Marcos Alfonso (Cuba. Servicio Especial de la AIN. Colaboración para ARGENPRESS CULTURAL)
Este es un país de soneros y bailadores. La clave la ofreció Adalberto Álvarez en el programa televisivo Con dos que se quieran… "percusión, bajo y tumbao": piezas inviolables en el quehacer de la música popular.
Con acordes más propicios para voces como la del desaparecido Pavarotti o Andrea Bocelli, algunos arreglistas enredan tanto las partituras actuales que, en vez de la persona sentirse en la pista de la Tropical, puede traspolarse mentalmente hasta la Escala de Milán… pero no a bailar.
Retomo la entrevista que le hice hace ya ocho años al estelar músico: cubano --y africano, como todos, no importa el pigmento de la piel-- de la cabeza a los pies.
Aquella sentencia, dictada hace cuatro décadas por el desaparecido músico y director de orquesta Elio Revé, fue premonitoria:
--Rosa Zayas, --le pidió a su desaparecida mamá. Déjalo que toque con mi agrupación. Su muchacho va a llegar lejos. Tiene madera, y eso se aprecia por encima de la ropa.
Pero la madre, cauta, prefirió que su pequeño terminara los estudios de fagot, ese pariente de los clarinetes cuyo bronco sonido lo distingue entre los instrumentos de viento. "Ya habrá tiempo", dijo lacónica a Revé.
A los 62 años de vida (22-11-1948) Adalberto Cecilio Álvarez Zayas, compositor, escritor, arreglista, cantante, pianista y director, todavía se siente insatisfecho. "He aportado mi granito de arena a la música popular cubana; jamás he abandonado las raíces, pues de esas nos nutrimos; queda trecho por recorrer".
Caballeroso, organizado, constante creador. Sus números son considerados por los críticos como de los más versionados tanto dentro como fuera del país. Ejemplo: de La soledad es mala consejera, se hicieron 18 interpretaciones diferentes solamente en Nueva York y Puerto Rico
"Me inicié en la música desde temprano. En 1957, integré la orquesta Avance Juvenil, dirigida por mi papá. Cuatro años después fui alfabetizador y, al concluir, torcí el rumbo hacia la aeronáutica. A los pocos meses me percaté de que no serviría para piloto y regresé a la música: formé una orquesta sin instrumentos".
La Escuela Nacional de Arte "fue suerte de taller experimental. Recuerdo a músicos de la talla de José Luis Cortés (El Tosco), Andrés Alén, Joaquín Betancourt, el fallecido tecladista Emiliano Salvador... Hice arreglos, compuse, orquesté; luego, en Rumbavana, interpretaron varias de mis obras, entre ellas: Con un besito, mi amor".
Fungió como profesor de música en Camagüey. Cierto buen día de 1978 el músico Rodulfo Vaillant lo convidó a integrar una orquesta en Santiago de Cuba. "No lo pensé dos veces, hice las maletas y fue así como nació Son 14".
El fenómeno Adalberto Álvarez surgía a la palestra pública. Durante cinco años fue músico y dirigió la agrupación, cuyo debut internacional resultó el Festival de Salsa en Berkeley, San Francisco, Estados Unidos, donde compartió escena con David Valetín, Sheila Escobedo y Mongo Santamaría.
Nace su primer disco A Bayamo en coche (1979) vocalizado por el otrora jugador de béisbol Tiburón Morales, quien con su voz rajada "pero mucho corazón" dio un colorido peculiar al número y a la agrupación.
Sus composiciones se esparcieron como pólvora por Cuba y Latinoamérica: músicos del calibre de Gilberto Santa Rosa (el otro caballero, de la salsa), Andy Montañés, Juan Luis Guerra y muchos otros, los incluyen en sus repertorios.
París y Tokio, Nueva York, Caracas, Madrid, Colombia, Italia, Los Ángeles... junto a otras innumerables plazas foráneas, forman parte del currículo de Adalberto Álvarez y su son… Baste esta crítica del cotidiano La Jornada, de México: "Podemos asegurar que Adalberto Álvarez y su Son, pueden hacer bailar hasta las piedras".
Adalberto considera que en la música cubana actual existe suerte de remake, algo así como el regreso a las raíces. "Para hacer buen son en este siglo XXI, hay que conocer quiénes fueron los precursores: escuchar a Miguel Matamoros, Arsenio Rodríguez, Miguelito Cuní…
"Admiro y respeto grandemente la música de los soneros y trovadores del ayer. Son mi inspiración. Sin embargo, la música que hago, el son, está modificada y refleja estilos modernos y populares. Si me fuera dado un deseo, pediría un pedacito en el alma de los bailadores; así, habría cumplido mi sueño".
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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo
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