martes, 14 de octubre de 2008

crisis del liberalismo economico

 

  José Fernández Santillán
 
En el Washington Post, periódico considerado como una de las publicaciones más importantes del conservadurismo en EU, Harold Meyerson escribió el pasado primero de octubre un artículo titulado "Lento despertar de una nueva época". Su ensayo comienza con una afirmación contundente: "Estamos situados, precisamente en este momento, entre dos épocas. El viejo orden —la era dominada por las instituciones que Reagan construyó bajo la premisa de que el mercado no puede estar errado y el gobierno no puede estar en lo correcto— está muriendo. Un nuevo orden, en el que Wall Street juegue un papel menos importante y Washington desempeñe una función más relevante, está despuntando, pero el proceso será doloroso y prolongado."

> Sorprende que en un diario conocido por su posición derechista se hagan este tipo de planteamientos que más bien correspondería hacer a un rotativo situado a la izquierda del panorama político de la Unión Americana; no obstante, se agradece la objetividad de Meyerson quien, en realidad, se ha hecho eco de un afirmación que ha proliferado en los más diversos círculos sociales del país de las barras y las estrellas. Efectivamente, la debacle de Wall Street ha hecho reconocer a propios y extraños que lo acontecido en las semanas recientes no es un problema de poca monta, sino es un asunto de gran envergadura.

> Es de sobra conocida la fórmula que echó a andar la mancuerna Ronald Reagan-Margareth Tatcher, y que después tuvo amplias repercusiones en todo el orbe: el desmantelamiento del Estado benefactor (Welfare State), con base en un extenso programa de privatizaciones; la fe ciega en que el mercado; la reducción de los impuestos a los grupos pudientes; ruptura del llamado pacto socialdemócrata para, en su lugar, imponer condiciones leoninas en el mercado laboral. Estas medidas, según pensaron los teóricos del neoliberalismo como Friedrich von Hayeck y Robert Nozick, darían una plena libertad a nuestras sociedades e impulsarían el crecimiento económico.

> Uno de los mayores íconos del neoliberalismo, Francis Fukuyama, se ha visto forzado a admitir que, efectivamente, este modelo ya no se sostiene en pie. En un artículo publicado esta semana en la revista Newsweek escribe: "Bajo el mantra de 'menos gobierno', Washington falló en establecer una adecuada regulación del sector financiero. Esto provocó que se le hiciera un daño tremendo a la sociedad." Quién sabe si los 700,000 mdd que el Congreso estadounidense aprobó sirvan para detener la crisis en acto; lo que sí se sabe es que los contribuyentes de ese país son los que van a tener que pagar los platos rotos del desaguisado.

> La hegemonía del liberalismo económico ha llegado a su fin. Los resultados están a la vista: una concentración brutal del poder y la riqueza en unas cuantas manos; bajo o nulo crecimiento económico; desempleo masivo; una economía desarticulada y con grandes problemas de endeudamiento; jóvenes sin esperanzas de futuro, ancianos abandonados a su suerte; jefes de familia sin un ingreso fijo; amplias zonas grises en las que campea el delito.

> La pregunta ineludible es: ¿Qué modelo puede sustituir al liberalismo económico en retirada? La respuesta, de hecho, ya está en circulación: No se trata del regreso al viejo estatismo. En varios países ya se habla del posestatismo; pero también del posneoliberalismo. Se trata de una fórmula que combina las libertades individuales con la responsabilidad colectiva. En esta nueva visión es importante la complementación entre eficiencia económica y justicia social.

> Es relevante la educación como factor de primer orden para el desarrollo: preparar a los jóvenes en el manejo de las nuevas tecnologías. Desde esta perspectiva, el dilema ya no se ubica tanto en la disyuntiva entre un Estado más grande o más chico, sino en alcanzar un mejor Estado que impulse el progreso con base en políticas públicas eficientes consensuadas con la sociedad civil. Ésa es la nueva época a la que se refiere Meyerson.

> Esta Tercera Vía es la que, a mi parecer, están practicando ya países como Inglaterra bajo el gobierno de Gordon Brown; España encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero; Chile capitaneado por Michelle Bachellet; y Brasil con base en la conducción de Luiz Inácio Lula Da Silva.

> Lo paradójico es que, mientras eso pasa en el mundo, en México seguimos atrapados en el falso dilema estatismo-neoliberalismo. No hay quién proponga algo novedoso y distinto.





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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.

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