sábado, 24 de noviembre de 2007

Una serie de explosiones revela el lado oscuro de un México que busca modernizarse

por José de Córdoba
Dow Jones Newswires 
 
Traducido por Luis Cedillo

Editado por Juan Carlos Jolly


Oaxaca, 14 de noviembre – El 25 de mayo, en alguna parte del centro del país, desparecieron dos mexicanos de mediana edad.

Una semana más tarde, un oscuro grupo guerrillero marxista que llevaba varios años inactivo, emitió el primero de 14 comunicados identificando a dichos hombres como sus "camaradas". El Ejército Popular Revolucionario (EPR) culpó al gobierno mexicano por su secuestro.

"Se los llevaron vivos y vivos los queremos de regreso", dijo el comunicado.

En la parte superior había fotografías difusas de los dos, un hombre robusto con bigote llamado Gabriel Cruz Sánchez; el otro era Edmundo Reyes, cuyos lentes y corbata le daban el aspecto de un gerente bancario de modales educados. El grupo guerrillero advirtió de funestas consecuencias si los hombres resultaban dañados, pero nadie prestó mucha atención al comunicado.

Eso cambió los días 6 y 10 de julio, cuando el EPR hizo explotar gasoductos de Petróleos Mexicanos, el gigante petrolero mexicano, con lo que interrumpió el abasto en el centro de México. El 10 de septiembre, el EPR volvió a atacar, al realizar 12 explosiones simultáneas en otros gasoductos.

En tanto las flamas se elevaban cientos de metros, miles de mexicanos huyeron de sus casas. Estos ataques cortaron el suministro de gas durante varios días a casi 3,000 empresas, y detuvieron las operaciones en las plantas de Nissan y Honda, entre otras.

El total de la producción económica perdida fue de casi 1,600 millones de dólares, de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), la principal asociación de empresarios manufactureros del país.

El EPR prometió continuar su campaña hasta que sus dos camaradas regresen. Las autoridades mexicanas creen que podría ser inminente otro ataque.

Pero hay un problema fundamental: nadie parece saber qué sucedió con los dos hombres.

El gobierno niega tenerlos retenidos. El EPR tampoco sabe quién los tiene, a juzgar por sus comunicados, que culpan a una u otra entidad del gobierno. Este misterio está envuelto en un enigma mayor: ¿quién es el EPR y qué función debe desempeñar ahora, varias décadas después de que los otros grupos marxistas dejaran las armas?

En las últimas dos décadas, México ha realizado enormes progresos. Abrió una de las economías más cerradas y firmó un tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Dio fin a 71 años de hegemonía unipartidista bajo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), para tener ahora una democracia funcional. Hoy es el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos y produce de todo, desde automóviles hasta refrigeradores.

Pero a veces, en la aparente modernidad se filtra una contraflujo de violencia y misteriosas lealtades clandestinas, el llamado "México bronco". Uno de los mayores pasatiempos en el país es crear teorías de conspiración, y el problema del EPR ha provocado muchas de ellas. Algunos sugieren que la agrupación es utilizada para promover los objetivos de los narcotraficantes o del mismo gobierno.

Sin embargo, más que representar un enigma, el resurgimiento del EPR supone enormes desafíos políticos y económicos. El presidente Felipe Calderón está muy ocupado tratando de eliminar el control de los poderosos cárteles del narcotráfico en grandes zonas del país. Ahora debe enfrentar el resurgimiento inesperado de un grupo guerrillero en un entorno político que aún bulle en forma soterrada por el odio producto las reñidas elecciones del año pasado, en las que Calderón venció por un estrecho margen a Andrés Manuel López Obrador, un político calificado por algunos analistas como populista.

La campaña del EPR también muestra la vulnerabilidad de la infraestructura del gas natural en México. Pemex se quedó tan paralizada por los ataques de julio, que requirió varios días para reconocerlos públicamente. El gas natural ya es escaso en México y se complementa con costosas importaciones de Texas.

Vitro, el principal fabricante de vidrio con sede en Monterrey, dijo que los ataques del EPR pararon su producción por una semana, un paro con un costo de 12 millones de dólares y que llevó a la compañía a reportar pérdidas en el tercer trimestre.

El EPR aún no ha atacado las existencias de petróleo del país, pero esta posibilidad preocupa al gobierno. México es el sexto productor mundial y un importante proveedor de Estados Unidos. En Nigeria, unos grupos armados que querían tener mayor control sobre los recursos petroleros del país usaron el sabotaje para reducir 20% la producción petrolera del país.

Los bombazos también demuestran que los organismos de seguridad de México, alguna vez temidos, han perdido su eficacia. Después que la derrota del PRI en las elecciones de 2000, el presidente Vicente Fox desconfió de los organismos de espionaje que heredó. Se descuidó al principal organismo de inteligencia de México, conocido por el acrónimo Cisen.

Las autoridades dicen que es posible que los desaparecidos hayan sido víctimas de luchas internas. Pero algunos exguerrilleros y analistas dicen que es improbable, señalando que, en ocasiones previas, cuando el grupo ejecutó a sus disidentes, aceptó de manera pública su responsabilidad por "aplicar la justicia revolucionaria". Esta vez no se hicieron tales declaraciones.

Algunos funcionarios de seguridad dicen que es posible que los poderosos cárteles del narcotráfico utilicen al EPR, ya sea trabajando con ellos o bien manipulándolo, para distraer al gobierno en su batalla por quitar territorio a sus bien armadas pandillas. Pero los funcionarios también admiten que no hay evidencias contundentes de que haya un vínculo con el narcotráfico.

Antes que los guerrilleros se adjudicaran los ataques a los gasoductos, López Obrador cuestionó que el EPR hubiera tomado parte y acusó al gobierno de usar los ataques para desviar la atención de otros problemas políticos.

Una teoría más ominosa, que el propio gobierno rechaza de manera rotunda, es que las fuerzas de seguridad mexicanas capturaron y asesinaron a los dos hombres. México ya pasó por un periodo de "guerra sucia" en la década de 1970, cuando las fuerzas de seguridad asesinaron a cientos de personas. Cualquier retorno a esas tácticas oscurecería la reputación de Calderón y de la joven democracia mexicana.

"No habrá ninguna guerra sucia", dijo Manuel Medina Mora, Procurador General de la República.

Poco se sabe de uno de los desaparecidos, Edmundo Reyes. "Sé que le va a los Bravos de Atlanta y que le gustan las novelas de García Márquez", dijo su hija Nadin Reyes, una maestra de jardín de niños de 25 años, quien vivió con su padre hasta que desapareció este verano.

Su padre se mudó hace años del pobre estado de Oaxaca a la Ciudad de México, donde administraba una miscelánea en un vecindario de la clase trabajadora, dijo Reyes en una entrevista. Desde entonces abandonó México, de acuerdo con el director de una organización de derechos humanos que se encargó del caso de su padre.

El otro, Gabriel Cruz Sánchez, de 55 años, lleva un nombre que se ha relacionado con la rebelión marxista en México desde hace casi cuatro décadas. Gran parte de la historia del EPR y de sus grupos predecesores, pareciera ser la historia de la familia Cruz Sánchez. Se cree que Tiburcio Cruz Sánchez, el hermano mayor de este desaparecido, es el líder del EPR, de acuerdo con funcionarios del gobierno y documentos de inteligencia acerca del grupo.

Gabriel y Tiburcio fueron hijos de un mueblero muy religioso de Oaxaca, dijo su hermana Margarita, una podóloga que aún vive ahí. Los hermanos alcanzaron la madurez en una época en la que los mexicanos eran inspirados por la revolución cubana y se enfurecieron por la masacre de estudiantes perpetrada por el gobierno mexicano en 1968.

Ayudaron a formar el Partido Obrero Clandestino Unión del Pueblo (Procup). A principios de la década de 1970, esta agrupación emboscaba a la policía y a los soldados en Oaxaca y Guerrero, secuestrando funcionarios y haciendo detonar bombas en áreas urbanas en forma ocasional.

Los guerrilleros mexicanos tomaron como modelo a Cuba, país que apoyaba a los revolucionarios en otras parte de Latinoamérica. Pero la Habana, teniendo en mente que México fue el único país de Latinoamérica que nunca rompió relaciones con la isla, tenía un acuerdo de caballeros para no apoyar a los militantes de México.

"Los guerrilleros mexicanos nunca fueron muy buenos", dijo Jorge Castañeda, exsecretario de Relaciones Exteriores de México y quien ha escrito libros sobre la izquierda latinoamericana. "Eran pésimos, en parte debido a que los cubanos no los capacitaron".

Adoptando la estrategia de tipo maoísta de la "guerra popular prolongada" para llegar al poder, el Procup fue apodado "Los bombarderos" por otros grupos guerrilleros, que despreciaban su interpretación nada sofisticada del marxismo y su tendencia a detonar explosivos. "Pensamos que su bases ideológicas eran muy débiles", dijo Gustavo Hirales, miembro fundador de otro grupo guerrillero, la Liga Comunista 23 de Septiembre.

En 1972, luego de una serie de bombazos atribuidos al Procup, Tiburcio y Gabriel pasaron a la clandestinidad. "Un día, (Gabriel) se fue y nunca regresó", dijo su hermana en una entrevista. También dijo que no recuerda a su hermano mayor, Tiburcio.

En los movimientos clandestinos, así como en gran parte de la vida mexicana, la familia es fundamental. El Procup estuvo dominado por un puñado de clanes oaxaqueños, incluyendo el de los Cruz Sánchez y otro vinculado con éste mediante matrimonio, los Canseco Ruiz. En 1969, Tiburcio Cruz Sánchez se casó con Florencia Canseco Ruiz, hermana de dos líderes guerrilleros del Procup.

Uno de sus hermanos, Felipe Canseco Ruiz, fue miembro de una célula de propaganda del Procup en la Ciudad de México. Dijo que, luego que su hermana pasó a la clandestinidad en 1972, los camaradas le dijeron que pertenecía a otra célula en la capital mexicana. Pero Felipe dijo que nunca la vio.

Ahora abogado, Canseco Ruiz dirige un grupo que defiende los derechos de los arrendatarios en la Ciudad de México y niega cualquier relación con el EPR. "Sólo por medios pacíficos, seremos capaces de lograr cambios favorables para los pobres", dijo en su diminuta oficina, cuyas descascaradas paredes ostentan carteles del Che Guevara y de Marx.

En 1978, muchos guerrilleros abandonaron la clandestinidad para aprovechar la amnistía del gobierno, que legalizó el Partido Comunista Mexicano. La mayoría de los miembros del Procup permanecieron en la ilegalidad.

A principios de la década de 1980, Tiburcio se convirtió en el líder máximo del movimiento, ejerciendo una disciplina férrea. Sigiloso, experto en artes marciales y armas de fuego, tenía una personalidad camaleónica que le permitía hacerse pasar por médico o abogado, dijo un excolega. De acuerdo con documentos de inteligencia, Tiburcio tiene por lo menos siete identidades falsas. Apodado "El profesor", ha vivido en la Ciudad de México desde hace muchos años, con el nombre de Francisco Cerezo, diciendo que enseñaba filosofía en la UNAM, la casa de estudios más prestigiada de México. La universidad dijo que no comenta sobre asuntos de su personal.

Su ahora desaparecido hermano Gabriel era un experto en explosivos que tenía un buen sentido del humor, recuerda su excolega.

Desde 1988, el grupo realizó más de 30 secuestros, que llama "actos de expropiación" y reunió 73 millones de dólares, de acuerdo con documentos de inteligencia. En 1993 secuestró a varios plutócratas mexicanos, incluyendo a Alfredo Harp Helu, copropietario del mayor banco del país, Banco Nacional de México (Banamex). Harp fue liberado después de cuatro meses de cautiverio cuando su familia pagó 25 millones de dólares, de acuerdo con los registros descubiertos en una redada de la policía.

Joaquín Vargas, propietario de un conglomerado de medios, fue raptado en 1992 en una operación de tipo militar en la que participó una docena de miembros del Procup, enmascarados como unidad de elite de la policía. Vargas fue metido a la fuerza a un automóvil, se le inyectó un somnífero y se le mantuvo en un pequeño cuarto oscuro durante 87 días, antes de que su familia lograra su liberación.

"Son muy profesionales", dijo en una entrevista. "No abusan de las víctimas ni les cortan los dedos. Dentro de su locura, tienen cierta ética".

En 1994, el año en que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional inició su breve rebelión en Chiapas, los remanentes del Procup y algunos otros grupos se unieron para formar el EPR, de acuerdo con documentos del propio EPR publicados en www.cedema.org, el sitio electrónico de un grupo que investiga a los grupos guerrilleros de Latinoamérica.

En 1996, el EPR usó el primer aniversario de la masacre de campesinos en Guerrero para hacer su debut público, disparando con rifles AK-47 al aire y convocando a una "guerra popular". Los servicios de inteligencia dicen que Tiburcio era su líder.

El EPR no respondió a las solicitudes enviadas a una dirección de correo electrónico que el grupo proporcionó en sus comunicados.

Durante los dos años siguientes, el EPR efectuó una serie de ataques contra instalaciones militares y de la policía, y mató por lo menos a 32 soldados y policías. En Oaxaca y Guerrero, cientos de guerrilleros sospechosos fueron encarcelados.

Es posible que Tiburcio haya reclutado a tres de sus cuatro hijos: Héctor, Alejandro y Antonio, para participar en las actividades familiares. El trío fue arrestado en 2001 y acusado de detonar bombas en oficinas bancarias de la Ciudad de México para protestar por la venta de Banamex a Citigroup. Los cargos en contra de Alejandro se sobreseyeron, pero sus dos hermanos están en la cárcel por cargos relacionados con las detonaciones.

Alejandro y el cuarto hermano, Francisco, dicen que ninguno de sus hermanos tiene nada que ver con el EPR, y que se les retiene como prisioneros políticos para presionar a sus padres. Ambos dicen que, al crecer, no tuvieron indicios de que sus padres pudieran ser guerrilleros.

Al tiempo que los ataques del EPR continuaban, México pasó por una pacífica transformación democrática. En 2000, luego de décadas en el poder, el PRI perdió las elecciones. La noción de la guerrilla parecía anticuada. El EPR entonces sufrió una serie de divisiones, dijeron los analistas y funcionarios de inteligencia, debido a la interpretación de la doctrina marxista, así como un supuesto mal uso de dinero de los rescates.

Un reporte de la inteligencia mexicana dijo que el EPR ha ejecutado a 86 de sus miembros. Un excolega recuerda una lucha por el poder desde los primeros días, en la que dijo que Tiburcio hizo matar a tres hermanos de otra familia. "No usen mi nombre", dijo el colega. "Están armados y son peligrosos".

Luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, los líderes temían que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos los persiguiera para exterminarlos. El EPR se puso en contacto con el gobierno mexicano y trató de aclarar que no eran terroristas islámicos sino revolucionarios mexicanos que no atacaban objetivos fuera del país, de acuerdo con un exfuncionario que viajó durante un día en helicóptero, jeep y mula para reunirse con los rebeldes.

Entonces se llegó a un acuerdo: el gobierno mexicano no iría tras el EPR si éstos dejaban de realizar ataques con explosivos en el país.

Esta paz se mantuvo durante algunos años. Pero en 2005, el EPR participó supuestamente en el asesinato de dos policías encubiertos que habían seguido a Tiburcio hasta una casa de seguridad en la Ciudad de México. De acuerdo con la policía, los activistas del EPR convencieron a los residentes de la localidad de que los policías eran pederastas que querían raptar a niños de la localidad. En un cruento incidente transmitido en vivo por televisión en cadena nacional, una multitud linchó a dos agentes y quemó sus cuerpos.

En 2006, dicen los analistas de la inteligencia mexicana, el EPR vio la oportunidad de crecer, al aprovechar un brote de agitación prolongada en Oaxaca. Una sección radicalizada del sindicato magisterial realizó su huelga anual y ocupó el centro de la ciudad. El fallido intento de la policía estatal por dispersarlos degeneró en caos, y se presentaron enconados enfrentamientos callejeros. Entonces, una laxa coalición de más de 300 organizaciones, algunas consideradas frentes del EPR, invadió la ciudad y la controló durante cinco meses, antes que la policía federal restaurara el orden en noviembre de 2006.

"Ellos (el EPR) nunca pensaron que tendrían la oportunidad de ensayar una insurrección popular", dijo un destacado funcionario de la inteligencia mexicana.

Pero ahora, a los funcionarios les preocupa que el EPR pueda utilizar a los dos hombres desaparecidos para agitar a sus reclutas y recuperar el impulso que alcanzó con el levantamiento oaxaqueño del año pasado. Se apresuran para detener lo que muchos creen que será una inevitable tercera ola de ataques.

Hace poco, la policía interrogó a sospechosos sobre los supuestos planes del EPR para explotar bombas en embajadas y raptar a funcionarios destacados. Un funcionario de alto rango se reunió con exguerrilleros que quizá aún pertenecen al EPR, para persuadir al grupo para que den tiempo al gobierno para encontrar a los desaparecidos. "Es un rompecabezas muy complicado", dijo el funcionario de inteligencia.

La edición más reciente de "El Insurgente", la revista mensual del EPR que se puede encontrar en la página electrónica cedema.org, presenta una fotografía de las espectaculares llamas provocadas por los bombazos de septiembre a los gasoductos. Las 52 páginas de la revista incluyen ensayos que justifican los ataques del EPR y defienden su lucha contra el gobierno. Concluye con un poema firmado con el nom de guerre "Clandestina":

Soy guerrillero, perseguido
no por ser un delincuente
sino por ser revolucionario
y de mis actos consecuente

 

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Fernando V. Ochoa
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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