domingo, 12 de octubre de 2008

OPTIMISMO QUE DA MIEDO

SALUSTIO

Primero fue el verbo del desdén: el aquí no pasa nada, el ahora es diferente, el ya no es como en los viejos tiempos; si el gigante se enferma, somos inmunes, no habrá contagio, un simple catarro.

Las caídas de la bolsa, decían, era la global normalidad, cosa del día, nada de qué alarmarse.

Pero un día el peso amaneció con fiebre. El paciente los puso en pánico. Las caras sonrientes desaparecieron. La reciedumbre se quebró y la jactancia oficial devino rostro acongojado, caras largas, paso cansino.

Como truco de magia, aparecieron remedios para el enfermo. Y de una chistera, cosa chistosa, brotó hasta una refinería. Pero como los males no llegan solos, que pare la abuela: el crudo se deprime y también se deprecia. Irrumpieron nuevas promesas, todas con ese olor a rancio, a viejo y engaño: "no se pedirán más sacrificios". Como si el cierre de empresas, carestía y desempleo fueran males para fantasmas. Los mensajes de Calderón que llaman a la confianza y optimismo, al igual que los de Bush en EU, qué pena, espantan.

Frases para sobrevivir al catarrito: "Los tiempos difíciles tarde o temprano pasarán", "Saldremos adelante". Sabiduría de Perogrullo.

CARSTENS: Del catarrito al ¡Dios, el peso se me muere! ¿En manos de quién está la hacienda del país? De un doctor aquejado por males varios y severos. Con déficit grave en ojos y oído. Visión corta. No anticipó, dice, "un desmoronamiento del sistema financiero internacional y llegar a estos niveles". Así de simple, nunca reconoció los síntomas de una pulmonía fulminante, y recetó un simple desenfriolito. Sordera aguda. Nunca escuchó las voces de alerta sobre el mal que se cernía sobre el país. Pero todo fuera como un mal diagnóstico que sólo ha costado 11% de las reservas del país. Nueve mil millones de dólares inyectados a un enfermo que, por lo demás, no da señales de recuperarse.

Sagaces, especulan que alguien especula.

La literatura como destino. Para futuras antologías, el secretario de Hacienda lega estas metáforas: "A EU le dio una pulmonía y nosotros estamos con un catarro" y "La crisis: una gripa un poco más severa o un bache que tiene agua".

Posdata. En la presentación del plan anticrisis, el rigor mortis del secretario Gerardo Ruiz Mateos resultaba harto tranquilizador. Daban ganas de contratar, pago en efectivo en dólares, un servicio fúnebre para la economía del país.

GERMÁN TAMBIÉN PERDIÓ CON EL NOBEL. Pues sí, el jueves, Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia de Estocolmo, anunció el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura 2008. Pero no fue el de Ismael Kadaré ni el de Philip Roth ni el de Mario Vargas Llosa, como Germán Martínez, líder del PAN, y su amigo Juan Zavala apostaron que sería. Fue el de Jean-Marie Gustave Le Clézio, francés adicto a la historia y cultura mexicanas.

Las malas lenguas de sus resentidos malquerientes susurran que el pronóstico no se cumplió porque en ese caso no pudieron cucharear encuestas ni echar a andar algoritmo alguno que inclinara la balanza en favor de su gallo aunque fuera por un 0.5%.

Ese desatino se sumó al de los comicios en Guerrero del pasado domingo, que se engarzó a su cadena de derrotas desde que asumió la dirigencia blanquizaul. Su partido de plano ni pintó, aunque el fracaso perdió brillo ante la magnitud de la debacle perredista, en un episodio más de esa historia lastimera de amores perritos.

EL TOCAYO ANDRÉS PUSO EL MAL EJEMPLO. Nuevo descontón al habitante de Los Pinos. Pero esta vez el crítico no fue Andrés el pelirrojillo, quien lo descalificó escudado en su supuesta excelencia académica; ni Mario Virgilio Jiménez, con un anexo en su tesis de que no hay libertad en el país; ni los becarios de Slim —abucheos casi en el olvido—, sino un tal Miguel Ángel Granados Chapa, quien le dijo que en su gobierno se incuba el huevo del autoritarismo.
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ser como el clavo, que aun oxidado, sigue siendo clavo.

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