Mr. Keynes 'regresa' tímido a México
Ante la crisis actual, resucitan las ideas keynesianas que, acompañadas del "desarrollismo" que impulsó al crecimiento sostenido, dieron pie en el pasado a las épocas prósperas del país
FRANCISCO SUÁREZ DÁVILA
El Universal
Sr. Keynes, ¡bienvenido de regreso a México! Lo extrañábamos. Las reminiscencias históricas están de moda, son una "agarradera" en tiempos de turbulencia. De 1929 a 1931, México sufrió el embate de la Gran Depresión, nuestros médicos hacendarios de entonces, le aplicaron al paciente las mismas recetas fallidas de los "ortodoxos americanos" del presidente Hoover: finanzas públicas en equilibrio; restricción monetaria para defender el peso.
Casi matan al paciente: el PIB mexicano cayó 25%. A partir de 1932, el ministro de Hacienda, Pani, aplica una política de expansión monetaria; su sucesor, Eduardo Suárez, introduce un amplio "recetario keynesiano": inversión pública en infraestructura, déficit fiscal moderado, creación de bancos de desarrollo.
Después, ilustres financieros: Carrillo Flores, R. Beteta, Don Rodrigo, Fernández Hurtado y Ortiz Mena enriquecerían el arsenal con otras políticas, incluyendo la política de orientación del crédito bancario a las actividades prioritarias, para crecer 6% al año, por cuatro décadas. En los 70, a partir del gobierno de Echeverría, se abusó de Keynes, se desvirtuaron sus ideas para cometer excesos populistas, lo que sucedió en varios países.
Entraron en escena Friedman y sus discípulos neoliberales, el Consenso de Washington; regresó el dogma: la primacía de las finanzas públicas sanas, la estabilidad a toda costa. Se corrigieron algunas enfermedades, pero México entró en la época del "estancamiento estabilizador", campeón de estabilidad, colero en crecimiento.
Hoy, Greenspan está desprestigiado; contrito, reconoce sus errores. Todos hablan de que el mundo sufre la crisis más grave desde 1929. No sorprende que Keynes resucite. Gobiernos anglosajones acuden al extremo de nacionalizar bancos, como dijo Bush: "para salvar el capitalismo". Ésta fue la misión de Keynes: introducir la intervención del Estado, a través de la política fiscal, para sacar al mundo de la recesión y salvar al capitalismo.
En México Keynes regresa, aunque sea en forma tímida y vergonzante. Recientemente, un alto funcionario del gobierno dijo que no podría haber déficit fiscal, porque sería vivir más allá de los medios.
La transición se facilita, porque, dentro de nuestra subordinación intelectual a EU, los "maestros" cambiaron de "partitura". Lo innombrable, la política contracíclica, se volvió, "lo intelectualmente correcto". El nuevo Programa mexicano de Impulso al Crecimiento incrementa la inversión en infraestructura.
La banca de desarrollo, que los médicos hacendarios del "estancamiento estabilizador" quisieron sepultar, fue sacada del asilo para ancianos. Va a costar trabajo que funcionen, porque a algunas, como a Bancomext, lo castraron, y Nafin, la desvirtuada de sus funciones.
La economía mexicana, desde que Keynes la abandonó, ha dado traspiés, como una de las economías menos dinámicas. Los países industriales rompieron las "telarañas" del dogma, pero no es suficiente.
Las ideas de Keynes se diseñaron para atacar una situación de recesión, no de desarrollo de largo plazo.
En México, en su época de gran crecimiento, las ideas keynesianas fueron acompañadas con el "desarrollismo", que ahora practican los asiáticos.
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.
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