jueves, 27 de marzo de 2008

dia de campo, blog del economista


Marzo 17, 2008 Por: David Israel Lecona Categoria: Regreso a Walking Around

Estábamos en las postrimerías de la Huelga, la UNAM había pasado a ser una trinchera en la que los grupos radicales florecían sin brida. Por un lado los ultras, por el otro el c.u., también los perredistas, los punks, y desde luego la mega ultra. Allí conocí a Nacho. Sus inclinaciones políticas eran claras, se sentía a sus anchas leyendo los clásicos marxistas, Lenin, Mao, Trotsky a veces, e incluso Stalin. Habíamos tenido discusiones bastante pesadas, yo siempre lo vapuleaba con una frase de Nietzsche: "La diferencia entre un idealista y un embustero es que el embustero le miente a los demás, y el idealista a sí mismo". Nacho sólo reía y continuaba con su prédica comunista. Frecuentaba algunos cubículos, algunas "tribus" estudiantiles admiradoras de los movimientos insurgentes latinoamericanos, el MRTA, la URNG, el FPMR, y en particular las FARC colombianas. Nacho estaba dispuesto, según me lo había confesado tras beber unas cervezas en una de las famosas fiestas que algunos estudiantes de la Facultad de Políticas organizaban en el barrio Santo Domingo, a sacrificar su vida por el sueño revolucionario. En México, solía decir, no habrá cambios hasta que se le haga ver al Estado su condición putrefacta, corrupta, su desmedida indolencia ante más de 40 millones de mexicanos en la extrema pobreza. Era necesario un grito armado, aun más profundo que el zapatista del 94. Al final, decía, Marcos no era sino una parodia de líder guerrillero, más interesado en salir en las portadas de los periódicos europeos y en las playeras en venta en la rambla española, que de realizar un cambio profundo en el país. Razones no le hacían falta a Nacho, a pesar de su extremismo voluntarista. Prepararían algo, una rebelión que aglutinara los descontentos, que surgiera de la nada a lo largo y ancho de México, solamente hacía falta gente dispuesta a llevar a cabo la hazaña. Fue entonces que lo vi cercano a algunos estudiantes pro-zapatistas, y el Nacho radical negoció un poco consigo mismo su aversión a Marcos, necesitaban alianzas decía. Algunos viajaron a Chiapas, otros pretendían ir más lejos.

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Un día vi los carteles del Frente Patriótico Ricardo Flores Magón, los difundían para citar a una manifestación, entre los convocantes se encontraba Nacho, a quien a partir de entonces vería con menos frecuencia. El tiempo pasó rápidamente, en la elección presidencial por primera vez ganaba un partido diferente al PRI. El giro que daba el país era hacia la derecha, con el paso del sexenio las cosas empeoraban, lo peor de lo peor culminaría con el fraude de Julio del 2006. Ya entonces las "inscripciones" a los grupos insurgentes desperdigados por el territorio nacional se incrementaban. Decenas de jóvenes decepcionados de la vía legal se cuestionaban si la vía armada podría contribuir al despertar de la nación.

Lo último que supe de ellos fue debido a un encuentro fortuito con Nacho. Todo apuntaba al 2010, año simbólico en más de un sentido, independencia y revolución se conjuntaban. Antes de despedirse, Nacho me dijo que habían decidido ir a Colombia a recibir algunos cursos, yo le dije que tuviera cuidado, que la selva colombiana con su guerra de guerrillas y un ejército tratando de aniquilarlas no sería un día de campo, él sonrió condescendiente, sus ojos tenían ese fuego romántico que se encendía cuando hablaba de la lucha social, de la final redención de los miserables de la tierra. No lo volví a ver más, supe de las actividades clandestinas de un grupo llamado Milicias Insurgentes Ricardo Flores Magón, después nada, solo la lamentable noticia de un grupo de universitarios mexicanos masacrados en un campamento fariano


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Fernando V. Ochoa
cel 6621 50-83-33
ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.

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