La crisis del prd
Isabel Dorado Auz
A veces en la vida, decidimos aventurarnos un poco y escudriñar algunos lugares, que por poco comunes, podrían ofrecer algunas respuestas a tantas interrogantes que a veces nos aquejan. Pensando en lo anterior, decidí ir al Distrito Federal para ser partícipe de dos reuniones que consideré muy importantes y, porqué no!, trascendentales para nuestro país, pero sobre todo para esa organización política que en tan solo 18 años, ha logrado el capital político para ganar, en las elecciones del 2006, la presidencia de la República. Aunque todos sabemos, que quien gobierna es la derecha con el apoyo de los medios electrónicos, y tiene como encargado de despacho al espurio de Felipe Calderón.
Regresando al punto, A la primer reunión a la que asistí, llegué con la creencia de que se discutiría la posibilidad de que la corriente Movimiento por la Democracia apoyara la candidatura de Alejandro Encinas a la presidencia nacional del PRD; o bien, se animaran a lanzar candidato propio. Como parte de esa corriente, decidí ir a plantear mi convicción de que apoyar a Encinas era la mejor opción y llevaba una serie de argumentos para someterlos a consideración. Sin embargo, para mi sorpresa la cúpula de la corriente ya había decidido apoyar a Alfonso Ramírez Cuellar y solo nos dio el derecho del pataleo, llegando al absurdo de llamarnos disidentes a quienes mantuvimos la posición de apoyar a Alejandro Encinas.
Con este primer resultado, decidí darme una vuelta por el Consejo Nacional y observé como los Chuchos echaron a andar la aplanadora y, prácticamente sin debate previo, sometieron a consideración y aplastaron con votos muchas regresiones en cuanto a los procesos electorales internos. Observé también de que hay una especie de complacencia, o más bien resignación a que todo seguirá estando mal, y muchos de los perredistas se están dejando llevar por la inercia.
Al siguiente día, Asistí a la Convención Nacional Democrática. Llegué muy temprano, el evento iniciaría a las 11:00 a.m., pero llegué desde las 8:30 de la mañana. Me interesaba saber como se organizan estos eventos y de que manera la gente se va involucrando en toda esa masa amorfa que posteriormente terminaría en miles y miles de mexicanos reunidos para cumplir con un ritual que quizás, el día de mañana nos muestre que hoy es la semilla que empieza a germinar y que en unos cuantos años será la responsable de un cambio profundo de un México que a empellones empieza a quitarse de encima más de 70 años de gobiernos priistas.
Observé que, al menos, hay dos PRDs. Percibí que la mayoría de los personajes con tradición de izquierda han decidido atrincherarse en las estructuras internas del PRD y desde hace tiempo, se encuentran entre la espada y la pared. Por un lado, sienten el desinterés, aunque algunos le dicen desprecio, de parte de Andrés Manuel López Obrador y por otro lado, la derecha les echa ojitos permanentemente, los halaga y los confronta con el Presidente legítimo. El otro PRD lo conforman el equipo cercano a Andrés Manuel, muchos de ellos provienen de las estructuras del viejo PRI, también están algunas personalidades con una gran tradición de lucha y se pueden observar algunos liderazgos de izquierda que no gozan de muy buena fama pública. Se puede decir que es el escenario perfecto para la derecha, la cual utilizando los medios de comunicación trata de ahondar las diferencias y busca la ruptura total entre los dos equipos.
A pesar de lo observado, me vine con la convicción de que el movimiento de izquierda está más sólido que nunca. En parte, porque ambos bandos perredistas tienen la certeza de que separados no van a llegar a ninguna parte y que a regañadientes tienen que ceder una vez, y otra también. A veces parece cómico, pero lo realmente importante apenas se está gestando. Quizás tengamos que seguir viendo los fuegos de artificio y en menos de lo que le quitan una pluma al gallo, surja de manera inesperada la capacidad de organización que permita darle forma y rumbo a tanta inconformidad que increíblemente sigue siendo muy pacífica.
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Fernando V. Ochoa
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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