Cuando "El Torpedo" Felipe Calderón nombró al brevemente superpoderoso chico Mouriño secretario de Gobernación, le encargó prioritariamente el impulso de la reforma energética, en otras palabras, la privatización de PEMEX. El aura del poder llevó a los políticos y medios proclives a rendirle honores de "presidenciable" al joven que, dicen los cercanos al círculo de Calderón, "hace maravillas". Rápidamente apareció en portadas de revistas del corazón, al tiempo que era recibido por una Ruth Zavaleta nunca tan expedita.
Las consecuencias del escándalo de tráfico de influencias que involucra a Mouriño, a César Nava, y al propio Calderón entre otros, siendo ya abrumadoras, no terminan de desplegarse en toda su magnitud y gravedad. Pero uno de los resultados inmediatos de la publicación de los contratos del chico hoy superatorado, es la inhabilitación de Mouriño como impulsor de la reforma energética.
Por eso ahora el gobierno recurre al inmenso poder televisivo. En los programas de chismes, espectáculos, los orientados al público femenino, en la barra cómica (a veces no tanto), en telenovelas se habla de que los mexicanos rescatemos el tesoro que tenemos allá, en lo más profundo.
Por eso vemos a Latin Lover y a Maribel Guardia, dos verdaderas autoridades en la materia, platicando sobre la necesidad de que vayamos por ese negro tesoro. Alrededor de las nalgas del "Latin" hay una discusión interminable: Que si son operadas, que si no, que si de cuándo acá. Sobre las de Maribel no hay controversia, sino un extendido consenso.
Es así que la reforma energética no depende ya de los disminuidos poderes del chico maravilla de Calderón, sino de los superpoderes anatómicos de personajes menores de una pantalla que es cada vez más chica.
Martín Vélez.
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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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