lunes, 6 de septiembre de 2010

por haberte conocido

María Cristina Garay Andrade (Buenos Aires, Monte Grande. Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

 

En el sendero incierto de mi destino

El alma plena por primera vez

Pronuncia tu nombre por el camino

En canto eterno de palpitante fe

Qué dicha saber que estas ahí

A la espera de mi previsible llegada

Por la noche, en el atardecer o en la madrugada

Seguro que en el día habrá de darse así

La vida acaricia con dulzura mi sensible corazón

Con aroma de azares bautiza mi figura

El sol cálido me rodea con muchísima ternura

su luz me baña de energía y fascinación

Subiendo la colina buscando apagar mi sed

un pan de amor se presenta a mi merced

El final cercano me tiende la mano

y en mí brota espontánea la palabra hermano

Recorro mis pasos intensamente vividos

Algunos dolores yacen semidormidos en el olvido

itinerario de huellas que firme he transitado

Persistiendo reviven solo evocando el pasado

Giro la mirada desde lo alto sin sobresaltos

Observo la pradera sembrada de cruces en madera

Soledades de almas que pasaron por mi historia

Quedaron eternas grabadas en mi memoria

¡Con qué retiro solitario se llega al final del sol!

Voy buscando su albor como un enamorado girasol

Encanecida percibo en viaje la travesía final positiva

Avanza mi energía con maestría en su cuenta regresiva

 

Desafiándole al temor de la partida sin cobardía

Dejo sembrada una flor de amor por cada día

Para que tú las recojas y tal vez intrigada digas

Alguien que por aquí pasó y las dejó de amistad mendigas

Mientras lentamente se va ocultando el sol generador

Con misión casi cumplida mi figura hacia él erguida camina

y se anima a llevarse grabado consigo el exquisito sabor

de haberte besado el alma con total devoción y estima

 

De la luz divina con que Dios siempre me ilumina

Mi mano tendida en solidaridad y lealtad

Recoge los frutos que me enseñó su doctrina

De crear con mi prójimo una sublime amistad

Junto a esa paz atemporal que permanente me incita

a la entrega incondicional en universal humanidad

en mi corazón conmovido se instaló y habita

con plenitud por haberte conocido el amor y la felicidad

 



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soy como el clavo, que aun viejo y oxidado, sigue siendo clavo

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