viernes, 17 de septiembre de 2010

TAREAS DEL MOVIMIENTO POPULAR

Napoléon Gómez Urrutia

                             

(Texto presentado en el foro, organizado por La Jornada, El movimiento popular mexicano y sus tareas actuales. México, DF, Casa Lamm, 16-VIII-10)

 

Primero que nada, reciban un saludo muy cordial de los miembros del Sindicato Nacional de Mineros, que me honro en dirigir. Mucho me gustaría compartir la mesa de una manera directa con todos ustedes, pero circunstancias conocidas lo impiden. Sin embargo, aquí estamos, para intercambiar opiniones sobre este crucial e importante tema.

 

Los sindicalistas democráticos e independientes somos parte medular del movimiento popular mexicano. Sin jactancia de ninguna especie, nuestra capacidad de organización y nuestra experiencia de lucha nos colocan de modo natural a la vanguardia de las fuerzas populares. De ello hay probadas muestras. Están la del Sindicato Mexicano de Electricistas; la de la Unión Nacional de Trabajadores y los telefonistas y universitarios; la del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco; la de la Confederación Nacional Campesina; la del movimiento lopezobradorista, y la nuestra propia. De todas estas experiencias, muy valiosas cada una en su circunstancia y contexto, podemos sacar algunas conclusiones que nos sean útiles para este diálogo.

 

 La primera tarea de nuestro tiempo es la demanda de convocar y lograr la unidad de todas las fuerzas populares que hoy están dispersas y atomizadas por obra de las fuerzas enemigas del progreso del pueblo. No se trata ilusamente de pretender una organización cerrada y única del pueblo, que sería además de irreal y fantasiosa, una tarea que excede las posibilidades de cualquier movimiento popular en cualquier parte del mundo, no sólo en México, y de cualquier época. Cada sector del pueblo tiene sus propios caminos especiales y sus propias metas particulares. Pero la lucha por la unidad de acción de las fuerzas populares se debe dar para superar las atomizaciones y las dispersiones.

 

 En cuanto a las organizaciones de trabajadores, quienes nos hemos desenvuelto en el movimiento sindical independiente y democrático, tenemos muy claro que la unidad de acción de la clase trabajadora mexicana es la primera tarea importante que debemos afrontar. Una clase trabajadora a nivel nacional que está dividida, atomizada y dispersa, como hasta hoy la hemos tenido, es una fuerza latente pero no actuante, promisoria pero estéril. En el panorama sindical del México actual, somos contadas las organizaciones sindicales que luchamos por la unidad, la democracia y la independencia de nuestras agrupaciones. Por eso el Sindicato Nacional de Mineros ha convocado a la creación del Frente Nacional de Sindicatos Independientes y Democráticos, como inicio de este proceso de unidad. Y en eso hemos demostrado que la perversa persecución contra nosotros, no nos ha doblegado, sino que nos ha hecho más firmes y fuertes en esta lucha, en la que nunca nos doblegaremos ni seremos vencidos.

 

El conjunto de otras fuerzas sindicales está aún sumido en el letargo de los tiempos pasados, en que una excesiva dependencia política y social hacia los poderes público y privado las han llevado a sometimientos intolerables para sus agremiados, a traiciones verdaderamente escandalosas, y a desviaciones letales en la defensa de los derechos obreros fundamentales, entre los que se cuentan la autonomía y la libertad sindicales, y uno de los más importantes, el derecho a la huelga, que universalmente es reconocido como un instrumento legítimo de lucha por los intereses de los agremiados a los sindicatos.

 

 Por ello hemos roto con el Congreso del Trabajo, del cual, entre otros organismos, el Sindicato Nacional de Mineros fue fundador. Renunciamos a él en cierto momento de nuestra lucha, por no representar ese organismo los intereses de la clase trabajadora mexicana. Nunca lo vimos acercarse a nosotros ni a otros gremios sindicales independientes agredidos, debido a una visión facciosa y cómplice con el poder, ni acompañar nuestra dura lucha en respuesta a la perversa persecución de la que hemos sido objeto durante más de cuatro años, de parte del actual gobierno de derecha y de las empresas antisociales a las cuales este gobierno protege de manera vergonzosa y servil. Por el contrario, el Congreso del Trabajo militó y milita en las filas de nuestros enemigos, y contra otros gremios independientes y democráticos.

 

Este organismo, anquilosado en el viejo esquema clientelar de la dependencia política y social, no le sirve a un movimiento popular, a diferencia de la CTM durante la presidencia del general Lázaro Cárdenas del Río, cuando jugó un papel aglutinador de las fuerzas populares, no sólo sindicales. La CTM de hoy y el Congreso del Trabajo son un remedo lamentable de la vigorosa e independiente CTM del cardenismo. En aquel tiempo se dio paso al principio postulado por aquella CTM, casi axiomático, de que cuando el pueblo organizado se une a un gobierno progresista, el país avanza. En cambio, cuando ambos se divorcian, el país se estanca y retrocede. Aquél era un gobierno que surgió del pueblo y que seguía una línea popular. El actual gobierno de derecha surgió de elecciones formales pero de dudosa autenticidad, y sin sustancia popular, y rápidamente sus dirigentes, Fox y Calderón, se consagraron a atacar y perseguir a las fuerzas populares, con saña inaudita. Entre un gobierno como este de derecha, empresarial y antisindical, y las fuerzas populares, no ha habido sino divorcio y enfrentamiento.

 

 Pero no sólo eso, sino que la división entre las fuerzas del sindicalismo, y me refiero a todas ellas sin excepción, ha sido la causa en otros países y tiempos, del entronizamiento al poder de las fuerzas de la derecha galopante, específicamente del fascismo en Italia, en España, y últimamente en Chile, procesos que ya fueron superados por sus pueblos, pero al costo de décadas de baños de sangre y represiones brutales. El ascenso de la derecha antipopular al gobierno en México es obvio que también corresponde al debilitamiento y a la división del movimiento sindical. Donde la clase obrera se divide o no encuentra la unidad, se presenta la extrema derecha, sea en su forma fascista o en otra.

 

 El divorcio entre las fuerzas populares organizadas, los sindicatos y uniones de campesinos y trabajadores de las clases medias, por una parte, y el gobierno de derecha actual, por la otra, no es sino una consecuencia de que no hay posibilidad de unión concertada entre un gobierno que se dice republicano pero que mira al pueblo sólo como carne de explotación, y unas agrupaciones sociales que en vez de recibir su apoyo y estímulo, son agredidas permanentemente en sus intereses básicos, pero que a pesar de ello se mantienen dispersas o poco unidas.

 

 De ello, se produce en gran parte la debacle, la crisis económica y social de México, el fracaso escandaloso de la economía, así como la inseguridad galopante, como lo muestra el baño de sangre que hay con motivo de la mal llamada "guerra contra el narco". El otro factor de quiebra y fracaso es la errática política económica y social del gobierno, inspirada a rajatabla en el molde neoliberal y empresarial, que se opone a la realidad específica de México, que es de trabajadores. El país hace más de 20 años que no crece ni avanza, y eso se puede advertir en todos los sectores de la actividad nacional. Mayores masas de mexicanos son expulsadas al desempleo y al precarismo, o a la emigración a Estados Unidos. Y ello es debido, centralmente, a que gobierno y fuerzas del pueblo organizadas están divorciadas y en conflicto permanente. Este conflicto lo asumen de distinta forma unos sindicatos y otros, pero la falta de unidad de acción de todas las organizaciones del pueblo para oponerse a esta situación, agudiza la crisis y ensombrece el futuro.

 

 La unidad de propósitos y de acción es, para nosotros los mineros, metalúrgicos y siderúrgicos de México, la primera tarea que debe afrontar el movimiento popular mexicano. Las formas de acción deberán ser analizadas y desarrolladas en un diálogo intenso y leal entre las agrupaciones populares, sociales y sindicales.

 

 Para el gremio minero, metalúrgico y siderúrgico de México, este es el último llamado, la última oportunidad que las agrupaciones independientes y democráticas nos podemos dar, para que las fuerzas democráticas y populares, la clase trabajadora y sus organizaciones, nos unifiquemos en torno a la defensa de los derechos de los trabajadores, para construir un futuro mejor. Proponemos auténticamente, con énfasis verdadero, que la unidad de acción sea nuestro objetivo mayor, para impedir el surgimiento de nuevos y más agresivos brotes fascistas en la vida nacional, y para que las fuerzas populares salgan adelante con una clara victoria que corrija las desviaciones y deformaciones que ha sufrido en estos lustros la vida de México.

 

Fuente: Forum 203. Septiembre de 2010. www.forumenlinea.com



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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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