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> Sorprende que en un diario conocido por su posición derechista se hagan este tipo de planteamientos que más bien correspondería hacer a un rotativo situado a la izquierda del panorama político de la Unión Americana; no obstante, se agradece la objetividad de Meyerson quien, en realidad, se ha hecho eco de un afirmación que ha proliferado en los más diversos círculos sociales del país de las barras y las estrellas. Efectivamente, la debacle de Wall Street ha hecho reconocer a propios y extraños que lo acontecido en las semanas recientes no es un problema de poca monta, sino es un asunto de gran envergadura.
> Es de sobra conocida la fórmula que echó a andar la mancuerna Ronald Reagan-Margareth Tatcher, y que después tuvo amplias repercusiones en todo el orbe: el desmantelamiento del Estado benefactor (Welfare State), con base en un extenso programa de privatizaciones; la fe ciega en que el mercado; la reducción de los impuestos a los grupos pudientes; ruptura del llamado pacto socialdemócrata para, en su lugar, imponer condiciones leoninas en el mercado laboral. Estas medidas, según pensaron los teóricos del neoliberalismo como Friedrich von Hayeck y Robert Nozick, darían una plena libertad a nuestras sociedades e impulsarían el crecimiento económico.
> Uno de los mayores íconos del neoliberalismo, Francis Fukuyama, se ha visto forzado a admitir que, efectivamente, este modelo ya no se sostiene en pie. En un artículo publicado esta semana en la revista Newsweek escribe: "Bajo el mantra de 'menos gobierno', Washington falló en establecer una adecuada regulación del sector financiero. Esto provocó que se le hiciera un daño tremendo a la sociedad." Quién sabe si los 700,000 mdd que el Congreso estadounidense aprobó sirvan para detener la crisis en acto; lo que sí se sabe es que los contribuyentes de ese país son los que van a tener que pagar los platos rotos del desaguisado.
> La hegemonía del liberalismo económico ha llegado a su fin. Los resultados están a la vista: una concentración brutal del poder y la riqueza en unas cuantas manos; bajo o nulo crecimiento económico; desempleo masivo; una economía desarticulada y con grandes problemas de endeudamiento; jóvenes sin esperanzas de futuro, ancianos abandonados a su suerte; jefes de familia sin un ingreso fijo; amplias zonas grises en las que campea el delito.
> La pregunta ineludible es: ¿Qué modelo puede sustituir al liberalismo económico en retirada? La respuesta, de hecho, ya está en circulación: No se trata del regreso al viejo estatismo. En varios países ya se habla del posestatismo; pero también del posneoliberalismo. Se trata de una fórmula que combina las libertades individuales con la responsabilidad colectiva. En esta nueva visión es importante la complementación entre eficiencia económica y justicia social.
> Es relevante la educación como factor de primer orden para el desarrollo: preparar a los jóvenes en el manejo de las nuevas tecnologías. Desde esta perspectiva, el dilema ya no se ubica tanto en la disyuntiva entre un Estado más grande o más chico, sino en alcanzar un mejor Estado que impulse el progreso con base en políticas públicas eficientes consensuadas con la sociedad civil. Ésa es la nueva época a la que se refiere Meyerson.
> Esta Tercera Vía es la que, a mi parecer, están practicando ya países como Inglaterra bajo el gobierno de Gordon Brown; España encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero; Chile capitaneado por Michelle Bachellet; y Brasil con base en la conducción de Luiz Inácio Lula Da Silva.
> Lo paradójico es que, mientras eso pasa en el mundo, en México seguimos atrapados en el falso dilema estatismo-neoliberalismo. No hay quién proponga algo novedoso y distinto.
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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