extremadamente el clima político.

Dos asesinatos como los de ayer, sólo complican las cosas, y no se ve por algún lado la prudencia, la mesura y el oficio político de las partes involucradas, pero especialmente de un gobernador que desde las precampañas, se ocupa con denodado esmero en capitanear a sus huestes, operando como coordinador general de su propia sucesión.

 

II

 

Frente a las voces que le pidieron serenidad en el abordaje del conflicto político que generó la tragedia de Hermosillo, el gobernador Eduardo Bours prefirió las que azuzaron su ego bravucón.

Pero lo arrinconaron en un callejón oscuro, donde la cauda de agravios que acumuló con ese estilo pendenciero que tanto le festejan sus cercanos, comienzan a encontrar puerta de salida.

Fanfarroneando con el discurso del sonorense "echa'o pa' delante', 'que habla de frente, 'que no se raja' y demás sandeces que inflaman el chauvinismo ramplón y el regionalismo sombrerudo y aldeano, Bours construyó laboriosamente, durante casi seis años, una especie de República Virtual Independiente, gobernada por una ley con sólo dos artículos:

Artículo Primero: El gobernador siempre tiene la razón.

Artículo Segundo: Cuando no la tenga, se aplicará el artículo primero.

Con ese sencillo texto legal, levantó murallas para ahuyentar a los 'guachos', una raza inferior y sin valores, que no comen coyotas ni machaca, ni hablan de frente, ni son francos, honestos, valientes, y bla-bla-bla…

 

V

Renegó de su partido, el PRI, y creó una entelequia llamada PRI-Sonora en la que nunca tuvieron cabida los que se negaran a aceptar su ley.

Se rodeó de efebos, improvisados en la política, pero muy avezados en los negocios al amparo del presupuesto público, y se hizo de una corte de juglares que iban a donde quisieran escucharlos, cantando las loas más melosas al gobernante, llenándolo de elogios y ensalzando su virilidad de sonorense bien nacido.

Algunos hay que lo imaginaron (y así lo escribieron y difundieron), montado en su brioso corcel, cruzadas las cananas sobre su pecho, carabina en ristre, avanzando a todo galope hacia Los Pinos.

Igualito que Álvaro Obregón cuando llegó a la Presidencia de la República.

Solazado en esa idea y otras parecidas, que amablemente tienen a bien escribirle para su diario disfrute, el gobernador hizo y deshizo. Quitó y puso. Trazó los ejes de su gobierno a partir de dos líneas fundamentales: poco pan y mucho circo.

Lo mismo le mentó la madre a un profesor, que ultrajó la voluntad de más de cien mil sonorenses que se pronunciaron por un cambio en esa democracia cavernaria que fue su sexenio.

Hasta que llegó el fuego.

El incendio que acabó con la vida de 47 niños (hasta ahora), también quemó las murallas que blindaban la República Virtual Independiente de Sonora de Bours, territorio de gente honesta, capaz, trabajadora, franca, valiente y de valores; emprendedora, eficaz, incorruptible, visionaria...

Al menos esa fue la idea que vendieron muy bien.

Hasta que llegó el 5 de junio.



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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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