María Cristina Garay Andrade (Buenos Aires, Monte Grande. Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
En el sendero incierto de mi destino
El alma plena por primera vez
Pronuncia tu nombre por el camino
En canto eterno de palpitante fe
Qué dicha saber que estas ahí
A la espera de mi previsible llegada
Por la noche, en el atardecer o en la madrugada
Seguro que en el día habrá de darse así
La vida acaricia con dulzura mi sensible corazón
Con aroma de azares bautiza mi figura
El sol cálido me rodea con muchísima ternura
su luz me baña de energía y fascinación
Subiendo la colina buscando apagar mi sed
un pan de amor se presenta a mi merced
El final cercano me tiende la mano
y en mí brota espontánea la palabra hermano
Recorro mis pasos intensamente vividos
Algunos dolores yacen semidormidos en el olvido
itinerario de huellas que firme he transitado
Persistiendo reviven solo evocando el pasado
Giro la mirada desde lo alto sin sobresaltos
Observo la pradera sembrada de cruces en madera
Soledades de almas que pasaron por mi historia
Quedaron eternas grabadas en mi memoria
¡Con qué retiro solitario se llega al final del sol!
Voy buscando su albor como un enamorado girasol
Encanecida percibo en viaje la travesía final positiva
Avanza mi energía con maestría en su cuenta regresiva
Desafiándole al temor de la partida sin cobardía
Dejo sembrada una flor de amor por cada día
Para que tú las recojas y tal vez intrigada digas
Alguien que por aquí pasó y las dejó de amistad mendigas
Mientras lentamente se va ocultando el sol generador
Con misión casi cumplida mi figura hacia él erguida camina
y se anima a llevarse grabado consigo el exquisito sabor
de haberte besado el alma con total devoción y estima
De la luz divina con que Dios siempre me ilumina
Mi mano tendida en solidaridad y lealtad
Recoge los frutos que me enseñó su doctrina
De crear con mi prójimo una sublime amistad
Junto a esa paz atemporal que permanente me incita
a la entrega incondicional en universal humanidad
en mi corazón conmovido se instaló y habita
con plenitud por haberte conocido el amor y la felicidad
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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo
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